HIJOS DE MARO (sexta entrega)
Por Enrique Pagella*
A continuación, nos complacemos en hacer la sexta entrega de la novela «Hijos de Maro».
Estas son las entregas anteriores:
La voz del Necesario sonaba sin afectación, aunque sus modos seguían resultándome suaves. Ahora el orondo asador traíanos en este orden cada vez: un parrillero cuadrangular, no más grande que una grata apertura de brazos, abarrotado de magnos, humosos y seseantes cachos de carne, sendas tablas y escalpelos, un cántaro, tazones y una gran hogaza de pan. Yo no sabía qué era lo que se me servía, pero a mis vísceras todo les hacía bramar, colmándoseme las quijadas de espasmos. Como de la nada o desde el gesto, como si fuese recién parida, el Necesario clavaba su uña en una carnaza que hasta parecía temblar cada vez.
– El cuerpo – decía mientras dejábala sobre mi ripia -, eso lapidó a los iotas. El cuerpo en tiempos de abundancia y conciliación olvida poner límites al desear. Come.
Seccionaba entonces yo un buen mendrugo de carne con el admirable escalpelo – era una sagaz esquirla de azófar esplendente – como si no fuera la primera vez que lo hacía cada vez, y lo llevaba a la boca, donde ese yo que se admiraba de la propia circunstancia corporal, disolvíase también en la efímera plenitud del animal que cata sangre ardiente y ya nada puede suspender.
El Necesario examinábame gentil – dos ranuras sus ojos, la cabeza que ladeaba hacia una lado o hacia el otro, lánguidamente – al tiempo que escanciaba vino en mi tazón o señalaba la hogaza.
– Acompaña cada dentellada con vino y pan, esa es la tríada que nos robustece – decía cada vez y exhibíame cómo debía hacerse: juntaba un pequeño trozo de pan con otro de carne, también menudo, y asidos por el índice y el pulgar encaminábalos a la boca para rumiarlos con flema y afectación. Una vez engullida la mascada, bebía un poco de vino.
– El cuerpo – continuaba cada vez – es el mayor tirano en tiempos de paz y nuestro mejor aliado en la guerra, bebe – me ordenaba, y yo, ya engullido el bocado, bebía el vino sin paladearlo, de un sorbo -, y los Iotas machos, originales de una tierra de copiosas manutenciones, carentes de enemigos puesto que a todos habían vencido, diéronse en hacer de la libídine su actividad principal; los niños, por ejemplo, iniciábanse en estos menesteres con sus abuelas y abuelos apenas le maduraban los venéreos; y los machos que no conseguían hembra, puesto que las doblaban en número, desarrollaron una ridícula y dañina industria: las destrezas figurativas le llamaron; disparates que nos hemos encargado ya de vedar en nuestros dominios para que no se desaire el sincero acato a la vagina de Maro.
En todo caso, querido y hambriento animalito, los iotas eran unos machos sin estrategia. No advirtieron que un pueblo no puede progresar en una dirección que torne redundante a su propia fuerza propulsora; sé que no comprendes lo que digo pero ya lo comprenderás, mientras tanto escucha: A los iotas les gustaba explicar que eran los creadores de esas artes, pero yo las he apreciado en otros pueblos; pobres, les gustaba figurarse en todos los perniciosos significados de la palabra «figurar».
Aquí hacía un silencio cada vez, como si se detuviese para contemplar como se diluían sus palabras en el aire, como si percibiera con los ojos las invisibles curvas sonoras. Yo tenía las mandíbulas vivas y laboriosas y no me importunaba escuchar su incomprensible relato porque me absorbía la forma como sonaba.
– Sí – decía entonces con expresión burlona – debo reconocerles que son los creadores de una industria para hombres que no son capaces de satisfacerse con las mujeres que hipan… – aquí hacía un alto cada vez, tomaba el tazón, lo elevaba a su boca y daba un pequeño sorbo – … Verás en nuestro pueblo disímiles labores, están los que cultivan la tierra y los que crían la borregada, los que fraguan armas, están también los que confeccionan chanclas y atavío, ya verás, pero lo que no verás es un oficio cuyo objeto sea bosquejar mujeres en hojas de papiro o entallarlas en bloques de madera o piedra para mercarlos con aquellos que no pueden acceder a las mujeres reales, de modo que sacien su lascivia en soledad, contemplando la representación de una mujer en una delicada lámina de fibras vegetales o restregándose en una figura de tibia y suave madera de fresno, tal cual hacían los iotas más intensos. No es de extrañar entonces que los machos iotas, dados al desenfreno escabroso real o al voluptuoso ficticio, hayan perecido en manos de sus lujuriosas y atléticas mujeres. Lujuriosas y atléticas, digo bien, porque esas mujeres, apenas advirtieron que sin machos se extinguirían, decidieron formar un ejército con el propósito de conquistar machos de otros pueblos. Yo tenía tu edad, era un guerrero reciente, y el Necesario de aquella época no podía relatarme estos hechos porque todavía no habían ocurrido… ¿Quieres más carne?
La tablilla y el cuenco ya estaban vacíos, y mis vísceras respondían por mí, manipulándome compendiosamente la cabeza hacia arriba y abajo, cosa que, al parecer, lisonjeaba en grado sumo al Necesario.
