Episodios cotidianos. Por Francesco Vitola

 

Cataluña es España

07/06/2023. Barcelona

 

La xenofobia y el racismo es la emulsión que los partidos de derechas necesitaban para retomar el control del país y unificar el reino de España, en las últimas elecciones quedó demostrada la eficacia del vínculo ideológico que subyace a la diferencia lingüista.

Lo comprobé hace unos días, a partir de un comentario que hice en una red social que promueve el uso del catalán, en la que se afirmaba que todos los extranjeros eran «güiris», termino que creía equivalente al «gringo» que usamos en Latinoamérica para llamar a todo turista de lengua no latina —entiéndase «latina», por lengua romance—.  Al parecer, según los comentarios que respondieron a mi inquietud, el calificativo depende de los prejuicios del interlocutor, para quien puedes ser «latino», «sudaca», «pancho» o «güiri» según tu color de piel y nivel adquisitivo.

Así es que todos somos extranjeros en España, ombligo del mundo hispanohablante, al parecer. Extranjeros somos todos en Cataluña, desde lo hispanohablantes nacidos en la península ibérica, hasta los mal llamados latinos —aquí usan el término «latino» para referirse a los latinoamericanos, pasando por alto que todas las lenguas cooficiales de España, salvo el Euskera, provienen del latín, y saltándose otros hecho histórico: a los hablantes del latín, es decir, a los ciudadanos del imperio romano, del que también hizo parte este territorio, se los llamaba latinos—. El caso es que se armó la gorda cuando puse en duda esa lógica que de un plumazo mete en la misma bolsa a anglosajones,  a hablantes europeos de lenguas romance, a «panchos» — latinoamericanos de origen indígena—, y a los «sudacas».

Básicamente, entre los que defienden el uso del catalán a ultranza, eres poca cosa si no hablas su idioma, una lógica idéntica a la que aplican los mustios guardianes de la pureza del castellano, que dedican la postrimería de sus vida a modificar acentos y leyes gramaticales, y para quienes solo hay una forma correcta de hablar el español.

Si el único factor diferenciador entre Cataluña es España es su lengua, el independentismo ya perdió la batalla. Una lengua no separa a los que comparten ideología, porque son las ideas subyacentes los verdaderos aglutinantes, nos lo enseñó la Segunda Guerra Mundial: tres dictadores, tres países, tres lenguas distintas, idénticas taras ideológicas y raciales.  Así que, estimados catalanes, trabajen la tolerancia, especialmente hacía los extranjeros que no hablan catalán, y bájenle a la xenofobia, porque desdeñar al que no sabe su idioma los hace tan tiranos como el reino monolingüista del que desean separarse.

 

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