Bella Durmiente. CUENTO DE LUIS BOLAÑOS

El gran escritor colombiano, residente en Lima-Perú, Luis Bolaños,  nos ofrece un estupendo cuento de ciencia ficción  para empezar el año:

 

BELLA DURMIENTE

 

Mientras contemplo la orgía de tonalidades rojizas en que se derrumba el horizonte, me voy preparando para la entrevista. Desde el ventanal del florido piso 109 de mi arcología se pueden admirar aterradores atardeceres que parece desangraran al cielo y nos dejaran huérfanos de sol.

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Arcología en Cosanti, estudio del visionario del concepto de arquitectura de ambiente bioclimático Paolo Soleri http://arcosanti.org/visit/cosanti/ 

¡Buenas tardes! saludo al recién llegado que acaba de conducir Mariev a mi oficina. Con cierta reluctancia me replica y casi de inmediato exige que le garantice resultados a su pedido de búsqueda y recuperación de persona, le explicó que recién durante el diálogo, mientras voy conociendo los intríngulis del caso, decidiré si lo tomo o lo dejo, de inmediato se dobla, su pecho se hunde, los hombros se abaten, un gemido se estrangula en sus delgados labios.

Para tranquilizarlo le digo que le contaré una historia:

A su ingreso por aduana le entregaron holodatos (hologramas que se ramifican a pedido para explorar historia, procesos productivos, mecanismos sociales) e imagiláminas (grabaciones múltiples que abarcan desde geomorfología hasta botánica, pasando por la forma como ha ido coagulando en organismos e instituciones nuestra sociedad). No son suficientes, requiere de un testimonio nativo para aquilatarlos, pero entregan una idea

No somos condenados ni expulsados, escapamos del Imperio como ocurrió en demasiados sitios con aquellos instrumentos que pudimos utilizar, en torno a nuestra luna se arracimaban neurobajeles en decadencia, cuyo costo de desguace era mayor que el beneficio, claro que se canibalizaban con frecuencia porque no habían sido dados de baja, pero mantenían su declinación amojonada, aún podían navegar.

Casi todos los habitantes del planeta decidimos partir en ellas tras triunfar el alzamiento contra las tropas imperiales acantonados para garantizar prepotencia y vigilancia sobre el portal; tras derrotarlos la flotilla surcó hacia el cosmos con período de caducidad ya vencido, para cuando arribamos por accidente a las inmediaciones del mundo que desde entonces sería refugio y guarida ya se estaba manifestando la decadencia en horadaciones sobre la piel exterior, inesperados flujos de geles putrefactos, pasillos que se derrumbaban, secciones que enloquecían o paredes que se abombaban reventando en putrefactos aluviones de ingredientes y constituyentes, domos que se ablandaban y chorreaban, arcos  y dinteles que cedían. Y lo peor, cámaras de criogenización des-congelándose.

Por los vetustos procedimientos almacenados-extendidos en la carne de los neurobajeles y expuestos en las pantallas: detener la descomposición, salvar vidas y encontrar la mejor manera de ligar ambos propósitos, animó su feedback para ofrecernos otra oportunidad de salvamento; sabíamos que pesaba sobre el sistema donde emergimos una interdicción con una amplia zona de exclusión que no se ligaba con la rebelión por ser muy anterior, igual decidimos desembarcar, era la única opción ante las circunstancias. Aún agonizando los neurobajeles morían por nosotros, los humanos.

En principio, soy un inductor social que se ocupa de identificar personas en contextos acotados para promover actividades de cambio “domesticado” como dicen los Althussers[1]. Como extensión tangencial pero significativa, me encargo de buscar, encontrar y devolver a su micronicho (familia, clan, empresa-célula, panal, matriz-estirpe, cuna-modelo, rama-laxa o tronco-horda de las distintas manifestaciones organizadas de las tribus urbanas [2]) al biofardo.[3]

En ocasiones algún sujeto certificado[4] o una institución solera[5] me solicita una explicación ya sea al lema global de mi oficina de investigación: “La complejidad no debe ser –en cualesquiera circunstancias o procesos- un motivo para la inacción” o a la consigna específica que aparece en el borde de la propaganda: “Explorar sin conseguir obliga a la reiteración”.

