Cecilia Valdés o la perpetua reinvención de la cubanidad
La pregunta por la argentinidad, mexicanidad o cualquier palabra que busque esencializar la fatalidad de haber nacido en un lugar concreto ha sido la que, durante el último siglo, ha predominado en los programas de generación de identidad nacional. Para la consecución de ese objetivo final se suman distintos gremios . Los literatos, por ejemplo, tratan de establecer un libro fundacional, una suerte de biblia que esté en toda casa sin importar que sea leído o no y que se constituya en un orgullo o en el sustrato de lo que se es. Los escritores, algunos de ellos para ser más preciso, también buscan escribir un libro que los encumbre como autores nacionales y sinónimos de un orgullo nacionalista. El punto inicial de la «cubanidad» ha sido Cecilia Valdés o Loma del Ángel, una novela escrita por Cirilo Villaverde y publicada en 1879; como ha ocurrido con «Martín Fierro», muchos escritores han revisitado sus páginas en nuevas creaciones, tal es el caso de «La loma del ángel» de Reinaldo Arenas o de Daína Chaviano con «La isla de los amores infinitos». El músico y director de orquesta Gonzalo Roig también reinventó la novela de Villaverde al convertirla al género lírico y darla a conocer en distintos rincones de occidente. Roig también fue uno de los músicos que pertenecieron al gremio habanero de los años veinte que le ponían sus melodías a las películas silentes de aquél entonces; de alguna manera, todo el siglo pasado de Cuba tuvo que ver con este compositor: