Tag Archive | Felisberto Hernández

Para libre descarga: RELATOS PIONEROS DE CIENCIA FICCIÓN LATINOAMERICANA

Vía: Jorge Valentín Miño:

Relatospioneros.jpg

La editorial El perro y la rana de Venezuela acaba de publicar «Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana», del compilador Daniel Arella. Aparecen cuentos de : Amado Nervo, Rubén Dario, Clemente Palma, Leopoldo Lugones, José Asusncion Silva, Eugenio Larco, Vivente Huidobro, Horacio Quiroga, Eduardo Ladislao Holmberg, Pablo Palacio, Juan José Arreola, Alejandro Jodorowsky, Julio Garmendia, Felisberto Hernandez, Hector Velarde, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares y Carlos Octavio Bunge. 

Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana se presenta en un momento de imperiosa necesidad de literatura que convoque al público joven, consciente de esto y de que la juventud es la principal consumidora de nuevas tecnologías la Fundación Editorial El perro y la rana pone a disposición de lectoras y lectores la compilación en su portal web.

Luis Enríquez

Enlace: RELATOS PIONEROS

Para descarga: http://www.elperroylarana.gob.ve/images/libros-pdfs/feria-ccs/relatos-pioneros.pdf 

Homenaje a Felisberto Hernández

Hernandez

Este año se cumple el cincuenta aniversario de muerto del escritor uruguayo que hizo narraciones fantásticas nacidas de algo más profundo que la racionalidad; las intrusiones, el futuro erigido como una proyección de los recuerdos y las lágrimas que deforman las arrugas por las que circulan en un rostro que es nuestro y ajeno, hacen de la escritura hecha por Felisberto Hernández un entreverado camino lleno de desvíos:

 

Felisberto Hernández inventa una explicación

Hernández y su onda expansiva enrarece todo lo que le rodea. El llanto, las muñecas y el silencio toman unas sendas que, inevitablemente, desembocan en las comisuras de los labios, otorgándonos un salino sabor:

FELISB~1

Explicación falsa de mis cuentos

Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Esto me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podrá tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.

Palabras sinceras de Aira sobre Cortázar

 

 —Cortázar es un caso especial para los argentinos, y no sólo para los argentinos, también para los latinoamericanos y quizás para los españoles, porque es el escritor de la iniciación, el de los adolescentes que se inician en la literatura y encuentran en él —y yo también lo encontré en su momento— el placer de la invención. Pero con el tiempo se me fue cayendo. Hay algunos cuentos que están bien. El de los cuentos es el mejor Cortázar. O sea, un mal Borges, o mediano. A propósito de una de las cosas más feas que hizo Cortázar en su vida, el prólogo para la edición de la Biblioteca Ayacucho de los cuentos de Felisberto Hernández, un prólogo paternalista, condescendiente, en el que prácticamente viene a decir que el mayor mérito del escritor uruguayo fue anunciarlo a él, cuando en verdad Felisberto es un escritor genial al que Cortázar no podría aspirar siquiera a lustrarle los zapatos. Sus cuentos son buenas artesanías, algunas extraordinariamente logradas, como Casa tomada, pero son cuentos que persiguen siempre el efecto inmediato. Y luego, el resto de la carrera literaria de Cortázar es auténticamente deplorable.

Tomado de El Clarín