Para ambos pedidos me remonto en mi ontogenia y relato mi primer caso de “buscado-devuelto”, el mismo que le voy a relatar. En su beneficio, como acabo de señalar con algunas ampliaciones, porque averigüé que aún no cumple ni siquiera una órbita de permanencia (equivalente a una traslación alrededor del sol que nos ilumina) y que de repente no ha extraído las consecuencias de su viseolectura, con frecuencia formal:

Nuestro planeta se denomina Perihelio (por ser el más cercano a la estrella-madre que nos albergó cuando arribamos en las neurobajeles TUF: Transbordadoras Ultracósmicas Familiares, enormes naves que llevan una cápsula interior protegida donde viajamos como protovida criogenizada y cuya proa es una boca atiborrada de tubos recolectores de hidrógeno que rellenan el espacio entre la capa aislante de la semilla vital que nos acoge y la cubierta exterior, inmensa armazón de paneles o toldos entrecruzados de dureza indescriptible y bajo el cual se quema el hidrógeno recolectado para impulsarla, motivo de una larga pluma ígnea en la redondeada popa).

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By Don Davis (Donald Davis’ official site.) [Public domain], via Wikimedia Commons

Cuando estamos despiertos durante el periplo funcionamos como en las naves generacionales clásicas con intrigas, asonadas y errores que conducen a catástrofes, en nuestro caso tras el riesgo inminente del colapso aterrizamos en los transbordadores sin problemas y tras algunas peripecias que se comentan en los materiales educativos “Historias para Olvidar” nos instalamos (discusiones sobre la cadencia de descriogenización, porcentajes por grupos etarios, enfrentamientos en ocasiones muy vehementes quizás motivados por el miedo, encuentros con los objetos y edificaciones abandonadas por los antiguos moradores, experiencias similares ocurridas en otras fugas). Dedico tiempo a explicarlo porque usted y su familia arribaron en otro tipo de transporte en un contexto diferente.

Tras un corto período de comprobación territorial instauramos dominio y terminamos por construir una megaurbe-capital, rodeada de miniurbes que nunca conurbarían (dentro de un momento comprenderá porqué), se transformó en el lugar con mayor velocidad de cambio e innovación social pero cuya tasa de reemplazo se desplaza en correspondencia a su ley de población original pero absurda: disminución acelerada de habitantes jóvenes por desintegración acelerada de marcos conductuales que conducen a hiperviolencia, los mismos que requieren ser sustituidos por rituales -que pueden tener sentido o no- pero que fueron diseñados por los bisoños de las primeras generaciones y marcan una ruta de maduración con cierta eficacia, recordemos que además en la actualidad ya las cavernas de criogenización están vacías, los neurobajeles momificados y no hay pioneros que despertar.

Sus características las fuimos descubriendo de a pocos, asentamiento de una especie desaparecida que dejo más misterios que respuestas, con un pequeño continente central sobre el ecuador rodeado de continentes colosales, atiborrado de ruinas, en especial el punto donde decidimos plantar el centro administrativo situado en la misma dilatada bahía donde parece afincaron con preferencia, aquellos a quienes denominamos Keplers.

¡Ah! esos ET que se desvanecieron sin que pudiéramos saber como eran pero que indudablemente eran magníficos arquitectos y edificadores; aquí existen asimismo tres restos arqueológicos anómalos. Aunque primero llamamos la ciudad Reliquia por conservar los colosales vestigios arquitectónicos que nos dejaron de herencia: los Ductos Húmedos & Secos[6], los Jardines Aéreos Tragadores[7] y las Torres quizá Infinitas[8], ahora le decimos Memoria, ya que creemos haber comprendido alguno de los mensajes que dejaron. La bahía se abre entre una península al oeste y una cadena de colinas que se arrojan sobre el mar al este, allí se ubican los:

Ductos Húmedo-Secos: Colosal estructura de racimos visibles como galerías que horadan los cerros, y aquellos que se extienden por el aire son invisibles pero firmes, para evitar susto se ha instalado un cordón celeste de guía, ambos cual haces de fideos en explosión o cabellera desordenada se esparcen como túneles abovedados transparentes que penetran igual hacia el continente que hacia el piélago por decenas de kilómetros, explorarlos tomó un dilatado lapso; constituyendo un inmenso laberinto que permite observar los estratos geológicos y las criaturas subterráneas y la riqueza ictiológica del necton sin despreciar el bentos. Creemos que poseía una función pedagógica, por lo menos así la utilizamos en lo cotidiano, pero podría ser de entretenimiento o científica, nunca se ha podido perforar, ni romper ni conseguir que el manto de revestimiento responda ante algún reactivo. El nivel de peligro es 0 y admite lo vital (por eso lo llamamos Nivel Observador), aunque posee un sistema de limpieza incomprensible, ya que se puede introducir comida natural lo cual supone que prepararla liquida su categoría de vital, pero si alguien muere su cuerpo aparece flotando en el agua, embebidos en gel y pegados a los tubos aéreos o embutido en alguna oquedad de la veta inmediata. Soporta que lo pinten, lo que constituye una invitación a la creatividad del graffiti juvenil.

Siguiendo del noreste al noroeste se extiende una especie de bosque muy peculiar, siempre igual a si mismo, cada árbol remplaza al anterior creciendo desde el interior, muy arduo pero no imposible de comprobar, muy difíciles de talar, restañan la herida provocada mediante una semicriptógama cuyos jugos sellan y conectan a los plantas alrededor en una malla, esa si en la práctica irrompible. Frente a la arboleda y mirando hacia la llanura costera se presenta otra de las megaobras misteriosas que singularizan la inevitabilidad de Perihelio:

Jardines Aéreos Tragadores: Alucinante combinación de dirigibles, montgolfieras con faldillas, globos aerostáticos, zeppelines, globos con góndolas, esferas con barquillas, o por lo menos eso semeja, todos conectados entre si de alguna manera que trasciende nuestros sensores, el conjunto está envuelto o atravesado o abastecido de redes visibles que caen hasta el suelo (para trepar) e instantáneas que se abren y atrapan a cualquier ser viviente que caiga al vacío (para salvar), las tribus urbanas han diseñado los planes más alocados para burlar la vigilancia, pero sólo los cadáveres caen, se podría decir que el nivel de peligro es 0, pero eso se refiere a la dinámica de las acciones, ocurre que cuando duermen el jardín cobra y espiga entre sus inquilinos, es aleatorio y nunca se sabe que sucede con quienes se desvanecen, se supone que lubrican de alguna manera los métodos extraños con que funciona el “parque de diversiones” que atrae jóvenes en lo fundamental, su bosquejo funcional impide la participación infantil pero no la elimina si son persistentes, lo cual podría darnos dos pistas sobre los Keplers, son de tamaño similar al nuestro y con frecuencia sus diversiones ocurren en grupos familiares. Por eso su nivel de peligrosidad es alto sin ser máximo, más permite ejercer considerables niveles de ferocidad lo que lo torna más sangriento que el anterior.

Cerrando aparece la península con un cerro que por su tamaño es clasificable como montaña, quedando dos estrechas franjas de playa batida por las olas por las que transcurren sendas avenidas mutinivel. Estamos convencidos que así como la patina traslúcida de los túneles debe emparentarse con una retorsión de la indeterminación cuántica, y el parque aéreo con la multiplicidad de dimensiones oculta en las ecuaciones Everett, para la tercera edificación, escombro delirante de alta peligrosidad hay vinculaciones con la hiperdimensionalidad denominada por algunos como infinito, aunque sean las sucesivas lentejuelas y laminillas que se entrelazan arrojando esa sensación de extravío y demencia que acompaña a las:

Torres quizás infinitas: Siempre cambiantes, no repite aunque reitera la forma de conglomerado de baluartes almenados y atalayas rechonchas o delgadas (hay semejanza con bocetos de antiquísimos castillos) en que se presenta este formidable y frenético fractal que demuestra ser interminable e insondable cuando se le visita, traspuesta alguna de sus numerosas puertas o culminada la ascensión de cualesquiera de sus numerosas escaleras cuando se penetra no existe seguridad de volver a salir, de allí la numerosa gama de métodos de salvamento que se comercian en las entradas, tan ominosas como las salas y pasillos a los que conducen y con frecuencia mortíferas, la turbamulta de corredores podría constituir un sistema de transporte averiado o un cachondeo enfermizo que oscila entre la francachela letal y el arrebato místico de sacrificio, lo que se sugería en los previos escombros aquí alcanza el esplendor malsano de la destrucción inmisericorde (de allí que otra deducción frecuente sobre los alienígenas de los que heredamos tales prodigios y escorias inimitables es su inefabilidad, de repente como usuarios guardianes, consiste en que sean una versión evolucionada de gente como nosotros que domina el cronoviaje fugaz en perpetua expansión y al usarlo se extraviaron en su propia tercera edificación con cariz definitivo). Su nivel de riesgo es supremo. De las paredes, pasillos, estancias, vidrierías, molduras, taraceados y demás parafernalia arquitectónica que son eventuales armas de demolición personal le conversaré después.

