Soplan vientos alienígenas
Los indígenas se ganaron la lotería espacial. Hasta pudieron visualizar astronautas marcianos. Alguna vez hubo un Buzz Aldrin que jamás se recuperó del alcoholismo y de la ingesta de hierbas medicinales alucinógenas lo que provocó que se quedara tirado en una duna venucina. «Tengo sed», dijo el marciano y semejó al gran crucificado de los tiempos. Pero estos pueblos no precisaron de mitologías para saber que el tiempo se había ido a la mierda y lo que nos resta es comerla. Por eso ellos, los amados aborígenes, se enfilaron a los conquistadores prestos a ser mancillados y asesinados. Fue el colono, masón, judío y templario Cristobal, no Chinaski, sino Colón, el gran Colón. Ahora, para no embotarlos os dejamos con los rastros celestes impresos en la selva colombiana.
En esta página podrás encontrar más de las investigaciones al respecto del reportero más arrojado del país del norte sudamericano, Roberto Tovar Gaitán: Nekken