Carta a un novelista raro
Esta carta forma parte de una serie de respuestas de Julián Andrés Marsella Mahecha a la numerosa correspondencia que recibe a diario de aspirantes al mundo del parnaso literario, cultural y académico.
Señor mío: es usted un trapacero, un soberbio como todos los que presumen modestia. Sus temas excéntricos no son más que un escapismo a su vida de mierda y a la sociedad de mierda que le tocó vivir. Hace gestos neoborgianos y busca serle gracioso, como cualquier truhán, a los académicos del país de Borges.
¿No se da cuenta, bellaco, que usted debió dedicarse a conducir un autobús de servicio público y a escribir florilegios que gustaran a las señoras? Así tendría más dignidad y mucha más altura en el arte poético.
He leído, con detenimiento, sus ensayos llenos de entelequias y erudición propias de los que se apoltronan en los congresos de profesores de literatura; el reconocimiento que se le hace es una nueva legitimación de la academia, como si esta tuviera algo creativo que expresar. Y usted es el peor ejemplo de ella: sus respingos de hombre de cultura cosmopolita solo pueden enternecer a quien advierte que, tras su figura, hay un cúmulo de desgracias que usted ha tapado, no por dignidad sino por infamia pues usted teme a la humildad.
Maratones angelicales de ayer y hoy presentan: Trilogía de José José
TRES PELÍCULAS DE JOSÉ JOSÉ
En el año 1985, «el príncipe de la canción» José José interpretaba su propio personaje en la película biográfica Gavilán o Paloma dirigida por Alfredo Gurrola. Vemos en la primera escena al artista José José interpretando en un escenario, y luego irrumpe el hombre, José Sosa quien tras ver al cantante, se dirige a la cámara para introducirse de esta manera:
Esta es la historia de mi vida, con todos sus pecados. Ojalá y que sirva para que alguien en mis circunstancias no caiga en mis errores. Ojalá y sirva para que alguien que haya caído pueda encontrar una forma de levantarse. Esta es mi verdad.