Yann Frisch, el desesperado alquimista del truco
En Baltass vemos a un hombre joven desesperado. Acosado por noches de insomnio, como un desgraciado que no puede conciliar la paz que el mundo le ha arrebatado definitivamente. Una ruptura definitiva con los objetos en los que ya no encuentra ninguna correspondencia. Y en este desastroso estado fluye la magia, a su pesar, yéndose en su contra, destruyéndolo, desesperándolo, haciéndole golpear la cabeza contra el mueble, llevándolo a las lágrimas, al temblor de los labios que le infligen una vejez prematura.
Contrario a los clásicos magos, soberbios, que se yerguen como maestros en el dominio casi sobrenatural de los elementos, el francés Yann Frisch en su refrescante número deshecha este estereotipo, elaborando alrededor del magistral truco una idea mayor de la magia que escapa a la voluntad del ilusionista para ir en su contra y finalmente destruirlo.
En palabras del crítico Sébastien Bazou: «El arte no es dado a todo el mundo. Es una especie de alquimia que se produce como un milagro. Yann ha llegado a esta alquimia particular como tocado por la gracia.»
Esta alquimia particular le ha valido el reconocimiento a Frisch como Campeón de Francia en el 2010, Champion d’Europe en el 2011 y en el 2012 la consolidación como Campeón Mundial de la Magia. Artistas como Yann Frisch sirven de inspiración a las futuras generaciones, para encontrar en formas artísticas antiguas, en apariencia gastadas como las de los números de magia, enérgicas fuentes de expresión capaces de renovar el asombro en el espíritu humano.