La charla de Juan Villoro

Juan Villoro dijo en su charla inaugural de la maestría en periodismo de una universidad privada de Bogotá, que mientras los periódicos adelgazan los periodistas se engordan porque se quedan frente a su computadora averiguando los últimos sucesos. Yo no soy periodista pero igual me toqué mi estómago, emergía una protuberancia similar a una llanta de bicicleta, si sigo así pronto tendré en mi cintura un neumático de camión que no me salvaría de un naufragio en altamar. Mis abuelos son gordos y los abuelos de mis abuelos también lo fueron. No es cuestión de la computadora sino tiranía de la genética. Nada es más importante y tiránico que los genes. Así un escritor que ha ganado muchos premios diga que se engorda por estar frente a una computadora, si eres flaco por cuestiones de herencia, lo seguirás siendo aunque comas cientos de chicharrones y harinas. Más que un argumento, lo que enunció Villoro fue un chiste inteligente, de esos que hacen reír a todo un auditorio  que quiere escuchar cosas serias, no profundas porque eso hay que dejarlo a la modernidad, pero sí cosas tan serias que ni siquiera se tomen en serio a sí mismas para ser más inteligente y menos ampuloso.

Villoro bromeó con el destino del libro y se citó a sí mismo;  mencionó una broma que ya había hecho y que decía que si el libro se hubiese inventado después de la computadora, sería una superación tecnológica de ella. La gente no rio pero aplaudió. Villoro reiteró que era una broma y luego, con un tono más serio, aseveró, aclarando el juego de palabras que hacía, que el libro tiene su papel asegurado. Y agregó que siempre iba a existir la comunicación impresa aunque su impacto no sería de primer orden.

Villoro no fue ajeno a la lectura; a su juicio, somos la primera generación que la ha trasladado del plano temporal al espacial: antes, leer era una actividad sucesiva, ahora leemos cosas a pesar de nosotros mismos (El conferencista usó un nosotros para poner a sus interlocutores a su mismo nivel). Por ejemplo, nos enteramos de cosas que no nos interesan porque aparecen en la pantalla de nuestras computadoras, de esta manera ocurre el desplazamiento de la lectura. Esto contrasta con su llamado al retorno a la crónica. En este género narrativo el periodismo puede encontrar la superación al afán de la inmediatez en el que las tecnologías han arrinconado al periodismo. Pero, si ya nuestra lectura no es sucesiva, ni se somete a una espera como la que requerían las cartas ¿para qué deberían hacerse crónicas?

Villoro hizo una exposición sobre el estado de la lectura y rebatió la idea de Vargas Llosa de que los lectores jóvenes no pueden leer una novela larga debido al bombardeo de información y a los saltos que se hacen entre un texto y otro en la dinámica de internet. El mexicano planteó que lo que ocurrirá es que un lector habrá de tener en su mira cinco o cuatro novelas, de modo que saltará de una a otra .

Como todos los periodistas y escritores que han logrado un reconocimiento, Villoro consideró que era hora de establecer algunos criterios que certificaran la calidad de los blogs y las nuevas publicaciones. Lo que no especificó fue  el tema de quién debe encargarse de certificar. Seguramente periodistas como el que lo acompañó en la charla, que es familiar del presidente de Colombia, o intelectuales certificados por premios o por personas que antes han sido certificadas por otros certificados, continuando una sucesión destinada al infinito y al trabalenguas.

Al final habló de los cuatro evangelistas canónicos como si fueran distintas clases de periodistas. Eso también hizo reír al auditorio. Y, como siempre hace, Villoro habló de fútbol y afirmó que es un aficionado de la afición. Hoy día hay antropólogos de la antropología y la literatos de la literatura. Quizá estemos en la alborada de un periodismo del periodismo.

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