– Me gustas – decía cada vez, posando su mano sobre la mía, el pulgar y su uña rozando en vaivén la piel de mi antebrazo – Mirándote sé que puedes vislumbrarlo todo si bien no lo comprendes aún. No tengo el poder de abrir el porvenir pero sí puedo delatar sus direcciones en el presente: Llegará el momento en que tú y yo… ¿Entiendes mis palabras? – de pronto me preguntaba hundiéndome la uña en el brazo, y ya sin brillo en la expresión de su mirada, agregaba – No, no las entiendes – y reía suave – Disculpa mi torpe agudeza pero… ¿Sabes absolverme de Ira? – inexpresivo esperaba la respuesta que yo no podía dar y clavaba su uña en mi carne – Dime “Yo te absuelvo de Ira en mi pecho”, vamos, repite “Yo te…
– Yo te absuelvo de Ira en mi pecho – hablaba sobrellevando el dolor cada vez.
Enrique Pagella. El autor de esta novela por entregas, del que ya hemos dado información en estos pies de página, abandonó la clínica de la ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, en la que estaba internado para pasar a la clandestinidad.
El traslado, realizado ayer en horas de la madrugada, obedeció a la evaluación realizada de la situación por parte de David Solana, amigo íntimo de Enrique, Músicoterapeuta y actor, a cargo de su internación y de la grabación y degrabación de los textos – Hijos de Maro – que hace más de dos semanas le dicta, ininterrumpidamente, Snuflk Karlto, la voz de su prolongado sueño, voz de un supuesto niño vikingo-guaraní del 900 de nuestra era.
La medida fue consensuada la semana pasada con el enviado de Mil Inviernos, Andrés Felipe Escovar, que rumbo a Asunción, Paraguay, hizo un desvío en su camino para hacerse de las degrabaciones de Hijos de Maro.
Nos informa AFE que los emisarios y facultativos de las universidades extranjeras a los que hacían referencia los distintos rumores, no eran tales sino dos sujetos que se apersonaron ante DS, presentándose como investigadores de una ignota Universidad de una improbable ciudad norteamericana de la costa oeste, cuyo nombre DS no ha retenido. Estos personajes propusieron trasladar a EP a un emplazamiento de la triple frontera donde el ejército de EEUU cuenta con la «tecnología» necesaria para «aprovechar al máximo el texto». DS desechó la propuesta amablemente, recibiendo a cambio una oferta monetaria que, a pesar de sus sorprendentes seis dígitos, rechazó. Cuando DS les preguntó a los extraños la razón del interés por el texto, éstos respondieron que no lo sabían, que sólo se limitaban a cumplir órdenes del departamento de literatura antigua de la desconocida universidad que decían representar.
Días más tarde, estando ya AFE trabajando junto a DS en los textos, se presentó en la clínica una supuesta Lic. en Parapsicología, Madame Tara, al parecer de nacionalidad española, que adujo haber entrado en «contacto» con Snuflk Karlto, quien le habría solicitado interrumpir el sueño de EP, donde estaba atrapado. Tara sostenía que lo de EP era un asunto absolutamente singular puesto que los espíritus suelen poseer a las personas y no éstas a aquéllos; y que por eso, estábamos en presencia de un aberrante e insólito caso de explotación de un espíritu libre, al que son tan afectos los malditos artistas, en especial los escritores, «los seres más ególatras, falsos y perniciosos que haya creado nuestra cultura».
AFE y DS tuvieron que llamar a Seguridad de la clínica para expulsar a Tara, que a los gritos y a los golpes amenazaba con interrumpir el sueño de EP. Mientras se la llevaban en andas dos entrerrianos duros y curtidos, no se privó de soltar su maldición, porque juraba juntar una multitud de psíquicos que harían añicos no ya el sueño sino el cerebro de EP.
Este suceso hizo que AFE y DS evaluaran el traslado de EP porque si bien ya se cuenta con veinte entregas de «Hijos de Maro», la historia aún no termina de presentarse, de lo que se desprende que se necesitará al menos cien capítulos. Las perspectivas materiales, económicas y editoriales en semejantes condiciones, imponían una decisión que debía tomar y sustentar EP pero que, dados los visos absurdos del asunto, ejecutarían AFE y DS, dos días después, movidos por la irrupción de tres jóvenes que, sin ninguna relación entre sí, aducían estar soñando ellos también voces que les dictaban extrañas parábolas, inocentes fábulas, letras de canciones y guiones para cortometrajes de los que traían copias impresas para EP. Eran fanáticos que parecían salidos de un novela de Stephen King y a los que hubo que convencer de la inconveniencia de sacar del sueño a EP con mucho trabajo.
Al día siguiente, bien temprano, AFE y DS subieron a EP a una traffic con todas las precauciones y un grabador digital colgando del cuello. Pronto advirtieron que eran seguidos por los norteamericanos de la improbable universidad pero desaparecieron minutos después y no volvieron a mostrarse durante el resto del viaje.
Para finalizar desmentiremos la noticia que dimos sin chequear en el anterior pie de página. La proliferación de los avistamientos de OVNIS en la ciudad no ocurrió como tal, según nos informa AFE. Los avistamientos acontecieron en Youtube, donde aparecieron durante la última semana, diez videos que mostraban platillos voladores sobrevolando Gualeguaychú. Todas las filmaciones captan con sospechosa claridad máquinas voladoras excesivamente reales, dignas de un profesional de la postproducción cinematográfica, y están subidas por usuarios cuyos usernames y canales no aportan data precisa sobre sus identidades.