Los trabalenguas de Deleuze
Deleuze tuvo una relación animal con los piojos que se le sembraron: Se escarbaba y los sacaba de entre su pelambre y los mordía y pasaba mientras cerraba los ojos y hacía referencias subrepticias al Ano Solar. Deluze se apasionó por los piojos y vio con desconfianza las relaciones que entablan los humanos con sus gatos o perros. En el abecedario de Gilles Deleuze se pueden apreciar distintas facetas de lo que pensaba este filósofo francés; además, es una suerte archivo, él mismo se considera una pieza archivística, sentado, escuchando lo que le pregunta una antigua alumna y amiga que fuma a pesar de que el ya viejo Delueze tosa como esos ancianos que quieren recordar el asma. En este material también habla de la bebida, de su admiración por FitzGerald y su amor por Spinoza, además declara su desinterés por la gente «culta» y expresa, sin ninguna cohibición, su desprecio por Wittigenstein: