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NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO: HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO

NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO:

HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO.

Pierre Mignard

Este es un texto que nos entrega Pedro Sánchez Merlano, y sostiene  que pertenece a Andreas Faiber Kaiser, quien  se lo entregó como un secreto que solo debía saber salir en 2023, a 29 años de su muerte, porque 2 +9 es 11: es decir, las torres gemelas o los 11 apóstoles fieles a Jesús. Los kaiseristas sostienen que este texto es una mierda inventada por Sánchez Merlano. Sin embargo él cuenta con el apoyo de estudiosos de primer orden como Genios Palacios, que al igual que Grinsberg ha desaparecido sin dejar rastro. Suponemos que está preso en la consciencia de un politicucho de mierda.

Se tomó una Energizer, seguido por una coca-cola, después un cafecito bien cargado para bajar una cafiaspirina. Y ahí se dijo: a trabajar.

Mi trabajo: masturbarme.

Mi empleador: el FBI.

Mi oficio: espía energético.

 

Soy la única persona que conoce el paradero de don Jacobo Grinberg. Soy el único que puedo hacer contraespionaje a las promociones porno. Hay guerras de guerrillas, de ejércitos y guerras psíquicas. Lo mío va más por la onda del psiquismo. Fui un sujeto experimental de unas pruebas sicodélicas en los años 70 que se dieron en lo profundo del Orinoco. Soy aquel que desenmascaró a Uri Geller para hacerle un facial. Le unté su cara con mi semen cuando aún éste tenía espesura y no era ese moco transparente que me recuerda lo estéril de vivir y que hoy es una marca personal de todos mis calzones. Uri Geller desde ese día con su cara blanca reemplazó a Marcel Marceau.

 

Mis calzones manchados son leídos por la pitonisa de mi mujer. Las manchas además de semen son de caca: «frenadas de camión»,  que le dicen. Yo intento limpiarme la cola hasta que sangre pero por alguna misteriosa razón mis calzones siempre tienen manchas. Mi mujer colige que son ventosidad con caldo o recado, pero al mismo tiene aduce que ello es una gracia divina y es un mensaje para ella. En un comienzo ella lo descifró como una señal de un error por haberme casado contigo. Pero después de espantosos años de convivencia encontró en mis calzones el mismo summum del futuro. Ella, mi señora y mi amor, mi amor romántico como todo mi mundo lleno de antiguallas, es la gran consultora del pentágono.

 

Recuerdo cuando Donald Trump llegó a nuestra casa acompañado de don Jacobo que lucía demacrado y desposado. Mi mujer exhibió mis calzones recién usados, y señalando las manchas con un indicador láser, como una conferenciante de Harvard,  le sugirió que lo mejor era admirar a Putin;  a lo que Trump reverentemente dijo:

— congratulations for your cagada, mister. Your calzotations are so beautiful. I have a Little dick and Jacobo likes to kiss it.

 

Y Jacobo, con una visible cicatriz en su parietal derecho, daba señal de una amputación parcial del cerebro. El hombre solo reía y decía:

— válgame que me llevó la chingada.

 

Yo por querer hacer un chiste dije al ver la cicatriz:

— pero esa cirugía no se la hizo pachita.

 

A lo que contestó:

— Pachita me cambió el corazón. Yo antes era un científico psíquico muy pagado de mí mismo pero ella me enseñó la humildad de hacer cosas inútiles y aprender datos inoficiosos, que no son más que la aceptación de que esta vida vale mierda y no vale más que vivir.

 

— Me contaron —seguí con la conversa—, que te había ido a otra dimensión, hombre, o que te habían llevado los extraterrestres, ¿que pasó?

 

— La otra dimensión es la lívido de un multimillonario—  y señaló a Donald que en ese momento se rascaba sus exiguos atributos.

 

Donald preguntó:

— tú conocer señor pirata?  Es que los extraterrestres me han eniado una bolsa de dólares para él por el plan mundial para las ecoaldeas hexagonales leninistas.

 

A lo que yo le contesté:

— Claro, mano.

 

mI conyúge no había retirado la mirada de los calzones y con voz temblorosa le dijo a Donald:

— morirás de cáncer y tu cadáver será enterrrado en Kiev.

 

A lo que Jacobo celebró:

— yuju, por fin me voy a liberar de la cárcel de la consciencia de este pinche güero pendejo.

 

Dijo Donald:

— cuando yo morir, se acabará la dimensión en la que vive Jacobo por ende se  morirá el gran místico del siglo XXI.

 

Mi esposa más aterrada aún que antes repuso:

— no, Donald, tu moriste en 1990. En los calzones manchados de mi marido acabo de ver un pasado paralelo que es futuro. Jacobo te hace vivir y Jacobo te entregará para morir.

 

— A quién me entregará.

 

— A Cupido, que te arrancará las alas de ángel asesino que tienes, despresándote como un pollo asustadizo.

 

Yo me retiré, no sin antes la última exclamación de Jacobo, cuyo rostro se ensombreció cuando la dijo:

 

— Yo soy Cronos, yo soy Cronos.

Fragonard. Un alma sensible y triste en medio de la frívola sociedad.

Por:

Wanda Uribe Villa

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Fragonard fue un pintor francés, uno de los más populares del siglo XVIII. Pintó las mujeres más hermosas que alguien hubiera podido imaginar para la época. Pero no solo fue un gran pintor de la belleza de su tiempo, también  fue un hombre bastante solitario, porque en sus retratos la belleza que pinta duele profundamente. Pienso que Fragonard en su corazón tenía un fuerte sentimiento de tristeza y soledad. En este artículo me propongo presentarlo no solo como el hombre que pintó la belleza de su tiempo, sino también como el atormentado que fue. Una belleza que hiere. Pinturas deliciosas que contienen una lujuria y una sociedad corrupta. Fragonard, debido a su victoria sobre esa sociedad, siente la frivolidad no como un triunfo sino como un ataque al espíritu.

Fragonard. Un alma sensible y triste en medio de la frívola sociedad.

Fragonard como poeta, como el  hombre que pintó deliciosamente el momento en el que vivió, sus pinturas, llenas de luz, gracias a la influencia que tendría del maestro Chardin, con el que estudió en su taller, acercan al público a una experiencia hermosa, de ternura, de fragilidad, sus mujeres son totalmente provistas de belleza dando así el carácter poético que le es conferido. Influenciado también por el veneciano Tiepolo,  Fragonard adquiere un virtuosismo inigualable. Su paleta, compuesta de azul de Prusia, amarillo cromo, bermellón, amarillo oro, pardos, rojos y verdes[1]

Con esta luz divina que le atribuye a sus obras, convierte las fiestas galantes de Antoine Watteau en un deleite lleno de lujuria y belleza en las praderas, con sus bosques frondosos, que se repiten en las diferentes escenas, pero como si se situara en distintos lugares dentro de éstos. Los bosques frondosos también dan un aire erótico a las composiciones, no solamente por el hecho de que existían jardines para los amantes, sino porque la fertilidad del bosque también alude a la fertilidad humana. Estos jardines son la influencia clara que tiene Tiepolo sobre Fragonard y su estadía en Venecia.[2] 

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