MINCA (depósito de almas errantes). Una crónica de Umberto Amaya.
MINCA
(depósito de almas errantes)

El autor.
Después de tres meses en la Sierra Nevada, regresé a Arauca, una tierra llana inundable donde lo que germina en verano lo ahoga el invierno y lo que nace en invierno lo quema el verano y solo crece eso que retoña más fácilmente en todas partes —la hierba—. Tierra llana sin mar, montaña, ni selva; habitada por una gente que en su mayoría solo cultiva la palabra con una franqueza tan marcada que raya en la ordinariez.
¿Chico, donde estabais? Me dijo un criollo de sombrero vaquero, alpargatas negras, pantalón blanco y cuchillo en la cintura. —En Minca, un pueblito de la Sierra Nevada de Santa Marta— le respondí seguro que él no tenía ni idea de que se trataba, pero el hombrecito me contestó —Eso allá es muy bonito, pero yo mejor me quedo por aquí, porque allá le cae a uno la pava y en todo le va mal, no está mirando que esos son sitios sagrados y los sitios sagrados no son para vivir, a no ser que tú tengas un comportamiento sagrado—
Y los indios de allá son jodidos, bien jodidos; no como los de aquí, ni como las indias de aquí, que una limosna de amor no se la niegan a nadie. Allá en la Sierra no..! Allá los indios cogen a los blancos, los sientan en una piedra y por cualquier maricada los ponen a hacer pagamentos, después les amarran un hilo en la muñeca y les quitan plata— Le presto la palabra a este criollo ágrafo, porque su concepto sobre la Sierra Nevada sirve como reflexión; pero en primera voz quiero contar, lo que vi, lo que olí, lo que escuché, lo que sentí y aprendí en ese pueblo situado en esa crestería montañosa con forma de serrucho, de atardeceres azafranados tan útiles como elemento poético para los que no tienen poesía en esa hora en que muere el día sin que podamos remediarlo.
HISTORIA Y MEDITACIÓN: Si afirmáramos que la fundó Don Juan de Minca, le estaríamos robando siglos de historia a esa región que fue asentamiento indígena y de manera especial cementerio, por lo que tuvo que soportar el “huaqueo” (saqueo de un yacimiento arqueológico) palabra quechua que significa —lugar sagrado, templo— Entonces, le estaríamos dando crédito a las palabras del criollo de sombrero, alpargatas y cuchillo en la cintura y cabe como coincidencia histórica añadir, que este lugar fue además, centro de meditación y ayuno de los indios Coguis y los Uiua, indígenas a los que no los trasquiló tijera.
También a mediados del siglo pasado los religiosos que allí se instalaron lo hicieron con el propósito de hacer retiros espirituales y vale además, destacar también, que entre los muchos viajeros que a diario llegan a ese —depósito de almas errantes llamado:Minca— lo hacen con el propósito de tener sitios que permitan la meditación, el retiro y la medicina espiritual. A todas estas coincidencias le podemos agregar que la Sierra Nevada de Santa Marta, el macizo montañoso tropical más alto del mundo y sus habitantes, guardan mucho parecido en las prácticas espirituales con los habitantes del Tíbet.
LA LLEGADA: Se parte desde la plaza de mercado de Santa Marta, en un campero destartalado que no permite la visión del paisaje y después de cuarenta minutos de estar esquivando los baches de la carretera se llega al pueblito de Minca, un amontonamiento de casas, sin andenes y sin planeación alguna, con un barrio central donde vive la gente que lleva más tiempo en la zona y es la encargada de hacer los oficios humildes a los nuevos colonos —Barrio El Casino— es su nombre, porque el sitio donde habitan fue un antiguo casino de los trabajadores de obras públicas.
LOS HIPPIES-CHICS DE MINCA: El resto del pueblo poco a poco se va disipando en construcciones confortables adaptadas en su mayoría para recibir turistas; y como corolario necesario, siguiendo la mirada de ese recorrido perceptivo, me atrevo a decir que de la misma manera que en Palomino nació la comuna de los —hippis-coguis— los propietarios de estas mansiones en su mayoría son —hippies-chics— que descubrieron una tierra que no andaban buscando y enamorados de tan edénico lugar y fatigados de su existencia gitana, se instalaron en Minca; pero en la añoranza de su origen urbano, escogieron los sitios con vista hacia la ciudad dorada, que no es otro que el resplandor de Santa Martha cuando anochece, entonces terminaron colocando el frente de las casas hacia el país de la luz. (Pido disculpas por la tendencia a la fantasía tituladora y les pido que en este caso entiendan —chic— como un sinónimo de elegancia y no como el ruido que producen las mujeres al masturbarse).
Misterios de lo oculto: literatura, drogas y llano, con Umberto Amaya Luzardo
Umberto Amaya Luzardo nació San Lorenzo Arauquita en 1945 y murió en Kamasia, un planeta reemplazó la c por K como lo hacen los indios, en el año 2099. su única frustración fue no llegar al año 2100.

el ayatollah llanero y el loro de luto
En el segundo capítulo de «Misterios de lo oculto» se conversó delicioso con Umberto Amaya Luzardo aprovechando la ocasión del lanzamiento del libro «Somos Antología. Nuevo Cuento llanero» (Informes para la venta acá mismo en milinviernos).
La obra de Amaya consta, a saber, de estos volúmenes:
Primer libro publicado julio de 1997,
Crónicas Araucanas 2000
Pancho Cuevas
Ficciones de Llano y Selva
Voces Indias
Me Falta Uno
El hijo de Lina Luzardo
Encaramado en las nubes.
Y aparece en más de 30 antologías.
Un comentario sobre El Relato de Pancho Cuevas, por María Adelaida Velosa (sobrina del famoso cantautor boyacense: Jorge Velosa).
Un relato para ayudarles a recordar a los ancianos llaneros quienes son.
Se llega a un momento de la vida en que las palabras tienen la fuerza del viento para despertar la brasa que reposa en la memoria, para encender la hoguera del recuerdo, para alumbrar lo que en esencia somos.
Así son las palabras de Umberto Amaya en su relato de Pancho Cuevas, una candelada chispeante, que brilla en los ojos de los ancianos que las escuchan.
Recuerdo la atención plena que, los ancianos de un Hogar de Aguazul, prestaban al escuchar de mi voz las vivencias de Pancho Cuevas, un personaje mayor que ellos.
A veces, no había mucho que hacer en las mañanas, así que los pensamientos se desplazaban al estómago, apurando la sensación de hambre y empujando los pies cansados hacia el comedor, aunque todavía no fuera la hora del almuerzo, pero cuando me veían con el libro azul de Umberto Amaya era como si una pella de chimó les calmara el hambre, la sed, el cansancio. Era como un terrón de panela para los caballos después de la faena. Y se deleitaban con el relato, sus ojos apagados se iban encendiendo poco a poco, las sonrisas desdentadas se explayaban como el mañoco en el caldo y cada uno era Pancho Cuevas, cabalgando por la sabana, trabajando con él, de hato en hato, patroneando la canoa, escuchando la voz suave y musical de una mujer que evocaba los graznidos del garcero al atardecer. Cada uno volvía a florecer como la llanura después de las lluvias, gracias al aguacero de palabras que Umberto sabe dirigir como un ordeñador de nubes.
María Adelaida Velosa
Día del llanero: cultivando con los Jitnus
«el guajibo está considerado uno de los cinco idiomas más completos del mundo. Con un monosílabo te cuentan que ayer llovió todo el día y se formaron charcos en el piso como cuando caen mil inviernos» UMBERTO AMAYA LUZARDO
El indígena de sabana es el génesis del llanero.
Hoy 25 de julio se celebra el día del llanero, gracias a la iniciativa del maestro Gustavo Rodríguez Martínez y Alberto Sabogal Gómez, y debido a la gestión del diputado Diego Fermín Linares Castejón, quien radicó el proyecto de la asamblea que terminó convertido en la ordenanza 038 del 2001, institucionaliza este día, en conmemoración del día del Pantano de Vargas, en donde los lanceros, en la mayoría llaneros, entre ellos 4 tameños, tuvieron una participación de la victoria.
También esta fecha es un reconocimiento al indígena que, al lado del llanero, luchó en las batallas de emancipación. La figura del llanero se extiende por todo el continente americano, desde el Cowboy gringo hasta el Gaucho de las pampas argentinas, pasando evidentemente por el ranchero, fenómeno del que da cuenta la célebre película de 1965: Alma Llanera, clásica del cine mexicano, protagonizada por Antonio Aguilar inspirada en la novela de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, y en donde se tiene como referencia principal la canción venezolana compuesta por Rafael Bolívar Coronado y musicalizada por Pedro Elías Gutiérrez.
