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LOS BIG LEAGUERS DE LITERATURA COLOMBIANA. Por Antonio Mora Vélez.

LOS BIG LEAGUERS DE LA LITERATURA COLOMBIANA.
Por Antonio Mora Vélez.
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El autor – vía Monteria Web-

Es frecuente leer y escuchar a los escritores que juegan en las Ligas Menores de la literatura (AAA, AA, A y hasta clases B y C), referir sus encuentros y anécdotas con los que juegan o jugaron en las Grandes Ligas.
Sobre Gabriel García Márquez -que es el Gran Big Leaguer de la narrativa colombiana- he leído y escuchado miles de comentarios sobre las veces que tal o cual escritor se encontró y habló con él o lo vio simplemente y lo saludó, con mucha admiración y algo de envidia, y visto las fotos en las que aparece a su lado. Yo debo confesar en esta nota que ni lo conocí ni lo vi en persona en parte alguna del planeta y por supuesto que no puedo mostrar con orgullo una sola foto con él. De lo cual no me arrepiento; quienes lo conocieron y hablaron con él tan solo dos o tres palabras me han dicho que no me perdí de nada excepcional. Todo lo que sé de su vida pública lo he leído o me lo han contado. De su vida privada, lo que él mismo refirió en Vivir para contarla. Y lo conozco como escritor porque he leído una buena parte de sus libros y puedo afirmar que, no obstante tales lecturas que disfruté y a veces sigo disfrutando, no acuso su influencia lexical ni estilística en ninguno de mis cuentos ni de mis novelas.
Pero en cambio sí conocí a otros “grandes ligas” de las letras colombianas, ya fallecidos, a varios de los cuales, en su propia casa, y que pude conversar con ellos sin la presencia de periodistas ni de personas ajenas que nos interrumpieran.
Al primero y más importante de la lista, a Manuel Zapata Olivella, a quien invité varias veces a mi residencia, en Montería y Sincelejo, invitaciones que el reciprocó en su casa bogotana, y quien me hizo el honor de asistir al lanzamiento de mi primer libro: Glitza, cuentos de ciencia-ficción, en el auditorio del Hotel Sinú de la capital sinuana, un día del año 1979. Manuel me incluyó en la muestra de escritores cordobeses que hizo en uno de los números de su revista Letras Nacionales y yo organicé el homenaje que la Corporación Universitaria del Caribe le hizo ya casi al final de su trayectoria vital. Todavía recuerdo, con algo de sentimiento, la tarde en la que él nos leyó en el patio de mi casa en Montería, a mí y a varios de mis amigos literarios de entonces, el poema inicial de Changó y nos dijo lo optimista que se sentía con esa novela. Él aspiraba a que fuera la gran novela afroamericana, pero se le anticipó Raíces y ésta se convirtió en un best-seller mundial gracias al cine y a la TV gringa. Y también recuerdo, con satisfacción, la vez que él, en la cafetería de la Universidad de Cartagena me dijo, delante de mis amigos Geminiano Pérez y Fernando Herazo, que al cuento Viernes Negro que me había publicado la Universidad en un folleto en el cual también figuraban mis amigos, le faltaba alma porque estaba escrito desde afuera del hecho social que pretendía reflejar y no desde adentro; que yo debería conocer mejor esa realidad de los barrios pobres para relatarla. Eso me obligó a leer más a los clásicos de la literatura de corte social y a ver esa realidad, no desde la perspectiva del joven escritor que la observa con ojos de predicador religioso o de político en busca de electores, sino desde la perspectiva del escritor que la vive y ha adquirido conciencia plena de ella y de sus causas. Después ocurrió la anécdota que he contado mil veces sobre el cuento que le dediqué a un estudiante bravucón de la facultad y mi posterior descubrimiento de la ciencia-ficción. Y cuando ya había aprendido la lección de Manuel, la escritura de las novelas realistas editadas: A la hora de las golondrinas (2011) y En la otra orilla del río (2018), los cuentos de Balada del encuentro más allá del silencio (2017), La gordita del Tropicana (2012) y las novelas aun inéditas: Toda una vida y Para tomarme el cielo por asalto.
El segundo es Germán Espinosa, a quien visité dos veces en su apartamento de las Torres Jiménez de Quesada en Bogotá y con quien me vi varias veces en la Feria del Libro de la capital. Y quien, según le respondí en una entrevista a Jorge Consuegra hace algunos años, debió haber sido también Nobel de literatura por la grandeza de La tejedora de corona y otras obras como La balada del pajarillo y el Signo del pez. Con él hice parte de un conversatorio sobre ciencia-ficción en la FILBO, tema que él conocía en profundidad por sus muchas lecturas. Y le dediqué uno de mis cuentos de CF, La entrevista, en el cual uno de mis personajes es el personaje central de su cuento La noche de la Trapa. Haberle escuchado hablar de literatura en su apartamento es una de las experiencias más asombrosas y al mismo tiempo más ilustrativas que yo haya tenido.
El tercero es Pedro Gómez Valderrama. Y a quien conocí en las varias asambleas nacionales de la Unión Nacional de Escritores-UNE, de la cual él era el presidente y yo, representante en Montería. Con él participé en un conversatorio sobre el cuento literario que organizó la UNE en Bogotá; yo hablé sobre el cuento de ciencia-ficción. También participaron los escritores Arturo Alape, Alonso Aristizábal, Jairo Mercado y otros. En una de esas reuniones de la UNE, Don Pedro me dijo que estaba escribiendo algo sobre Glitza, que todavía estaba sobre el tapete. Lamentablemente murió antes de terminar o de publicar dicho escrito. Pedro Gómez Valderrama tenía la presencia de un hombre de estado -que lo fue- pero con la amabilidad y la sencillez de un hombre del campo. Y fue un demócrata integral, clase de persona en vías de extinción en los partidos que tradicionalmente han gobernado el país.

