Bernard Cohen: El traductor de Andrés Caicedo

El pasado 8 de Marzo, Bernard Cohen hizo una charla en la biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá en la que refirió su experiencia como traductor al francés de «¡Que viva la música!»

Bernard Cohen conoció «¡Que viva la música!» hace un par de años, cuando una amiga colombiana le entregó el libro. Desde ese momento quedó alucinado al punto de que se decidió a traducir la novela al francés, como ya lo había hecho con otros autores como Hunter Thomson y Pedro Juan Gutiérrez.

También ha sido uno de los cuatro escritores invitados para hacer las presentaciones preliminares a la novela que será publicada por Alfaguara este año, luego de que Editorial Norma haya decidido dejar de editar literatura. En el escrito para dicho volumen, Cohen afirma haberse enamorado de la narradora y protagonista de la novela, lo cual es necesario para cada traductor: enamorarse del libro que está trabajando.

El primer desafío fue la manera como traduciría ese lenguaje tan caleño. Para sortearlo encontró que Andrés Caicedo, poco antes de suicidarse, dijo que escribía porque no podía bailar;  ello llevó a Cohen a buscar restituir el ritmo musical de la obra; siempre leía en voz alta lo que acaba de traducir, examinando si lo que acababa de hacer mantenía la musicalidad que la novela tiene en su idioma original.

Fue un trabajo tan aplicado y arduo que Cohen se tomó, exclusivamente, cuatro meses de su vida en la tarea de llevar «Que viva la música» al francés. Encontró detalles como el gusto que tenía el autor caleño por «El oficio de las tinieblas» de Camilo José Cela. Tradujo palabras como «sambumbia», las cuales, a primera vista, parecen intraducibles. En este caso, el traductor supo que dicha palabra no tenía un significado sino que era una herramienta para que el cantante mantuviera el ritmo, de modo que se dedicó a investigar el merengue hecho en las Antillas francesas y dio con expresiones similares.

La novela será publicada por la editorial Belfond, la misma que ha llevado la obra de Fernando Vallejo a los estantes de las librerías francesas. «¡Que viva la música!» también será editada por la  Penguin en su serie de clásicos. Esta novela corrió con la suerte de que, pocos años después del suicidio de su autor, tuvo una traducción al alemán- que, según los conocedores, fue nefasta- . El título que tuvo fue «Salsavida» y contó con una tapa en la que estaba dibujada una calavera con un sombrero de charro mexicano.

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