Como lo expresa el documental al inicio, entre los americanos americanos, es decir, aborígenes de estas tierras, quedan muy pocos, y entre ellos, están los Jitnus, de la extensa familia de los guajibos. Este video es una exploración a su forma de vida nómada y sus nuevas maneras de habitar el territorio.
No se trata de una mirada externa, sino los propios investigadores, entre ellos, el escritor Umberto Amaya Luzardo (a quien presentamos desde una nueva faceta, nunca antes vista en este portal, ahora como documentalista), intervienen e interactúan con la comunidad para mejorar sus condiciones de vida. De esta manera, la guadaña irrumpe en sus oficios para facilitar tareas, y el jabón se vuelve una necesidad nueva de higiene por lo que se ocupan también de su fabricación con gran importancia.
‹‹Canoa ›› fue de las primeras palabras auténticamente americanas que se extendieron a lo largo del mundo. Este documental de hace 10 años es una muestra de una comunidad americana que sigue viva y toma las cosas del mundo exterior para facilitar sus propios procesos, como también nos pueden ayudar a entender cómo tratar casos como el de Alicia, sin necesidad de recurrir a los procesos occidentales de normalización sino más bien ver la importancia de la integración de las personas especiales en la comunidad. Tal vez siempre hubo comunicación de todas partes para potenciar la vida humana mientras compartimos este tiempo en la Tierra, y la ilusión fue hacernos creer que alguna vez estuvimos separados entre civilización y barbarie; entre conquista y prehistoria.
Celebramos el día del llanero teniendo en cuenta nuestras raíces. Con textos, inmersión y cámaras de Umberto Amaya Luzardo, edición de Hugo Caroprese, y trabajo antropológico de Viviana Jaramillo.
Cultivando con Los Jitnus from Hugo Caroprese on Vimeo.
RESCATE SABANERO: crónica a Lorenzo Balta, por Umberto Amaya L
Lorenzo Balta es un célebre cantautor araucano que atraviesa una crisis financiera como de salud. Razón por la que algunos escritores, en cabeza de Pedro Parales, llevan a cabo una campaña para darle una mano al «Viejo Zorro» de la canción llanera.
Apoyando la causa, compartimos una crónica de Umberto Amaya sobre este artista.
RESCATE SABANERO:
Umberto Amaya Luzardo.
La tarde que Lorenzo Balta perdió el ojo izquierdo, sintió una pena tan honda, que ensilló su caballo y se fue al monte dispuesto a que nadie lo viera. Se puso tan arisco, que regresaba al rancho bien entrada la noche y antes de que amaneciera, en lo oscuro todavía, ponía el pié en el estribo y arrancaba de nuevo —para no darle la cara al mundo— Era en ese entonces, un mocetón nacido en el fundo —Los Caballos— que se había ganado una beca y soñaba con ser piloto de vuelos internacionales, pero la viejita donde se alojaba en Arauca, decidió que mejor debería ser cura, y lo mandaron entonces para Yarumal Antioquia, a que estudiara en el seminario de La Paja.
Pasando vacaciones en el fundo de su mamá, le llegó el accidente que le cambió la vida y llevando muchos días escondido en el monte, una mañana que se bajó los pantalones para hacer las necesidades, de pronto se vio rodeado por una manada de araguatos (monos aulladores) y el líder de ellos, que era un mono viejo, se le acercaba, le mostraba los dientes y después agarraba una mona y la penetraba; se le volvía a acercar, le mostraba de nuevo los dientes, agarraba otra mona y hacía lo mismo. Como lo tuvo tan cerca, Balta se dio cuenta que el mono era tuerto y pensó —Si este carajo con todo lo tuerto es rey, yo…, hoy mismo le voy arrimar el caballo a La Pluma.
—La Pluma— era una muchacha que tenía fama en todo el caserío, por lo bonita, por lo liviana en el trato y porque con sus coplas enmudecía a muchos. Balta, se puso entonces la mejor ropa, se dirigió hasta la casa de la muchacha, se compró una botella de aguardiente y empezó a brindarle aguardiente a ella y a las hermanas, hasta que se prendió la fiesta; y al otro día al amanecer (aunque en secreto), ya eran novios.
De ahí en adelante todo fue como pelar una mandarina, al poco tiempo se presentó en el Festival del —Rescate Sabanero— que se realizó en la vereda Clarinetero, y obtuvo el primer puesto con una composición de Luis Alberto Caroprese —La vaca Aceituna— Caroprese, es su patrón, su amigo y su mecenas y, un día le dijo —Te voy a dar un regalo.
¿Qué es? le preguntó Balta, y el otro le dijo que le regalaba la plata para que grabara su primer disco con la condición que mencionara su caballo —Lucero— un caballo que tenía una mancha blanca en la frente y que también mencionara a su novia —pero con disimulo— Entonces, el negro Balta, sin bajarse del caballo, empezó a escribir su primera composición —Ella, mi caballo y yo— una composición que tuvo mucho éxito porque se le ocurrió mencionar unos cuantos coleadores y los coleadores en ese tiempo no eran temas de canciones. Su segunda canción —Un regalo para ti— fue un homenaje a Inocencia Balta, su mamá.
No es necesario en esta nota aclarar cómo se hizo cantante Lorenzo Balta, porque en el llano el canto es un deporte y también una faena diaria. Desde la cuna se tiene canción, en el trabajo de pastoreo y las sendas del amor, el llanero galopa la vida por los caminos del canto, hasta quedar sin canto y sin corazón. Llega el dolor, viene el olvido, y la esperanza del perdido renace, y otra ilusión halla camino de amor, halla camino de cuna y halla canción.
En el llano-llano los cantantes son los caballiceros, el mensual de hato, el encargado, el que siembra la yuca y limpia el platanal, los canoeros y los trabajadores de llano, que viven orgullosos de su llanura y de los oficios humildes que en ella desempeñan. Entonces, en esta nota me preocupé más por contar la vida de este cantante que después grabar once C.D. y de recorrer por más de veinticinco años innumerables tarimas, no deja de ser lo que es: un llanero sencillo.
Y fue tan humilde su vida que a los dos años, su mamá para poder trabajar de cocinera en un hato de Casanare, tuvo que dejarlo al cuidado de sus abuelos y ellos a los diez años lo mandaron donde una señora en Arauca, para que estudiara, y era tan pobre la viejita, que al medio día cuando terminaban las clases, Lorenzo se iba al monte a cortar leña para venderla y así conseguir la comida de ambos. Y era tanta la pobrecía regada por todas partes, que en la primera oportunidad que tuvo para estar con una mujer, cuando se quitó los pantalones, ella se quedó mirándole los pantaloncillos llenos de remiendos y de huecos diminutos y le dio tanta lástima, que se los quitó, se los rompió, se fue a la tienda y le compró unos nuevos.
Hoy viernes 27 de octubre, mientras preparo esta nota, en un restaurante de Bogotá: “Mi Viejo Cuatro Llanero”, diecisiete cantantes criollos se preparan para rendirle un homenaje a este “viejo zorro” de la canta llanera.
Los cerros imaginarios de Pto. Rondón. Media Crónica de Umberto Amaya
PUERTO RONDÓN:
Es tan llanero Puerto Rondón, que en el parque principal hicieron un arrume de tierra para que la gente tuviera noción de lo que es un cerro; también construyeron un faro con escaleras amplias y desde allá arriba la gente mira el pueblo, el río y la llanura infinita como si estuvieran encaramados en una colina.
Se llamaba “El PADRE” porque corre una brisa permanente, pero los que precisan de sangre humana para sobresalir por cultos y patrioteros, le cambiaron ese bonito nombre y le pusieron el de un lancero negro que trajo Bolívar para matar indios chibchas en Boyacá y, dato curioso, es en Boyacá donde más se le rinde culto a Bolívar. Aun así, en el parque de El Padre, colocaron una estatua del coronel Rondón, el pelo ensortijado y el caballo, con una pata levantada lo que indica que el personaje fue herido en batalla y a consecuencia de esa herida murió. En efecto, Juan José Rondón, hijo de esclavos libertos, en la batalla de Naguanagua (Venezuela) sufrió una herida leve en un pie, se le infectó y de eso murió. La estatua tenía una espada en la mano, pero un fanático de la historia la quebró, argumentando que Rondón no era de espada, sino de lanza.