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Editorial MilInviernos ofrece ARRÚLLAME RAMONA para Libre Descarga y distribución

arrullameramona

ilustración David Barrero

Nuestra Editorial sigue creciendo exponencialmente como si se tratara de un virus sin vacuna. Pero no queremos encontrar ni la cura ni la vacuna contra el hábito de leer bellezas mágicas y artificios tristes. Por eso, Mil Inviernos pone a su alcance el texto Arrúllame Ramona, de Cermeño y Escovar,  editores de esta página.

 

Esta nouvelle se pregunta por el fenómeno humano a pesar de tener a su doble robótico o androide. Como un espejo. Si el bebé de Lacan se vio completo nuestro bebé está desmembrado. Tengan a bien, este fascículo que forma parte de la colección Mil Inviernos. Pronto vendrán más títulos y así se completará el Universo de Maravillas tristes.

PARA DESCARGAR EL LIBRO ENTRAR A:EDITORIAL MIL INVIERNOS

LAS VALIENTES TAMBIÉN ME GUSTAN — Umberto Amaya L.

LAS VALIENTES TAMBIEN ME GUSTAN 

Umberto Amaya Luzardo

Vamos entonces, tú y yo,
Cuando el atardecer se extiende contra el cielo.
 
Thomas S. Eliot

 

 

 

Arauca, octubre 16  con calor de medio día.

Carajita: Deja que te llame carajita para que así, con un poco de intimidad pueda contarte mejor las cosas. Contarte por ejemplo que el lunes al caer la tarde te vi por primera vez, y  el miércoles en la mañana se formó el mierdero. Ese lunes lo tengo claro,  pasaste  rozando  el puesto de las empanadas pequeñitas que venden  a solo trescientos pesos. Yo  estaba ahí parado mirándote  y en la alegría de ver una catira bonita, te sonreí y tú, con una sencillez  que casi me congela, me devolviste en lazo abierto  tu sonrisa.

–Prueba  una, yo invito– te dije, y me respondiste que no. Pero insistí pidiendo que por favor  la aceptaras para no sentirme despreciado –Si quieres mejor llévate diez, que yo con gusto las pago. –Llévaselas a los presos, que ahí no más queda la cárcel– te dije,  casi que con  autoridad. ¿Te acuerdas?

–El miércoles entendí por qué te gustó la idea y por qué me aceptaste las  empanadas que te dieron en una bolsa de papel con la parte de abajo transparente  de manteca. Te las entregaron, sacaste una y  la mordiste comprobando que son pequeñitas pero deliciosas. Unos  segundos  no más te vi a los ojos y quedé  sorprendido, porque las catiras de estos lados son marmoleñas y de ojos  claros y otras más escasas todavía,  tienen ojos de candela en marzo, pero los tuyos son diferentes, tienen  un verde intenso color retoño.

