La máquina de provocar llanto

ANO- BOGOTÁ. Juan David es un niño que a simple vista no se distingue de los demás. Algo pasado de kilos, siempre es visto detrás de un balón o acariciando una mascota o corriendo sin sentido por el parque. Falta detenerse ante él y pedirle que piense en su hogar para que entender por qué es conocido entre los habitantes del barrio Marsella como “La máquina de hacer llorar”. Se debe concentrar la vista en la mirada fija de Juan David, hasta notar que los ojos del niño pronto comienzan a enrojecer y en cuestión de segundos, lo que puede durar un parpadeo, una reverberación se apodera de las órbitas y la danza de la retícula es tan vertiginosa que el observador, concentrado en el espectáculo, pronto empieza a lagrimear ante la exposición encandilante de este espectáculo del Multiverso. La duración de las lágrimas es relativa; puede durar el asalto de un fugaz lagrimeo, hasta un prologando llanto de horas ocasionado por una profunda introspección provocada por la vibración de los ojos de Juan David. El niño no se explica por qué la gente llora cuando mueve sus ojitos, como tampoco por qué logra moverlos de esta forma solo cuando piensa en su hipotético hogar primordial: “debe ser que todos lloramos cuando estamos lejos de Beta Eridani”, dice con una sonrisa y vuelve a correr en persecución de una mariposa que revolotea en el parque.

Fuente: ANO.

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