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Miedo y asco entre las sábanas

Dedicado a la Marleen Dietrich del Guayas

Antes, uno se desvelaba por meterse un cojito de blanca en las ñatas; ahora basta con una comida saturada en grasas y azúcares para vérselas con el calor de la noche.
Esta noche, se dijo, pediré mi buena hamburguesa doble carne, con tocino, queso, salsa de mayonesa, una gran dosis de cátsup, cebolla grillé, y unos pepinillos, ojalá picantes y aderezados con mostaza, y un par de huevos de codorniz tan duros como mis carracas cuando me iba de fiesta. De sobre mesa, un perro caliente rociado en papas fritas tipo fosforito, salsa de piña, salsa rosada, jalapeños, guacamole, cátsup. Y, para bajar la cena, cuatro litros de coca-cola. Y, por qué no, de postre, un brownie con paleta de limón hecha a punta de anilina. Valga decir que el brownie no es de esos brownies felices que venden los muchachos en las universidades; desde que me gradué del psiquiátrico le tengo mucho miedo a las drogas. Ahora estoy consagrado a la iglesia y a la hamburguesa.
Me precio de tener un metabolismo de hierro, pues entre más como más me adelgazo. Hay gente que dice que puede ser diabetes, pero, primero Dios, yo creo que es la gracia de mantenerme joven y activo. Me la paso en los canales de misterio y gnosis de Youtube; mi última conferencia fue sobre las piedras sagradas y la pirámide del dólar que encontré en el centro de Guayaquil. No voy a decir que fueron regaladas o baratas, me costaron un ojo. ¿Y cuánto cuesta un ojo? Lo que vale una caraza.
Volviendo a mi noche de hamburguesa y hot dog, después de engullir estas delicias, me dirigí a mi cuarto matrimonial. Por fortuna,mi esposa no comparte lecho conmigo hace cuatro años: la inminencia del divorcio incrementa el sentimiento de amor. Así que tenía el lecho nupcial a mis anchas. Sería una noche de youtube con la voz dulce de Jiménez del Oso y los tonos guturales de mis flatulencias.
Me acosté boca abajo y sentí la hinchazón de mis intestinos irritarse contra el colchón. Entreabrí mi boca reseca y mi almohada fue el recéptaculo de un eructo gigante. No hay dicha más grande que empezar a sentir la indigestión. Pensé: vaya, esa carne de la hamburguesa estaba como mal cocida. Se avecinaba lo peor.

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Once años pedaleándole a la princesa Mili.

Y once años pedorreándonos en la princesa.

Han sido horas de amarres amorosos y desventuras de viudos que no hallan el momento de dormir en un féretro para desposarse con la dama de la noche, es decir, con Dios. Hoy nos levantamos sin sentir nada, entonces nos preguntamos si ya no estamos muertos, o es que acaso, gracias a Dios, hoy amanecimos más insensibles. Y es que la insensibilidad nos ha prodigado lo que nos falta de valentía: el arrojo de pedirles a nuestros papis que a, nuestros cuarenta años, les sigamos pidiendo dinero para mantener a flote este proyecto en declive llamado milinviernos. No tenemos odiadores, mucho menos admiradores, pero sí que hay ignoradoradores de lo que hacemos: dios los bendiga, porque así como ellos nos ignoran, la angelitud hace lo propio con ellos.

Esta mañana vi a una caravana de atracadores que despedían a un coleguita. Uno de los deudos aspiraba bazuco de su pipa de pvc, o como ellos dicen, de su carro; hay nostalgia de no haber sido capaz de dedicarme a un vicio que me consumiera.

Mil Inviernos llega a la época en la que nace el devenir de ser un superpapá. Un papá valiente, sincero, transparente, sonriente y bienoliente. Pero en el interior hay abismos, abismos que yo, como padre, debo callar y mi cabeza es una olla a presión, debo ser feliz y tener los arrestos de tener éxito y defender a mi familia. Tengo el deber de ser valiente como Jesús lo fue en el Monte de los Olivos y, como Jesús, me cagaré del susto y, como Jesús, digo: ¡dios mío, dios mío! ¿por qué me has abandonado? Mientras mis hijos juguetean en el parque y mi esposa sonríe, agradecida por tener un lindo hogar. ¿Hay un desierto más desolador que una vida alegre?

A mí me decían en el colegio que yo iba a tener una vida alegre porque tenía cara de mariquita pero ni siquiera eso fue posible; no fui tan macho para ser marica y dar culo. Eso debe ser muy macho.

En estos once años de nuestra princesa mili las glaciaciones arrecian. Y apenas hay gente que se aleja de ese centro helado que es nuestra vida para morir de frío en sus propias burbujas de felicidad. ¡Ah, hipócritas, todos!

 

Cuánto nos ilusionamos con el final del mundo. Esa es la única salida para acabar con una vida feliz en familia: que el mundo acabe. Y como dice la última de los Everything but the girl: bésame mientras el mundo decae, bésame mientras la música está sonando.

Os traigo una noticia: moriremos felices. Y algún día nos levantaremos, ahí sí, sin sentir ni mierda y nos habremos dado cuenta que por fin somos fantasmistas. Descansaremos de vivir y nos decimos a nosotros: ¡feliz cumpleaños, mil inviernos! Te amamos, princesa Mili. Hoy te coronan en el Apurimac de los sueños.

Posdata: no hay nada mejor que tirarse pedos con dos dedos metidos entre el culo.

 

 

Una carta amorosa de James Joyce

James y Nora sin coito

El 16 de Junio de 1904 se concretó la primera cita entre James Joyce y la que sería su compañera, Nora Barnacle. Esa fecha será la correspondiente a la casi infinita jornada de «Ulises». Así retrata la relación Sylvia Iparraguirre :

«Ellmann, el más famoso biógrafo de Joyce, refiere la escasa educación de esta irlandesda de Gallway que en breve «se reuniría con una de las mentes más refinadas del siglo». Para la familia Joyce, especialmente para el hermano de James, Stanislaus, Nora no podía ser una compañera intelectual. El propio Joyce parece anticiparse a estas opiniones cuando escribe en su ensayo sobre Blake de 1902: «Al igual que muchos genios, Blake no se sentía atraído por las mujeres cultas y refinadas.» Nora Barnacle, por otra parte, impregna la literatura joyceana: desde Dublinenses y Retrato del artista adolescente, pasando por la Molly Bloom de Ulises y la Bertha de Exiliados, hasta Anna Livia Plurabelle en Finnegans Wake, su presencia se traduce en la fuerza de ese principio femenino, o naturaleza o carnalidad, que contrapuntea con los vuelos del espíritu alcanzado por el mundo masculino de Joyce.

A continuación, una de las cartas:

                                                  8 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.

Mi dulce putita Nora, he hecho como me lo pediste, muchachita sucia y me hice dos pajas mientras leía tu carta. Me deleita ver que haces como si te cogiera por atrás. Sí, ahora puedo recordar esa noche cuando te cogí por atrás mucho rato. Fue la cogida más sucia que te he dado, querida. Horas y Read More…