Te vi las tetas mal escondidas en la camisa y se convirtieron  en un imán para mis ojos; tú lo notaste y poniendo el semáforo en verde, me dijiste con picardía de cómplice: -las tengo un poco grandes, pero con una plata que voy a recibir les voy a disminuir una talla. Lo dijiste por mamar gallo y mamando gallo te respondí: –No, yo te pago la operación, pero no para que te las disminuyan sino para que te las agranden,  que a mí no me gusta acariciar sino amasar con furia- te dije, feliz de encontrar una mujer como tú, sin escrúpulos de monja ni vergüenza genital, pero  sentí en tus palabras la necesidad que tiene  todo recién llegado de poder comentar con alguien afín sus emociones, y vi también en el fondo de tu alma  el vaso de angustia que debías beber. Quiero decir con esto, lo que el olfato me dijo, que no habías llegado al pueblo a turis-vagabundear  sino que en algún cruce serio te movías. Por eso, no te pregunté el número  telefónico, además, no cargabas celular, yo me di cuenta. Te pedí el correo y en un pedacito de la bolsa que no estaba enmantecado lo apuntaste y  todo sucedió como en esos amores ridículos, en que los acercamientos jamás pasan de besito en la mejilla,  y es verdad, entre nosotros no ha pasado nada todavía, pero en el pueblo sí, en  el pueblo se formó el mierdero y fuiste tú la protagonista.

Antes que todo eso sucediera yo tenía ya tu dirección  electrónica, que escribir por  internet es mi fiebre, porque en la escritura tiene uno  la intimidad y el encanto de rumiar las palabras, en cambio con el teléfono debes ser  más repentista y estás siempre peleando con los minutos y cuando no estás acostumbrado te atoras,  y como en el amor, hasta las palabras se acaban. Pero mi vicio es intercambiar mensajes largos con mis amigas cibernautas y las que por pereza empiezan mandando frases de Pablo Cohelo, o  grupos de oración en cadena, les doy el preaviso y si insisten en sus pendejadas y en su  contaminación visual, les cierro los vidrios. Y en esta vida  de peregrino que me ha tocado, cuando paso por los pueblos busco las peladas que se escriben conmigo y les hago la visita.

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Nuevo libro sobre literatura fantástica colombiana de Campo Ricardo Burgos

«Notas para una historia de la literatura fantástica colombiana (1997-2015)» es el título que presenta el nuevo trabajo investigativo del escritor colombiano Campo Ricardo Burgos López, publicado por la Universidad Sergio Arboleda. Abarca una época de casi veinte años, explorando un campo poco explorado por los analistas de la literatura en este país, y mucho menos fuera de él.

Les presentamos a nuestros lectores la portada y contraportada de este importante libro sobre la literatura fantástica nacional:

ENTRE DESIERTOS "Todo era azar en el Hotel Sahara" de Rubén Vélez

Comentario desértico de Luis Cermeño a» Todo era azar en el Hotel Sahara» de Rubén Vélez,  publicado este mes de mayo por Sílaba Editores:

coNTRATAPA

Aparece en la contratapa a » Todo era azar en el Hotel Sahara» de Rubén Vélez. Uno de los libros más interesantes en las arenas azotadas   por magufos y mercaderes.

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CUANDO LOS AÑOS… por: Antonio Mora Vélez

Poema de Antonio Mora Vélez (reconocido autor colombiano de ciencia ficción) que  generosamente nos permitió reproducir en Mil Inviernos. Todos los derechos reservados  © pertenecen a Antonio Mora Vélez.  

fotografía Camilo Arias

fotografía Camilo Arias

CUANDO LOS AÑOS…

Camino y siento que mi cuerpo no es el mismo
Que se inclina como caña de bambú hacia los lados
Y que piso con una dificultad desconocida
Con unos pies que se resisten
A seguir cargando con mis años
Duermo y siento que mi sueño no es el mismo
Que es tan ligero como una pluma de colibrí
Y que casi siempre se me acaba cuando los demás
Apenas contemplan sus hermosas fantasías
Hablo y siento que mi voz ya no es la misma
Que se me rebela y encuentra frenos que antes no encontraba
Y que trata de esconderse entre mis labios
Como si temiera descubrir un velo vergonzoso
Leo y siento que mis ojos no son los acuciosos
y penetrantes ojos de mis primeros libros
Se cansan rápido y pierden la fijeza de otros tiempos
Y se me llenan de lágrimas y de un poco de tristeza
Pero cuando pienso
Mi pensamiento vuela más alto y más veloz que antes
y no es menos que mi voz y que mi cuerpo
Camina Habla Lee Grita y Sueña
Y no se resigna a envejecer

Montería, julio 5 de 2015

Se destetó el aborto de Borges (short story science fiction) nominado a los Hugos

El premio Hugovski Sagarov es entregado a las peores obras de ciencia ficción publicadas en medios impresos, virtuales e imaginarios. Este año tenemos el honor de que un representante de Colombia asistirá a la cita llevada a cabo en Minsk, Bielorrusia. Este relato cuenta con el atractivo de la mentada intertextualidad que tantas tesis provoca en facultades de letras, humanidades y artes. Pedro Sánchez Merlano (miembro honorario del colectivo poético Moras Silvestres) no cabe de la dicha ante la nominación de su trabajo. No podemos dejar pasar esta oportunidad para sentirnos avasallados por la dicha pues uno de nuestros más fervientes colaboradores, entra al parnaso de la literatura de ciencia ficción de Europa Oriental. Pedro Sánchez Merlano quiere ir a Donetsk a rociar bala a cuanto separatista ruso se atraviese en su camino. Como El Manco de Lepanto, nuestro Pedro Sánchez Merlano será un mito gracias a su participación en las batallas más decisivas de este siglo. Recordaremos con mucho cariño aquella entrevista que nos brindó hace más de dos años:

Pedro Sánchez Merlano, un día ante la genialidad literaria.

Ahora disfruten de esta pieza literaria, sin igual y siempre igual, como decía don Álvaro Cepeda Samudio (integrante honorario del tríptico de Álvaros, completado por don Gómez y don Uribe).

abortoborges

SE DESTETÓ EL ABORTO DE BORGES

Pedro Sánchez Merlano. 

La matriz sicodélica y hecha de mercurio ionizado se había roto antes de tiempo. En su interior el feto que habría de convertirse en el fenómeno literario por excelencia, se hizo aborto. Cabe recordar que a don Jorge Luis Borges le habían dado la progesterona suficiente para generarle mastitis y luego de haberle implantado un útero se aguardaba que pariera un hijo, el culmen de la literatura latinoamericana, teniendo en cuenta que una vez entrado en celo don Jorge Luis fue apareado por don Gabriel García Márquez.

Antes de continuar con mi relato debo hacer notar que este Jorge Luis Borges no era el original, sino uno de los clones figurados por don Campo Ricardo Burgos, en su obra El Clon de Borges, texto que recomiendo a la pléyade de novísimos escritores de ciencia ficción que cunden como la peste negra en Europa por nuestros días.

Vuelvo a mi relato:

La sesión de apareamiento fue de difícil consecución, dado que los senos de don Jorge Luis estaban más escurridos que sus cachetes y sus nalgas semejaban un par de flores secas que harían llorar a don Pablo Neruda (el original, pues sus clones se volvieron malos y tan inteligentes que se hicieron llamar Enrique Lihn, Nicanor Parra y Robertito Bolaño). Pero el feto, que ya se  iba gestando como un profesor lleno de tics nerviosos y comentarios sagaces, solo esperaba que la leche de Gabo hiciera lo que tenía que hacer. De modo que, nosotros, es decir, yo, es decir, uno de los científicos que apoyó este experimento, tuvimos que masturbar al bardo caribeño y depositar el semen en la ranura seca de don Jorge Luis, por medio de la inseminación artificial.

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Conversa de Harold Alvarado Tenorio y Gustavo Álvarez Gardeazábal

El docente Martínez expone la teoría pre y post operación bariátrica de HAT.

El docente Martínez expone la teoría pre y post operación bariátrica de HAT.

Aunque sus carreras se han bifurcado por dos rampas paralelas, uno hacia la poesía y otro por el periodismo, Harold Alvarado Tenorio y Gustavo Álvarez Gardeazábal comparten muchas cosas. La que más resalta es el ánimo que cada uno genera al solo ser mencionado: » o se les ama o se les odia» como dicen las señoras que recogen la mierda de sus perritos tacita de té en los parques.  Por lo tanto ambos tienen un velo de malditismo en el imaginario, que pronto desaparece cuando se les ve, con  esas risas jocosas y un leve agache en su postura que puede reflejar tanto cansancio como agradecimiento del solo hecho de estar vivo en un país al que pocos se pueden dar el lujo de enfrentarse con el verbo «y salir parado», como rematan las frases los sicarios cuando comparten el roscón con la mocita preñada a espaldas de la novia oficial, con la que ya tienen dos pelados, uno seguramente un cadáver precoz y el otro tal vez un futuro marica orgulloso; marica orgulloso  como este par que hablan y reivindican  su educación dentro de la tradición francesa de la sátira, del no respetar a nada, ni dejar «títere con cabeza» como dice la muchacha que  se adormece en el transmilenio agradeciendo la fortuna de haber encontrado un puesto libre, pero incómoda por la compañía de un famélico con aire de estudiante de literatura, ese mismo aire que debieron tener tanto Alvarado Tenorio como Álvarez Gardeazábal hace 40 años, cuando alucinaban entre letras un destino mejor que volver a encontrarse ambos para volver a lo mismo.

The Punisher va al supermercado (Héroes Decadentes- FVR)

 Francesco Giuseppe Vitola Rognini

Héroes decadentes

  Presentando

Segunda parte: Superhéroes fuera de foco

The Punisher va al supermercado

 

eL PUNISHER va al supermercado

Ilustración Roberto Rodríguez “Hereje”

 

 

Por los altavoces suena una melodía en piano, mientras una voz nasal femenina hace varios anuncios: Pasillo doce, lácteos y productos congelados, oferta por la compra de más de cinco productos… Se necesita el precio de tampones extra grandes en la caja de nueve… Nicolás favor acercarse al pasillo cinco, código N, un niño ha hecho destrozos.

¿Dónde carajos estará el papel higiénico? Demasiada gente en un mismo lugar me incomoda, no dejan ver nada, bloquean la circulación con sus cuerpos pequeños y frágiles. Esto está lleno de niños, ancianos y mujeres. No sé porqué tuve que esperar hasta el sábado para comprar todo esto: Atún, fríjoles, pulpo, carne; todo enlatado. Más algodón y alcohol. Tanto ruido me pone nervioso, necesito salir de aquí cuanto antes. Detesto los coches de supermercado, los bastones de las abuelitas, el llanto de los niños pequeños.

Cuatro de la tarde, señor”, me dice la anciana cuando le pregunto la hora. Es imposible llegar al papel higiénico. En uno de los pasillos la viejecita me ha pedido que le baje media estantería para ver los precios, al final no ha comprado nada y me ha tocado regresar todo a su puesto. Un hombre tropezó conmigo y por poco causa un desastre con las dos cajas de cerveza que llevaba en brazos. Su hijo lo hizo trastabillar y si el hombre no hubiese tenido buenos reflejos el niño hubiese recibido las latas en la cabeza. Miro atrás hacia donde están las cajas registradoras y las filas aumentan a toda velocidad. No entiendo donde estaba metida toda esta gente.

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Entrevista a Luis Fayad, un nombre inolvidable

LUIS FAYAD, UN NOMBRE INOLVIDABLE*

Entrevista por: Viviana Galvis y Luis Cermeño

Fotografía Viviana Galvis ©

Fotografía Viviana Galvis ©

El escritor que nos legó el mejor retrato de la Bogotá de los años 60’s ya no se reconoce en esta ciudad. “No es la misma capital de los años de Los parientes de Ester, en todo caso una provincia, ahora tenemos para mal o para bien una metrópoli”, expresa con esa voz fuerte y sentenciosa, que se interrumpe bien sea por la velocidad de su pensamiento o el temblor de los años. A veces se olvida de algo y entonces señala triunfalmente: “Esto ha sido de toda la vida”. Pese a llevar más de 4 décadas por fuera del país, la mayor parte del tiempo en Berlín, niega que se haya asentado definitivamente. Es como si tuviera un pie acá y otro allá, lo que atribuye a sus amigos y a su familia. “Otra cosa es cuando no se tiene a nadie, ni amigos ni familia, como mucha gente; ya no hay nada que hacer acá”. Además de la gente querida, convocan a Luis Fayad los recuerdos y su propia obra; pero también un profundo interés por la vida cultural del país. De estas cosas quisimos dialogar con el escritor bogotano, cuya vigencia y producción dista de agotarse.

—¿Cómo fue su relación junto a Luis Vidales?

—Como amigo, yo estaba mucho en su apartamento junto a otros jóvenes que íbamos a visitarlo. Él me recibía cordial, uno no tenía que llamarlo, él estaba todas las tardes ahí para que fuéramos y nos reuniéramos. Éramos jóvenes y él siempre tenía cómo atenderlo a uno, y hablaba aunque también opinaba. Gran enseñanza fue para mí Luis Vidales.

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