Discurso sobre colonialismo de Aimé Césaire [Reseña]

Por: Siana González Olivo
Bárbaro
Es la palabra que me sostiene 
y golpea mi caparazón de cobre amarillo
donde la luna devora la sopanda de la herrumbre
los huesos bárbaros 
de los cobardes bestias merodeadoras de la mentira
Bárbaro
de lenguaje sumario
y en nuestros rostros bellos como el verdadero poder operatorio
de la negación
Bárbaro
de los muertos que circulan por las venas de la tierra
y vienen a veces a quebrarse la cabeza contra los muros de
nuestras orejas
y los gritos de rebeldía nunca oídos
que giran con medida y timbres de música
Bárbaro
el artículo único 
bárbaro el tapaya
bárbaro la anfisbena blanca
bárbaro yo la serpiente escupidora
que de mis putrescentes carnes me despierta 
de repente gekko volador 
de repente gekko franqueado
y me adhiero también a los lugares mismos de la fuerza
que debereis para olvidarme
arrojar a los perros la velluda carne de nuestros pechos
Aimé Cesaire
 
[ Texto de referencia: Césaire, Aimé (2006), Discurso sobre el colonialismo, Madrid: Ediciones Akal.]

El Discurso sobre colonialismo Aimé Césaire lo abrirá con la siguiente afirmación: “Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que suscita su funcionamiento es una civilización decadente.” (2006: p. 13) Esto será reiterado a través de todo el discurso que girará en torno a la discusión de la mirada europea sobre los pueblos colonizados. La mirada europea hacia el “otro”.

El autor va a desplegar su discurso basándose en la premisa anterior y, además, en la definición de colonización, a la cual le resta sus intenciones filantrópicas y motivos religiosos; Cesaire reducirá el término al hambre de riquezas de Europa, al enriquecimiento de esta a expensas de los pueblos colonizados.

Lo anterior cambia el panorama completo. ¿Se le podría discutir esto al autor? De ninguna manera. Cesaire, a través de todo el texto va a mostrar el horror de la colonización, con citas de autores específicos y, bueno, a veces no tan específicos: “Una última cita la tomo de un tal Carl Siger.” (2006: p. 19) Esto no sólo es risible, da cuenta de la innumerable información que hay sobre el tema y las diferentes opiniones que constatan la crueldad del evento.

Si es de rescatar lo importante del texto, tendríamos que citarlo todo en esta corta reseña. De tal forma que haremos mención de cuatro puntos que me parecen relevantes, no sin afirmar que el texto completo es una joya invaluable que despertará, no sólo la curiosidad de muchos, sino del letargo en el que se encuentran sumidos.

Ya mencioné un punto, referido a la definición de Cesaire de colonialismo. Más adelante se referirá a la idea de que una civilización que coloniza a la fuerza y con crueldad “es una civilización enferma, moralmente herida (…)”, (2006: p. 17) que va a plantear no solo la posición del autor frente a Europa en el momento mismo de la colonización; va a reafirmarla en el momento mismo del discurso. En el sentido de que a través del capitalismo y sus formas de extorsión silenciosa se vive todavía un cierto tipo de esclavitud. Sobre todo la mental. El autor va a referirse al modernismo y todas sus promesas vacuas: buenos niveles de vida, mejor educación, menos pobreza y “progreso”. El término progreso va a ser intercambiado por la afirmación: “Yo hablo de sociedades vaciadas de ellas mismas, de culturas pisoteadas, de instituciones minadas, de tierras confiscadas, de religiones asesinadas, de magnificencias artísticas aniquiladas, de extraordinarias posibilidades suprimidas.” (2006: p. 20) El autor se referirá a las pérdidas de los aztecas, de los incas a toda la columna vertebral de una sociedad: sus símbolos; es decir: su religión, sus infraestructuras, sus creencias que desde la primera vez que fueron violadas, no han sido repuestas y siguen maltratándose.

Por otro lado, Cesaire va a afirmar que la colonización cosifica al colonizado, pero también al colonizador. El colonizador como asesino, como victimario se reduce a eso: a una cosa que produce dolor y que le reduce y le sustrae la posibilidad de vida al otro: al que cree menos humano.

Y, más adelante, al repudiar el hecho de que se crea que Occidente tiene la potestad sobre el tiempo, la ciencia, la tecnología, redefine a los pueblos colonizados. Los incluye en vez de excluirlos dentro del imaginario de la historia no sólo como el pueblo siempre oprimido sino como un lugar al que no se le dio voz pero que está hablando. Es por esto mismo que autores como Cesaire,  han repensado los términos en los que se define esta porción de la realidad. Hispanoamérica, el Caribe pensado desde nuestros propios términos adquiere un nuevo color y el hecho de vernos desde nuestra realidad y no definirnos a partir de los términos de otro sugiere que el otro también debería empezar a hacerlo.

Cabe anotar que el tono del texto es un tanto acusatorio, ¿es esta la mejor manera para repensarnos?, ¿se trata de pelear con el otro y hacerle caer en cuenta de grandes errores a través de la historia con este tono? No será el mejor, pero sí el verdadero tono del dolor que sufre una civilización desangrada y herida. El texto de Cesaire es una gran muestra de la opinión colectiva, una opinión que está abriéndose paso y que habla de una realidad que si bien estaba escrita, no estaba bien direccionada. Por eso tantos testimonios y tantas citas y autores que, a nuestro parecer, no podrían ser más pertinentes.

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