Juan Rulfo o la polilla del silencio
Juan Rulfo fue tan esquivo como las polillas tristes que aguardan a que alguien o algo las pise y terminan muriendo de vejez. En sus escritos, el silencio augura una caída que avizoramos pero se nos escapa a las palabras. Rulfo fue silencio y hasta cuando se pone más charlador, como en la entrevista que a continuación les presentamos, la ausencia de las palabras, los intersticios de su mirada de señora que solo supo no saber nada jamás, son el narcótico propicio para cabecear como loro enjaulado mientras se lo escucha tan fugivo. Rulfo no fue escritor, no se adscribió a gremio alguno; las palabras de «El llano en llamas» o «Pedro Páramo» son los jirones dejados por esa polilla de los adjetivos llamada Rulfo.