Impresiones quiteñas. Por Julián Andrés Marsella Mahecha
Julián Andrés Marsella Mahecha sueña mucho y, entre la maraña onírica, se encontró aterrizando en la grandiosa Quito. Venía de Bolivia y, como uno andino furioso de lo puro triste, se ha adentrado en la consecución de un poema que circula por los procelosos caminos de la decepción y el encono amoroso: tiene fijación con los hombres que quieren morir a como dé lugar. También es un homenaje al gran futbolista boliviano que se ahorcó con una corbata: Chocolatín Castillo, el cacao más amargo de las cordilleras terrestres:
Impresiones quiteñas
Cuando Chocolatín se ahorcó con la corbata del banquero
te avizoré, Quito, desde los imperiales templos bolivianos
Caminé hasta tus alturas, descendiendo cual cóndor intoxicado
y caí, envuelto en espumaraja, en tu regazo frío
Se escuchará un clamor
cual bufido de cóndores muertos
En él, estaba sobre una cima, agarrado a un cóndor
Que le señalará el sur
a los palacios imperiales de Chocolatin Castillo
Desde Pichincha hasta el alto Bolivia
se riega la desdicha de ser un marica sin culo
Una vieja nave extraterrestre en los andes
como el humo de un amor cremado
en el mercado artesanal de las decepciones
se pliega a los sueños marcianos
de los escasos negros tristes que quedan
un anuncio de silencios es la respuesta
a las plegarias hechas desde la vieja cuna
de Manco Capac
mi Manco es Capac
Se intuye el canto de un canario borracho de lo marica
o quizás marica de lo puro borracho
Serranías por las que nunca anduvo mi corazón
anunciadas por mi culo quiteño
Son cuitas las entrepiernas de los negros guayaquileños
que apedrearon este candor andino
Vacíos son los ensueños de la catalanista
rielando en un Zeppelin en llamas
Ya no sé si estoy en Arbeláez, Quito, Yolombó
o en un cometa llamado deseo
De Venadillo a Oruro, mi acaloramiento no sopesa
la desdicha de estar vivo
Quise buscar la esencia del arequipe en Arequipa
para descubrir que allí se llama manjar
En Bolombolo me espera un niño minero
como los congoleños que mueren fumando Coltan
¿Dónde queda ese arequipe que compartíamos
con los dedos untados con mi primo Octavio?
-¡En la mierda!- me contestó el general Ramírez
El nido se engusanó
la catalanista naufragó en el cielo
los chulos presumen de nuevos manjares
frescos, como los cadáveres recién muertos
de Chocolatín y su hijo:
habitantes del paraíso
Frío de Serranía
Calor de hombre
Estoy como un palomito
a quien nadie empolla
(¡Español quiteño soy!)
En la plaza mayor de mi desdicha
extraños lustran mis labios
como el embolador que habrá
de arrebatarme las pertenencias
dejándome
más pobre
más calvo
más marica
que siempre y nunca
Emprenderé otro viaje digno del Ulises más marica
el Ulises de los andes tristes
Este amor macho ya no lo pago en Sucres
me dolarizaron la angustia
vale un Perú tu cuerpo
Me dolarizaron hasta el ano con ese cuento del socialismo del s xxi
Tocarme es tan difícil como encontrar un grano de oro en Potosí
en Potosí te espero mi niño de Bolombolo
para que escarbes en mi pecho hasta engusanarlo
No es más que atravieses el rumichaca de tu indiferencia
y nos veremos como los grandes
Emprenderemos vuelo
tocaremos el Zeppelin, ya en llamas, de la catalanista steampunk
le diremos:
-No habrá nueva conquista
se dolarizó el amor
Y se dolarizó el dolor
Y yo, sin un puto centavo
para mi pasta base
Como un vampiro en Guayacas
como un iguano en el Bronx sin sangre para calmar el ansia sin pipa para fumar bazuco
sin labios para besar brasuco
sin Brasil para bailar Samba do Janeiro
sin Quito para ponerlo
como una gallina
como una paloma
como un teflón