La incansable escritura de Alejandro Hernández y von Eckstein
Alejandro Hernández y von Eckstein escribe con constancia. Todas las tardes, luego de llegar de su trabajo, se sienta frente a la pantalla de su computador y continúa con la historia que va desarrollando. Si para un sólo día, retomar lo hecho se hace más difícil. Ese ritmo frenético es el que le ha servido para contar con una tetralogía llamada «Travesías de Waty el escriba» y para estar a punto de culminar la trilogía «El fotógrafo de Loma Tarumá».
De niño, en Argentina, tuvo una profesora que lo impulsó a escribir pese a que él afirmara que tenía mejor ortografía un «cabayo». La profesora le dijo que un escritor podía ser un corrector pero un corrector no podía ser escritor. Cuando tuvo 17 años y la hiperinflación estaba a punto de estallar en su natal Argentina, Hernández y su familia fueron a Asunción del Paraguay. En esta ciudad estudió administración de empresas y comenzó una carrera convencional en esta disciplina.
Las cosas comenzaron a cambiar por un juego. Mientras que sus compañeros de trabajo se iban a sus casas, Alejandro se quedaba navegando por internet; ingresaba a una página de egiptomaniacos y creó un personaje de alguna dinastía y convivía con otros jugadores. El administrador de la página le dijo que lo que escribía podía ser el material para algún trabajo literario. Alejandro, como en sus tiempos de colegial, fue renuente pero, al final, cedió y así surgió el primer capítulo de «Conspiraciones faraònicas», la primera novela de su tetralogía.
Con la publicación autofinanciada de este primer volumen, Alejandro buscó otras opciones y se hizo acreedor a una beca dada por el FONDEC en 2007. Apareció «Bajo la mirada de la cobra». Con este aliciente, al año siguiente volvió a aplicar para obtener un nuevo apoyo pero en esta ocasión su trabajo fue rechazado. Las razones esgrimidas por el jurado ee basaron en el argumento de que era una novela intrascendente para la cultura paraguaya.
Alejandro buscó apoyo de editoriales y logró publicar los otros dos volúmenes de su tetralogía: «El asesinato del faraón» y «El juego de los dioses». La calificación a su trabajo como culturalmente intrascendente fue el detonante para que escribiera una historia que discurriera en Paraguay.
Con este reto inició la escritura de su trilogía «El fotógrafo de Loma Tarumá», la cual ya tiene dos títulos publicados, el segundo se llama «El proyecto de la Mandyju Pora». La historia es la de un europeo llamado Gustav Demczsyn que llega a tierras sudamericanas y atestigua los escombros dejados por la guerra de la Triple Alianza.
La condición de extranjero del protagonista no solo coincide con la de Alejandro quien en Argentina ya es visto como paraguayo y en Paraguay hay muchos que aún lo consideran argentino. Sus abuelos fueron unos rusos que emigraron a Alemania antes de la Segunda Guerra mundial y, después de haber estado en berlín durante la llegada de los soviéticos y los norteamericanos, huyeron a América. Ingresaron por Brasil y se asentaron en Asunción; la abuela de Alejandro no se sintió cómoda con el calor abrasador y fueron a Argentina. Después volverían a la capital de Paraguay y desde ese entonces, hace 28 años, Alejandro ha vivido en Asunción.
Hernández y von Eckstein se alimenta de toda esa tradición, de lenguajes arcanos y, dada su condición errante que envuelve a su familia, ve al mundo y a la historia como una inmensa plataforma en la que pone a dialogar a personajes ficticios con otros que existieron. El tiempo lo asume como una trayectoria cuyo decurso puede alterarse por distintos motivos, casi nunca surgidos de la voluntad humana.
Su próximo proyecto es una saga sobre los nazis y sabe que continuará escribiendo, sin cansancio. Él mismo trata de entender que su labor comenzó, más que por una solicitud del administrador de una página web o por las palabras de una profesora, por el deseo de encontrar cosas que su maestro Mika Waltari no alcanzó a narrar en sus escritos. Una historia es el fragmento de una más grande. Sólo bastó con que un hombre, el primer hombre, hubiese decidido narrar algo para que creciera este flujo con vocación infinita. Alejandro Hernández y von Eckstein está sumergido en esa interminada e intermibable empresa.