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Cuando Mercedes mató a Hitler

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Mercedes es una máquina del tiempo que envejece y sabe de sus pretéritos crímenes. Debe enmendarse y, para hacerlo, no hay más remedio que tragarse la vejez a punta de tecnología. Toman un auto cualquiera de la marca y lo aceleran sobre una inmensa autopista; sin destellos, ni altos vuelos, ni truenos ni túneles, el automóvil atraviesa los campos austriacos de comienzos del siglo XX. El error se enmendará acabando el peligro. El auto ya tiene frente a él al niño Adolf. Sólo basta con embestirlo y ya no habrá Campos de Concentración, Cámaras de gas, ni poemas de Paul Celan o testimonios de Primo Levi.

Una carta a Hitler

En 1969 el escritor estadounidense con ascendencia armenia William Saroyan escribió «Cartas desde la Rue Taitbout». Este libro contenía escritos dirigidos a distintos personajes que fueron significativos en la vida del autor, entre ellas está una misiva dirigida a Adolf Hitler (También hemos presentado una carta dirigida a una novia embarazada de otro):

Adolf Hitler: Unos fabricantes de insignias hacen una insignia muy grande que se vende a dólar y que dice: «Adolf Hitler está vivo en Alemania». La mayoría de sus otras insignias son graciosas o son obscenas, de manera que no resulta fácil entender el mensaje de ésta en particular. ¿Han querido hacerla graciosa, obscena, estúpida, o qué? ¿Acaso política? ¿Es que el fabricante o la compañía que le hizo el pedido de estas insignias quiere decir que Adolf Hitler vive realmente en Alemania, que no está muerto, que no se suicidó, que no lo mataron y que actúa en la sombra, preparando su retorno? ¿O quiere decir que hay en Alemania muchas personas que se parecen tanto a Hitler que podrían ser él? ¿O se trata quizá de un chiste mucho más sutil, con el que se pretende recordar a la gente lo que les ocurre a los bocazas que están seguros de tener razón?

No se trata de averiguar cómo pudo creer en ti y en tus ideas toda la nación alemana; ¿cómo podías tú creer en ti mismo y en tus ideas? ¿Y al mismo tiempo hacer como si fueras el original en que se inspiró Charlie Chaplin para crear su ridículo vagabundo y como si no supieras que existía un Charlie Chaplin? Cuanto más victorioso – el país de los sudetes, Austria, Checoslovaquia, Polonia, París-, más hilarante resultabas mientras iban cayendo las naciones; pero no pudiste con el fracaso, la prueba suprema de todo comediante. El fracaso te hizo feo, estúpido, cobarde, rastrero y obsceno.

¿Estás vivo en Alemania? No estás vivo en Inglaterra. Y si estás vivo en América, que Dios asista a los chinos.

Tomado de «Cartas desde la rue Taitbout», P. 91-92,  Ed Plaza y Janés. Traducido por Ana M. de la Fuente