Cuando Flash Gordon estuvo en Colombia
Flash Gordon estuvo en la televisión colombiana. Fue una suerte de Hermes que traía las últimas noticias a una presentadora enigmática, que miraba a otra dimensión tras sus gruesos lentes. Ella se llamaba Wendy Vanessa y decía ser la cara fresca de las noticias, burlándose de su cercanía a la vejez:
La irrupción de Flash, no ya como el salvador de la humanidad sino como un mensajero que casi siempre trae malas noticias, es una transformación de uno de los grandes mitos del siglo XX: La figura del superhéroe. La perspectiva crepuscular de este programa humorístico colombiano (Ordóñese de la risa») se alimenta con siempre maltrecha situación sociopolítica del país y, más exactamente, con los recurrentes diálogos para encontrar una paz que parecen formar parte de lo que se termina instituyendo como identidad nacional y que genera muchos empleos burocráticos. No es casual que la mujer a la que el superhéroe devenido en mensajero se esté despidiendo de los años de actividad sexual, de tener cierto atractivo para los hombres. Su voz, la de Wendy, ha dejado de ser dulce y se ha tornado en el motivo de una risa nerviosa ocasionada por la absoluta verdad de que todos nos vamos a morir no sin antes volvernos risibles para una multitud vulgar: