El manuscrito hallado de Góngora
No todos los días un estudioso de la literatura clásica aparece en las noticias culturales de los diarios. Estos últimos se ocupan de autores cuya historia semeje la de estrellas de rock o del ideal de poetas ( o perros) románticos que trasiegan el mundo sin un rumbo fijo porque la «poesía» está en el intrincado sendero de su búsqueda. Pese a esa predilección de los diarios, hoy día se ha hecho eco de un descrubrimiento de la hispanista Amelia de Paz: Un manuscrito inédito de Góngora que contiene un testimonio hecho por el poeta a un tribunal de la inquisición, fechado el 25 de Febrero de 1597.
Amelia de Paz, en un artículo de 1999 llamado «Góngora… y Quevedo?» , afirmó:
…nuestra imagen de los clásicos reposa sobre el suelo firme de muchas opiniones ajenas, sedimentadas durante siglos: material de acarreo de muy desigual procedencia al que lo fácil es añadir un estrato más; lo difícil, casi siempre, descubrir al escritor en la solidez venerable del monumento. En el caso de una historia literaria hipertrofiada como la española, la apreciación cabal de un autor constituye una tarea generalmente ardua. El curioso que con ánimo veraz intenta adentrarse en el camposanto literario tropieza pronto con un severo cordón de seguridad, donde el dato certero, la hipótesis y la conjetura infundada se amalgaman vedando el acceso a ese reino de sombras
Su hallazgo, tan mentado en la prensa española, se puede convertir en una herramienta para la desmonumentalización de Góngora, pese a lo que la descrubridora afirme que, para los diarios y telenoticieros es muy aburrido y poco llamativo. Los documentos hallados apuntan a llamar la atención en que los materiales de archivo sirven como elementos para efectuar nuevos estudios e hipótesis de lectura con respecto a una obra de modo que nace un nuevo Góngora para el presente siglo. Esta dinámica va en contravía de la monumentalización, de la estaticidad de las vitrinas que promueve el entusiasmo de los coleccionistas para ver la letra del maestro y a los chismosos que concluirán que Góngora fue un soplón.
Este es un extracto del testimonio de Góngora que ha aparecido en distintos medios:
Ýtem, e oýdo deçir a Áluaro de Vargas, paje que fue del dicho ynquisidor, como la dicha doña María era su amiga y entraba y salía en su casa muy de hordinario, y la tenía veinte y treinta días en un aposento alto que llaman de la Torre, donde la entraban por una escalera falsa que está en la prinçipal que sube a su quarto, y para tener correspondençia a su aposento hiço romper a costa del Rey la muralla de nueue pies en ancho, y el dicho Vargas la bio abrir y trabajar en ella como agora se puede ber por vista de ojos; y que quando el dicho ynquisidor dormía con la susodicha doña María lo echaba él de ber en quatro y seis camisas que abía él mudado la noche y estaban tendidas a la mañana en el terrado para enjugallas del sudor, donde hallaba en las delanteras de las dichas camisas las immundiçias y suçiedades hordinarias de semejantes actos, como lo dirá el dicho Áluaro de Vargas.