Mucho de lo que le digo esta empaquetado primorosa, detalladamente, en sus holodatos y  imagiláminas, pero yo lo desordeno y le presento lo irremediable que deviene esta realidad inmutable, en la que parecemos estar presos pero no detenidos ya que no coarta la capacidad creativa ni la emigración a otros astros, aunque los ausentes suelen concurrir en describir pesadillas que con frecuencia son mortales. Las fraternidades de BIDYUS (Búsqueda de Identidad, Descubrimiento del Yo y Ubicación en el tejido social) que recorren los tres vestigios arqueológicos suelen ser patrocinadas por los familiares y encabezadas o guiadas por “inductores sociales”, de esos grupos organizados siguiendo una serie de parámetros y variables que apoyan el desenvolvimiento de sus miembros sobrevive el 80%. Existen también aquellos que desean incursionar por su cuenta y que se organizan eludiendo cualquier cortapisa, de ellos sobrevive el 20%, posee más valor personal pero no es estimulado ni prohibido, mi propia experiencia sucedió en uno de ellos.

Si entiendo, su hija se ha evaporado y teme que ya esté enrolada en alguno y usted quiere que se la traiga de regreso acompañándola como maestro en su recorrido. Es una faena realizable y la asumo, porque toda persona de Perihelio tiene que realizar esa peregrinación ya que si no cumple, la química que se ha instalado en su cuerpo y que la  impele a consumarla es inexorable, si se obstruye su despliegue termina por destruirla de manera miserable y no hay hasta ahora algo que podamos hacer; cuando desembarcamos lo aprendimos raudos (teníamos referencias de un trío de naves en la zona cercana a las que sucedió algo terrible con sus hijos durante su escape, al arribar a un planeta con presencia anterior de alienígenas que dejaron objetos-trampa) y desde ese momento hemos ido creando los protocolos para gestionar los riesgos de ese viaje iniciático.

Existen insisto, otros restos en distintos lugares del continente pero ninguno posee la grandiosidad de los tres aquí congregados alrededor de la línea costera, por eso nuestras miniurbes periféricas no poseen solución de continuidad con la megaurbe confinada entre maravillas monstruosas, lo cual ha devenido en importante para la variabilidad de las tribus urbanas y las relaciones que se establecen entre ellas, clave para desentrañar los flujos con que se trasladan e interactúan, ya que desempeñan el papel de un filtro-membrana, que mezcla la probable resignación de una especie condenada con la seguridad de su destino evolutivo. Por eso los ojos de los cofrades de las tribus urbanas son brillantes y su entusiasmo proclive a la excentricidad.

Mientras tanto en los demás continentes, vastas llanuras aluviales, mesetas en sosegado curso de erosión, lentos ríos meándricos, pantanos dilatados, bosques húmedos, roquedales que trepan cual encajes, oquedades con lagos, suaves cadenas de colinas, mares casi encerrados forzados más por el tamaño de las comarcas que los rodean que por su apertura en estrechos o pasos oceánicos (60% de tierra cubre la esfera) no se ha detectado presencia de sus escombros. Los demás continentes, archipiélagos y arrecifes por eso continúan siendo vírgenes y sólo los visitamos por motivos de investigación, exploración o vacaciones.

Explicación que se expande en gravedad cuando al patrimonio arquitectónica amenazador se agrega el pernicioso legado químico que nos donaron, regalo dual que puede funcionar como condena o liberación, ya que por doquier encapsulados o escondidos tropezamos con inagotables depósitos de sustancias que se difunden por tierra, agua y aire y que por autopoiesis se reproducen y perpetúan sin que ningún mecanismo pueda extirparlos o controlarlos, actúan sutiles pero demoledoras en nuestros jóvenes que ingresan en algún momento -desde el final de la adolescencia hasta el período inicial de adulto joven- a un ciclo de amok o “locura dulce” dedicado a explorar las tres ruinas, el cual es inevitable porque existe el deseo pero sin exigencia de ejercer la voluntad para detener el deterioro y acabar pereciendo.

Por eso arranque con “No somos condenados” refiriéndome a nuestra condición actual  y seguí con “ni expulsados” porque fue decisión nuestra lanzarnos a la aventura.

A continuación del recorrido habitual de los antiguos remanentes espoleado por el “amok dulce” me transfiguré en “inductor social”, y apenas recibido el certificado que garantizaba la idoneidad de mi labor recibí un caso por mesa y no por consulta personal, donde ya planeaba el fracaso: dos colegas desaparecieron sin dejar rastros tratando de descifrarlo, el problema era que desde el punto de vista de los procedimientos acopiados extendidos y conservados en las bases de datos estaban excluidos sus hallazgos, no eran reconocibles como tales sumergidos en la basura usual de lo cotidiano.

Empecé como era normal por los Ductos Húmedos & Secos por su índice de peligro nulo, recorrí los pasillos fluorescentes adecuados al grado lumínico para mantener la visualidad homogénea, leves indicios aparecieron, las cuadrillas germinaban con sus improntas ya discernibles y su estilo reconocible. Los únicos ataques que recibí fueron de “vagabundos” (define a aquellos que no se han coludido en en una fraternidad y permanecen mucho lapso sin decidirse a evolucionar, son erradicados en las purgas periódicas -ya sea que los liquiden o los exilien- que tanto las bandas como los mecanismos burocráticos arreglan para limpiar los pasillos y permitir que la población escolar y adulta haga uso de las características pedagógicas de los túneles.

La virulencia de los ataques no está legitimada, sin embargo es el atajo usual que la juventud esgrime para apurar su recorrido por los “ritos de paso”, el problema estriba en que demasiados perecen en ese tránsito, y ese comportamiento es bastante palpable aún en la zona de peligro 0, siempre descubren modos mortales para ejecutar a otros, recogí una noche como testimonia alguno: “es impagable ese momento en que el cuerpo aparece flotando en el agua y perturba la mirada estúpida de los peces” y como retrucó otro miembro de la panda: también recuerdo que hubo una hermosa damisela que se alejó de la opinión de sus pares frente al impulso tanático, proponiendo la clemencia, que fueran los artilugios y engranajes de las “Tres Parcas” (nombre que le otorgan los peregrinos) los que seleccionaran. Una vaporosa estela de información que al desenrollarla en el almacén de imagiláminas puntualizaba la pujante solidaridad de una muchacha que con su acción polarizaba a sus seguidores y que empezó a ser discernible no sólo entre los componentes de su círculo íntimo sino que se extendió a los demás romeros. Cumplido su instante solemne en los túneles, les esperaba no obstante, el jardín.

La cuadrilla de mi chica llega ensoberbecida a pesar de la magnanimidad de su líder femenina, el jardín demuestra ser feroz e incompatible con esa lógica benigna. Las salpicaduras de hemoglobina frecuentes, los heridos que atiborraban hamacas, cestas y nidos, los sonidos (gritos de agonía, resuellos rabiosos, vómitos y gemidos) y que aún atesoraban las sensocuerdas (graban y estimuladas por peticiones emiten un holopauta), relataban una historia dura y tangible de enfrentamientos ágiles y de crueldad flexible ocurridos entre los globos y jarcias y cuyas huellas indicaban el inicio de la declinación del poder benévolo de esa joven que empezaba a obsesionarme.

Describo la síntesis de las sensocuerdas y lo recuperado en conversaciones casuales: Los parámetros de acción que se imponen tras sus primeras victorias son en exceso sofocantes, insisten en eliminar la misericordia con la vaga argumentación de que el sonido de la resonancia hueca de los cadáveres que precipitan desde lo alto los “coloca” y se sienten a un paso de comprender otras dimensiones al oírlo, lo cual sería útil para su tercera incursión en las torres y el aumento de su porcentaje de sobrevivencia, luego se preocupan demasiado del perímetro que controlan y que arrebatan a otros grupos resultando excesiva el área comprobada y la adjunta vigilada; desde las congregaciones rivales se extiende el rumor que seguirán acumulando poder y no migrarán tratando de pervivir hasta el aniquilamiento o la manifestación permanente de poderío, que por más transitorio que sea puede provocar un satori (han existido quienes pasaron por ese trance).

A posteriori encuentro razonables indicios de la evanescencia del primer colega tras esparcirse el runrún del usurpamiento de vastas zonas por el grupo de mi buscada y del surgimiento de una alianza fluida y etérea pero efectiva de varios grupos, algunos alejados hasta un par de kilómetros, que con un ataque nocturno los derrocará y expulsará con numerosas pérdidas para ambas cofradías opositoras, pero el lapso entre la derrota en los combates y su marcha se estira y antes de que coagule una segunda ofensiva como se propone la coalición, bajan a tierra dando oportunidad a que mi segundo colega se inserte y viaje con ellos tras su destronamiento.

Escapo por los pelos de un par de emboscadas, quizás por mi interés en saber de mi dama, cada vez estoy más enganchado a sus circunstancias y recreo y reformulo las variables que la componen para obtener símiles (¿cómo se comporta ante cada acontecimiento? ¿cuáles son sus motivaciones? ¿que expresa?), el colectivo ha quedado signado por la impotencia, se encaramaron a un pedestal muy intransigente respecto a los motores que los acicatean, lo cual ha engendrado una frustración que puede empujarlos a la vesanía, se manifiestan como una par de camarilla en torna a la cuales oscila una masa voluble y emparedados entre los muros vivos de las torres esa división constituye un peligro mayor.

En un mercadillo de las escalinatas topo con un biochip personal de ubicación georeferencial que funciona con orina, sangre, semen, fluido vaginal, saliva, etc. producido por el cuerpo del propietario (por ejemplo, orino sobre mi biochip de georeferencia para que apenas empieza a funcionar provoque un loop de autolocación y ese circuito reverberante es tan potente que atraviesa las paredes vivas de la torre que parecen odiar el olor de los meados humanos), tras su revisión no cabe duda que mi segundo colega pasó por allí antes de ser borrado, parece que una vez descubierta su interferencia decidieron liquidarlo, por eso ni quien lo oferta ni quienes se lo vendieron poseen la capacidad cognoscitiva para manipularlo.

Las torres con una peligrosidad máxima que tiende a empeorar día tras día empuja a madurar rápido a los asociados, pero sin guía orientador se encuentran bajo presión extraordinaria y con criterios éticos extraviados, por eso seguro que lo han colocado como esclavo: de repente a los “sangrientos” (aquellos quienes creen que para que la torre gire y entregue su secreto requiere ser lubricada con sangre, así que debe estar muerto) o a los “barrenderos” (obsesionados en limpiar de adentro-afuera las torres hasta borrar cualquier huella humana para recibir la recompensa que los “Keplers” han destinado a quienes ejecuten dicha limpieza, con alta probabilidad de que lo hallemos vivo -esos grupos están constituidos por aquellos quebrados que han obtenido la B y la D (Búsqueda de Identidad y Descubrimiento del Yo), pero no la U (Ubicación en el tejido social) y por lo tanto no cumplen con la inserción como adultos-. Informo de inmediato antes de sumergirme en la torre, guardo impresiones vívidas de la primera vez, menos de la segunda (son uno de los pocos que ha participado en ambos tipos de BIDYUS aprendiendo multitud de trucos) y así sucesivamente hasta tornarse habitual.

Aplicarlos significa ser lo menos conspicuo posible, establecer lazos inmediatos con los comerciantes, abastecedores, chalados, que parezcan estar en la onda empática adecuada para obtener información y/o entregar regalitos (en mi caso evocaciones instantáneas en alta calidad del Perihelio ideal según la creencia de cada congregación o pandilla que tropiezo). Avanzar por las tres primeras escalinatas me toma un día entero, aprendo a espuertas pero hay demasiado para procesar, corriendo riesgos en la zona de defecación abro un puerto en mi cráneo para que me escaneen el biochip y me devuelvan síntesis propositivas, la respuesta llega veloz, retroceder a la segunda escalinata e ingresar hacia la derecha (desde la geometría sería imposible porque significa ir hacia donde no existe construcción pero en el interior de la torre no hay límites para el acomodo de espacios), han visualizado un diminuto trocito de tela celeste que la pared está devorando y que formaba parte de una de las faldas de mi moza. Infatigable troto por pasillos, estancias y balcones, se que voy por el sendero equivocado cuando chocó con esqueletos empotrados en hornacinas.

Retrocedo, me extravió, estoy tan cansado que me limito a dejarme caer en un rincón donde alguien intentó armar una yacija que ha abandonado; tengo suerte de despertarme cuando escucho resuellos y resultan ser de un par de socios que traen acogotada a una chica, la suerte que le espera será terrible, son “motores”, o sea moradores de las torres, cuya esperanza de vida es insignificante pero eso si intensa, los ataco sin advertencia cuando caminan a mi lado, como ambidextro a uno lo hiero en el cuello sobre la carótida, y en simultánea al otro lo apuñalo un par de ves en los riñones para que caiga y le pueda atravesar el cogote, ella yace inmóvil aún sin comprender bajo ambos cuerpos, le susurro que salga y su mirada agradecida es ya una recompensa, por estar conectado los ministriles de apoyo llegarán pronto, la solidaridad trae su premio, ella forma parte del grupo de mi doncella (en términos románticos no fisiológicos por supuesto) y me dice que se perpetrará una ceremonia de pago para que la torre se abra a otras dimensiones, que se llevará a cabo a mediodía de ese día, por fin mi heroína derrotada por la línea dura será sacrificada, si me apuro arribaré puntual para rescatarla.

Las programaciones son inútiles con frecuencia. Me despisto un par de veces y cuando por fin alcanzo el enorme salón de destino cubierto de grabados de extrañas aves que se observan gastadas y opacas y torsos semihumanos de una belleza impresionante, pareciera que son recién insertados por la pared, se sienten vibrantes y frescos; un alto-relieve expone un boceto de gigante sin facciones, mucho músculo y poca expresividad, se que la pared recoge lo que la mente le entregue,  pero le falta arte, a sus pies, a unos dos metros de altura están clavadas las manos de la protagonista a inmolar en una placa a 45 grados; a un costado se difuminan bloques gráciles, casi etéreos, al otro una mezcla de enrejados y plantas semejantes a palmeras, ambos originales. La pared viviente ya se ha tragado el cuerpo cubriéndola de una sustancia pegajosa que endurece pronto y solo queda por devorar el rostro.

