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Jack Vance, el extraterrestre, ha muerto

Jack, en el paraíso, interpretando "Gavilán o Paloma" mientras Kafka la canta al mejor estilo de José José

Jack, en el paraíso, interpretando «Gavilán o Paloma» mientras Kafka la canta al mejor estilo de José José

Jack Vance (1916-2013) fue denominado por Carlo Fabretti, en la presentación del volumen «Lo mejor de Jack Vance» editado por Bruguera a fines de los setenta del siglo pasado, como un extraterrestre. La afirmación radicaba en la «ajenidad» que reflotaba en cada relato del escritor, en su capacidad para mostrar lugares extraños que genera la imposibilidad de parafrasear sus historias pues lo que sucede es lo que menos importa:

Como en la narrativa de Kafka, lo más importante no es lo que pasa, sino cómo pasa, e incluso ese cómo adquiere todo su interés a nivel de matiz. No se puede reducir un relato de Vance a su esquema argumental (como se puede hacer con muchas otras narraciones de ciencia ficción, que incluso mejoran en versión sinóptica), pues equivaldría a pelar un plátano para tirar lo de dentro y comerse la piel. En Vance, como en Kafka (aunque a un nivel muy distinto), la forma es el contenido.

Este escritor norteamericano obtuvo los premios más importantes de la literatura de Ciencia Ficción, entre 1966 y 1967 fue galardonado en el concurso Nébula y Hugo por su relato largo o novela corta «El último castillo». Y ya, tres años antes, había obtenido otro Hugo por «Hombres y Dragones». En 1997 obtuvo el reconocimiento como maestro de la Ciencia-Ficción y jamás será apartado de la estirpe de autores a la que pertenece el ya fallecido Ray Bradbury.

Pese a todo ese reconocimiento, Vance fue renuente a hablar y a aparecer en la prensa, en el prefacio del libro mencionado más arriba, él mismo dice lo siguiente sobre la escritura:

En primer lugar, estoy firmemente convencido de que el escritor que se anuncia a sí mismo distrae la atención de sus lectores de lo que debe ser su única preocupación: su trabajo. Por esta razón, y después de unas pocas vacilaciones iniciales, me he negado a diseminar fotografías, autoanálisis, información biográfica, críticas y confesiones: no a causa de una reserva innata, sino para dirigir la atención hacia donde creo que merece ser dirigida.

Soy consciente de que no utilizo ningún estilo inflexible o predeterminado. Cada relato genera su propio estilo, por decirlo así. En teoría, creo que el mejor estilo es aquel que nadie nota, pero supongo que, en la práctica, esto puede no ser así, o imposible de conseguir en todas las ocasiones. En la actualidad, el tema del estilo es demasiado amplio como para ser cubierto con una frase o dos, y no me cabe la menor duda de que cada escritor tiene sus propias ideas al respecto.

Sin entrar en otras generalizaciones, recomiendo al lector que dirija su atención a los propios relatos.

Por eso resulta un dato incidental que el maestro Jack haya muerto el pasado domingo 26 de Mayo. Sólo hace unas pocas horas la red estalló con la noticia. Los extraterrestres también se mueren pero lo que al final nos debe importar son los relatos que nos dejó este alienígena que comparte el planeta de los muertos con Kafka. Q.E.P.D Jack Vance

En este vínculo podrás bajar y leer «Lo mejor de Jack Vance»

José José, el alienígena que se emborrachó de gloria

El plagio por anticipación ocurrió en 1970 cuando José José salió al escenario donde se llevaba a cabo el segundo festival latino de la canción. Su cabeza coronada por un exiguo copete y su abrigo verde, sugería un alienígena que cantaba para saborear su dolor. El público, mientras la música de la banda retumbaba con agonía, aclamaba al extraño cantante, tirándole flores como si fuera un torero que lidió con una bestia paradimensional.

El plagio se evidencia en El Quinto elemento; una cantante azul, proveniente de otro planeta, canta en una nave espacial que, como un crucero del caribe, se atesta de turistas espaciales y es el escenario de la refriega en que se pone en juego el futuro del cosmos.

En la aeronave de José José no se puso en juego el infinito pero hubo flores psicodélicas y compositores latinos que escucharon con atención al extraño. Poco tiempo después, el alienígena cantó La nave del olvido, proclamando así el mutismo al que se sometió ese viaje sideral que no fue comandado ni por norteamericanos ni soviéticos.

El cantante extraterrestre tuvo el atrevimiento de enamorarse de una terrestre y de concebir un par de hijos. En  ese tiempo también supo de las tretas y las trampas del ritual de seducción, pudo entender la naturaleza del planeta que visitaba y cantó canciones en las que equiparaba el comportamiento humano con el de los demás animales terrícolas, como lo hizo con «Gavilán o Paloma».

La voz de José José fue un eclipse y, como todo eclipse, se fue desvaneciendo. Se entregó a la bebida y al consumo inusitado de otro tipo de drogas; algunos presumen que experimentaron nuevos fármacos siderales con el cantante, otros, adjudican al estres que implica vivir en otro planeta, su entrega a esas sustancias.

Sus borracheras no fueron suficientes para aplacarlo. Apareció en películas donde hizo gala de su fervor por la bebida. Sabía que ello precipitaría su caída en un abismo casi tan profundo como los que hay en los mares de su planeta de origen.

Entonces, su voz se rompió. Él dejó de beber alcohol y siguió cantando. Ni siquiera Tom Waits tiene una voz tan ronca como la del alienígena José José.