Tag Archive | William Faulkner

Un corto relato de Faulkner

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A medida de que los escritos se alejan de quien los perpetró, se transforman y reescriben aunque no se les cambie una coma. Basta con mencionarlos, fragmentarlos, aludirlos en una circunstancia concreta para que digan cosas insospechadas por el escribiente. Esta suerte también ha corrido para «Luz de Agosto», una novela de William Faulkner en la que encontramos este pequeño relato inmerso en el capítulo 6:

– ¡Mírame, Jezabel!- gritó

– Sssss… – dijo ella-. Sí. Tendrán que hacerlo cuando lo descubran…

Su mirada se apagó. Sus ojos la abandonaron para envolverla de nuevo. Cuando los miraba, la mujer creía verse a sí misma en llos, menos que nada, tan insiginificante como una briznilla flotando en el agua de un estanque. Después, los ojos se hicieron casi humanos. El hombre comenzó a mirarlo todo en aquella alcoba de mujer, como si nunca hubiera visto ninguna: habitación cerrada, cálida, con su desorden lleno de un olor rosa de mujer.

– Estiércol, inmundicias de mujer- dijo-. Ante la misma cara de Dios.

Tomado de «Luz de Agosto». P 127. Ed ABC, S.L.. Traducido por Enrique Sordo.

Charla para un ratito feliz: CIENCIA FICCIÓN EN ESPACIOS NO CONVENCIONALES

DE VUELTA A LO INESPERADO

CIENCIA FICCIÓN EN ESPACIOS NO CONVENCIONALES

Una caja de dientes es tan biopunk como una prótesis cibernética espacial.

viernes 15 de marzo.
Laboratorio Bitácoras de un equívoco (en el marco de «Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral«)
En EL PARQUEADERO: Museo de Arte del Banco de la República calle 11 #4-21 (Bogotá)

 La decepción de la ciencia ficción.

  1. Descripción:

 ¿Qué tiene en común José José con Philip K. Dick? Desde un punto de vista estrictamente científico, tienen en común todo y nada, como dirían los grandes maestros que ahora son parte del polvo cósmico.

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Un día como hoy nació el inventor del periodismo Gonzo

Un día como hoy nació Hunter S. Thompson.  Aunque no llegó a celebrar este cumpleaños pues hace varios años arrebató su vida; a la edad de 67.

Hunter Thompson fue el creador de un nuevo tipo de periodismo llamado Gonzo, en el que se le brindaba al reportero  la libertad de la ficción estimulando una hipersubjetividad, en ocasiones con percepciones alteradas, en que el periodista se volvía el centro de la historia (por lo tanto, cagándose literalmente en las tradicionales ideas de objetividad e imparcialidad que envuelven el ejercicio periodístico).

En palabras de Hunter S. Thompson, en esto consiste el periodismo Gonzo:

El periodismo Gonzo es un estilo de reportaje basado en la idea de  William Faulkner  de que la mejor ficción es por mucho más verdadera que cualquier clase de periodismo – y los mejores periodistas siempre han sabido esto. Lo que no significa que la ficción sea necesariamente más verdadera que el periodismo – o viceversa- pero que ambas «ficción» y periodismo» son categorías artificiales, y que ambas formas, en el mejor caso, sólo son distintos medios para el mismo fin. El verdadero reportero Gonzo necesita el talento de un periodista maestro, el ojo de un artista/fotógrafo, y las bolas pesadas de un actor. Porque el escritor debe ser un participante de la escena mientras la está escribiendo, o al menos rozándola, o al menos bosquejándola. O todas tres. Probablemente la analogía ma´s cercana a este ideal sería el de un director o productor de cine que escribe sus propios guiones, hace su propio trabajo de cámara, y de alguna manera se las arregla para entrar él mismo en acción, como el protagonista o al menos como el personaje principal.

Gracias por tus lecciones, Duke/Hunter. Que el inconveniente de haber nacido no interrumpa tu descanso eterno.

Faulkner, 50 años de muerto

La literatura del siglo pasado en Estados Unidos hubiese podido ser un cuadrilátero donde los dos boxeadores serían Faulkner y Hemingway; una lucha sin atisbos de piedad,en la que, además  de  sus fortalezas y talentos,  surgen las autoficciones  hechas por los luchadores de la manera en que querían aparecer frente al público: uno como un guerrero que cazaba cualquier clase de animal y, el otro, como un campesino que tuvo que vérselas en las peores situaciones de pobreza. Esa velada pugilística contaría con bebedores y apostadores compulsivos como Hank Bukowsky o F.S Fizgerald, cada uno ubicado en puestos distintos debido a su reconocimiento social. Estarían, incluso, los que pasaron el siglo XX jóvenes y vinieron a matarse en este, como  D.F Wallace que miraría la batalla con distancia mientras se estremece con el grunge que sale de sus auriculares. Thomas Pynchon y J. D Salinger se quedarían en los camerinos, escuchando la narración radial hecha por un gordo llamado Harold Bloom que afirma haber visto mejores luchas y todo  lo cuenta con desdén para después hablar de esas míticas batallas en las que sí hubo un gran William.  Los más viejos, los del siglo XIX ,apostarían por algún ganador. Pero es una pelea sin fin. Cada uno con su estilo, con sus filigranas, da golpes al otro pero el nocaut jamás llega.

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