Le digo al cliente: ¡En este punto me permito una interrupción para convocar a mi secretaria, socia, esposa y ayudante de aventuras! Y antes que su hesitación se convierta en negativa llamo: Mariev y enseguida se aproxima.

¿Es necesaria su presencia? pregunta, sin embargo, el atribulado padre.

Le contesto ¡Claro que sí!

Y prosigo:

Solté un par de bombas de sonido y haces de “enredaderas” que se enroscaron en torno a los presentes, quedaron mudos y pasmados. Me precipité hacia la ofrenda, parecía ser demasiado tarde, la sustancia gelatinosa ya cubría su faz solo emergían los labios, me desesperé y rabié, comprendí que seguirla para rescatarla significó que la comprendiera y me enamorara, el dolor me atravesó y lloré, mis lágrimas cayeron sobre su rostro, me incliné y la besé con deleite y suavidad, su boca deliciosa aún estaba tibia, permanecí así hasta que un cosquilleo me obligó a saltar, me estaba dando respuesta y la sustancia exudada por la pared se desprendía en tiras y fragmentos, la intuición me impulsó a seguirla besando, nuestras lenguas se enlazaron y sentí el palpitar de sus arterias en las mías, me estremecí, ella recorrió idéntica tesitura y se escucho un plop cuando se desprendió de la placa ceremonial, la cargué, la envolví emocionado entre mis brazos, los ministriles llegaban con los paramédicos y se la entregué para su recuperación.

Por eso se que podré recuperar a su hija, tengo experiencia, conocimiento de los ciclos de BIDYUS y algo que hemos descubierto que embota el filo de la química de los Keplers y nos permite actuar y mantener la esperanza: el AMOR.

Que como se llamaba la hermosa joven que rescaté en esa ocasión: Mariev.


[1] Oficio de origen mítico-ideológico que expresa la acción de quienes conducen las variaciones conductuales a una resolución medible como cambio de comportamiento esperado y que responden a los mapas de propósitos de las multicomunidades

[2] Siguiendo a los herederos de Brin (probable sociólogo y/o escritor de CF) según sea el entorno nunca homogéneo de las megaconurbaciones y similares se generan multiplicidad de organismos sociales de adaptación, inserción o inclusión protectora, algunos tradicionales como familia o clan, otras semihistóricos cual la empresa-célula referida a los miniemprendimientos, con frecuencia transitorios pero con la suficiente solidez para poseer coordenadas de ubicación, equipos y herramientas y ejecución de procesos concretos; intermediarios autogenerados como panal (muchedumbre bioconectada por poseer genes comunes de especies animales, vegetales o bacterianas, que les proporcionan ciertas características identificables y que utilizan para su reproducción social y producción económica; m-e o matriz-estirpe (concebida como un doble amalgamamiento basado en genes y tradiciones literarias que se perciben cual modas continuas que proyectan valor de cambio y generan adhesiones territoriales que se instalan en barrios y parques), variaciones suyas son la tronco-horda que obliga a permanecer en el interior del grupo hasta la muerte y que invade y segmenta otras agrupaciones acompañada de rituales de violencia tanto íntimos –laceraciones, amputaciones, tatuajes vivientes comedermis- como cutáneos (provocaciones, asesinatos Fuenteovejuna, duelos de baile cuya victoria va acompañada con recompensa geográfica) o la rama-laxa, quizás la más abundante mutualidad -en esencia juvenil-, efímera, bulliciosa, apasionada, que va ocupando bloques, manzanas o mansiones sin nunca permanecer en ninguno más allá de una luna y variando el enfoque de lo musical a lo matemático o viceversa en simultánea, sus homéricos debates –abiertos a cualquier transeúnte- se refieren hacia donde deben orientarse tanto en cartografía como en doctrina; la cuna-modelo, restringida, con tendencia a uniformizarse,  preñada de intenciones y poder por sus miembros provenientes de expulsiones de los organismos tradicionales que manejan recursos caudalosos, deambulan con sus hologramas, gliflotantes -glifos aéreos- y matones a contrata tratando de imponer su perspectiva, fundando enclaves  y tragando y vomitando grupos en un sumario de digestión social que por lo general enriquece con ecodramas –por las mitigaciones ambientales a que obligan- o con socomedias –por las disoluciones o condensaciones que provoca en la multitud que rodea su desplazamiento.

[3] Biofardo: Coloquial para designar a aquellas personas que me son encargadas, ya sea en calidad de “orientados” o de “buscados”

[4] Aquellas que poseen el poder para solicitar datos reales o testimonios sin adulterar (como ocurre con usted)

[5] Constituidas por actores variados y con propósitos discernibles por cualquier persona instruida, o sea que tiene título de “Conocedor”

[6] Ductos Húmedo-Secos: Colosal estructura de racimos visibles como galerías que horadan los cerros, y aquellos que se extienden por el aire son invisibles pero firmes, para evitar susto se ha instalado un cordón celeste de guía, ambos cual haces de fideos en explosión o cabellera desordenada se esparcen como túneles abovedados transparentes que penetran igual hacia el continente que hacia el piélago por decenas de kilómetros, explorarlos tomó un dilatado lapso; constituyendo un inmenso laberinto que permite observar los estratos geológicos y las criaturas subterráneas y la riqueza ictiológica del necton sin despreciar el bentos. Creemos que poseía una función pedagógica, por lo menos así la utilizamos en lo cotidiano, pero podría ser de entretenimiento o científica, nunca se ha podido perforar, ni romper ni conseguir que el manto de revestimiento responda ante algún reactivo. El nivel de peligro es 0 y admite lo vital (por eso lo llamamos Nivel Observador), aunque posee un sistema de limpieza incomprensible, ya que se puede introducir comida natural lo cual supone que prepararla liquida su categoría de vital, pero si alguien muere su cuerpo aparece flotando en el agua, embebidos en gel y pegados a los tubos aéreos o embutido en alguna oquedad de la veta inmediata. Soporta que lo pinten, lo que constituye una invitación a la creatividad del graffiti juvenil.

[7] Jardines Aéreos Tragadores: Alucinante combinación de dirigibles, montgolfieras con faldillas, globos aerostáticos, zeppelines, globos con góndolas, esferas con barquillas, o por lo menos eso semeja, todos conectados entre si de alguna manera que trasciende nuestros sensores, el conjunto está envuelto o atravesado o abastecido de redes visibles que caen hasta el suelo (para trepar) e instantáneas que se abren y atrapan a cualquier ser viviente que caiga al vacío (para salvar), las tribus urbanas han diseñado los planes más alocados para burlar la vigilancia, pero sólo los cadáveres caen, se podría decir que el nivel de peligro es 0, pero eso se refiere a la dinámica de las acciones, ocurre que cuando duermen el jardín cobra y espiga entre sus inquilinos, es aleatorio y nunca se sabe que sucede con quienes se desvanecen, se supone que lubrican de alguna manera los métodos extraños con que funciona el “parque de diversiones” que atrae jóvenes en lo fundamental, su bosquejo funcional impide la participación infantil pero no la elimina si son persistentes, lo cual podría darnos dos pistas sobre los Keplers, son de tamaño similar al nuestro y con frecuencia sus diversiones ocurren en grupos familiares. Por eso su nivel de peligrosidad es alto sin ser máximo, más permite ejercer considerables niveles de ferocidad lo que lo torna más sangriento que el anterior.

[8] Torres quizás infinitas: Siempre cambiantes, no repite aunque reitera la forma de conglomerado de baluartes almenados y atalayas rechonchas o delgadas (hay semejanza con bocetos de antiquísimos castillos) en que se presenta este formidable y frenético fractal que demuestra ser interminable e insondable cuando se le visita, traspuesta alguna de sus numerosas puertas o culminada la ascensión de cualesquiera de sus numerosas escaleras cuando se penetra no existe seguridad de volver a salir, de allí la numerosa gama de métodos de salvamento que se comercian en las entradas, tan ominosas como las salas y pasillos a los que conducen y con frecuencia mortíferas, la turbamulta de corredores podría constituir un sistema de transporte averiado o un cachondeo enfermizo que oscila entre la francachela letal y el arrebato místico de sacrificio, lo que se sugería en los previos escombros aquí alcanza el esplendor malsano de la destrucción inmisericorde (de allí que otra deducción frecuente sobre los alienígenas de los que heredamos tales prodigios y escorias inimitables es su inefabilidad, de repente como usuarios guardianes, consiste en que sean una versión evolucionada de gente como nosotros que domina el cronoviaje fugaz en perpetua expansión y al usarlo se extraviaron en su propia tercera edificación con cariz definitivo). Su nivel de riesgo es supremo. De las paredes, pasillos, estancias, vidrierías, molduras, taraceados y demás parafernalia arquitectónica que son eventuales armas de demolición personal le conversaré después.

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