Batman y Superman
Dos viejos multimillonarios (que se autorepelen) a punto de morir de cáncer se preguntan sobre la moralidad, la existencia, la ecología, el futuro, la muerte, Emmanuel Swedenborg, la inutilidad de la persistencia y las leyes de la física.
Van de un café en otro, sin ayudar a nadie ni intervenir en las desgracias humanas.
Uno es un viejo tirano decadente, con rasgos de demencia senil, algo parecido al despreciable Ríos Montt.
Ha robado, ha mentido, ha saqueado,
ha vivido
así, de esta manera, General.
El otro es un viejo vanidoso insoportable, algo como Vargas Llosa, pero con la resaca después de la embriaguez del neoliberalismo.
El cáncer del siglo XXI es el infantilismo de los superhéroes y el sexo entendido como un recreo.
Un párroco los maldecirá y les hará ver como un par de idiotas que merecen arder en el infierno si este existiera , pero como decía Aldous Huxley tal vez el planeta Tierra sea el infierno de otro mundo y es aquí donde solo podrían tener lugar este par de diablos imbéciles.
En un café un viejo vomita sobre su cena y empieza a hacer círculos que crean un agujero negro, allí caen ambos superhéroes en donde encuentran sobre un radiador a la niña de Eraser Head de David Lynch y les llama a ambos sus perritos y ellos ladran y empiezan a olerse el culo entre ambos.
EL cáncer ha avanzado lo suficiente y el médico es David Bowie que les receta opiáceos, ellos se teletransportan a los años 50 y en un buque hacia Panamá mueren conectados a sus jeringas.