El más hermoso adiós al western
En 1973, el maestro Sergio Leone ya sabía de la suerte que correría el clásico western y, por ello, produjo y dejó en manos de Tonino Valerii la dirección de «Mi nombre es ninguno». Esta película es el adiós a uno de los géneros decisivos en las narraciones del siglo XX y que devino en el humorismo que colmó a las pantallas durante gran parte de la década del setenta. «Mi nombre es ninguno» fue tan cuidadosa que sus dos protagonistas (Terence Hill y Henry Fonda) fueron elegidos porque, se asumió, representarían el encuentro entre el clásico y el nuveo western. El final de este trabajo cinematográfico es memorable y, sin las lágrimas que suelen humedecer a la nostalgia, es suficiente para saber que el adiós también puede ser una sonrisa que vislumbra el final de una curva iluminada: