G G Allin va al Espacio

Si acaso algo supo G. G. Allin en su corta y estrellada vida fue que vivir era algo muy terrible. Como un vaquero sus días  fueron  pura chapuza. Nacido Jesus Christ Allin, llevó el punk rock a su máximo esplendor, como cuando defecaba y se untaba su propia mierda en el rostro para luego arrojárselo a sus seguidores. A veces en la noche, cuando me da la pensadera, trato de ver a través de las nubes contaminadas alguna estrella y me pregunto por el signo en el que nacen algunas personas que acá abajo parecen  una hermosa catástrofe. La rabia no es más que una tristeza reactiva y el odio un desespero por sobrepasar nuestra propia verja. Algunos canaritos destruyen su pico obstinados en atravesar ese límite invisible.

Hated es un  documental que da cuenta de la batalla perdida de Allin, en el que el punk rock es una armadura y G G su carne de cañón.

El trayecto hacia el destino de Allin quedó registrado en video por uno de sus cercanos amigos, que lo acompaña a través de todo el caos después de una de sus presentaciones en búsqueda de una dosis de droga que fuera a recibirlo a patadas, como una de sus más queridas seguidoras. Con un beso se despide de su amigo, y éste, cual amante crucificado, le dice que se verán de nuevo (En el Paraíso, mi amor).

Todos se burlan de la persona que manifiesta ardorosamente su ansía de morir pronto. G. G. quería morir en el escenario pero su obsesión con la heroína le arrebató ese sueño para sumirlo en uno mayor. El odio, las ganas tan machas de morir, a veces toman la forma voluptuosa de un escándalo  que la sociedad imbécil con sus dioses sin dios no puede comprender. G. G. nunca dejó de expresar cuán hermoso era.  Y en su muerte narcótica fulguró una lágrima del odio contenido de una criatura que no aceptó sumisamente las rejas de la cárcel humana.