A Puerto Rondón, en una bonita idea le construyeron un paseo perimetral que bordea el río Casanare, le pusieron monumentos inspirados en el llano: una canoa, una tinaja, y un grupo de aves que a diario se ven en la sabana, le hicieron una ciclo ruta y uno quiere estar todo el día, recibiendo la brisa llanera o metido en el río, que en la época del verano lo más profundo llega apenas al pecho y tiene en la mitad un hermosa isla con su playa de arenas finas.
Tengo toda la intención de regresar y escuchar a sus personajes floridos como el hombre del libro enorme y doña Angelina Franco, que tiene su casa en el barranco del río Casanare, dándole la bienvenida y la despedida a todos los que viajan; entregándoles el cariño y la sinceridad de su corazón llanero. Y es tan bonita su relación con los demás, que todos los que pasan por su casa, de puro cariño también, le arriman un racimo de plátano, un queso o una gallina.
Iré a Puerto Rondón a escuchar a su gente, porque a mirar ya lo hice, y porque una crónica sin el componente humano solo es media crónica
UMBERTO AMAYA LUZARDO
2021
Andrés Felipe Escovar Encaramado en las Nubes de Umberto Amaya

Amaya y Escovar: La lectura y el comentario son la extensión virtual de la conversación
Escribe Andrés Felipe Escovar a propósito del último libro publicado por el escritor araucano Umberto Amaya Luzardo:
El infierno, como ardid del paraíso para corroborarnos que no existe, nos tiende otra trampa: la dicha; por eso, en la realidad más explícita, no hay posibilidad de que ella aparezca. La promesa de algo feliz tampoco se da en el reflejo del infierno bazuquero pero la sensación de volver a probar eso que se promete pero jamás será cumplido, instiga a la esperanza: las promesas crecen cuando no se cumplen y jamás pierden su sustancia inacabada: la mejor forma de sustraerse del tiempo que nos erosiona es no cumplir lo prometido para así prolongar eso que se promete y mantener viva la llama de lo que se espera porque, cuando esto se materializa, siempre hay desilusión.
El texto completo se puede leer en el siguiente enlace de la REVISTA CORÓNICA (agradecemos a Juan Pablo Plata, el haber permitido un espacio para el mismo):
Este texto se leyó el jueves 19 de noviembre para abrir el conversatorio/presentación del libro en la Casa Fiscal de Arauca .
Acá unas preguntas que Cermeño le formuló antes del evento:
Una mina de historias en la Casa Fiscal de Arauca en Bogotá

Yo que en lo más alto que he estado es encaramado en un burro, ahora presentando el libro en piso 27 de un edificio me siento como Encaramado en las nubes

La fecha del conversatorio es el jueves 12 de noviembre, 6:00 pm.
Habrá streaming por FACEBOOK LIVE.
UNTÉMONOS DE COLOMBIA, por Umberto Amaya Luzardo
UNTÉMONOS DE COLOMBIA
(Así es el Pacífico)
Era un sueño de tercero de primaria, cuando en la clase de geografía aprendí que el país tiene tres cordilleras y dos mares; yo era un muchachito llanero que no conocía los cerros y mucho menos el mar; pero como era un niño y los niños tienen la capacidad de soñar despiertos, mientras el profesor hablaba de los kilómetros de mar atlántico y la cantidad de costa pacífica que nos pertenecía, yo en la imaginación, como en el joropo llanero: “salí por un caño abajo, a ver si a la mar salía”.
A los doce años cuando miré por primera vez la cordillera, pensé que en esos lugares los hombres eran demasiado guapos para trabajar, cuando eran capaces de hacer esos montones de tierra tan grandes que llamaban cerros; porque nosotros entre tres hermanos, turnándonos la carretilla para echar el piso de la casa, habíamos durado cargando tierra todas las vacaciones. Ahora, estábamos en Bogotá, mirando su cadena montañosa, y esperando que amaneciera para escalar el cerro que nos quedaba más cerca siguiendo el curso de la quebrada. Cosa de maravillarse, la quebrada estaba llena de piedras y como tampoco las conocíamos, todas nos gustaban y queríamos recogerlas todas, porque en los arenales del llano solo conocíamos dos piedras: una pequeña que tenían en la cocina para machacar los ajos y otra grande bajo la sombra de un árbol, la piedra de amolar, que traían desde Tame, a puro lomo de burro.
f“Viajar es necesario, vivir no tanto” decían los que se inventaron la democracia, como si viajar fuera un acto democrático, y nosotros, bajo el régimen de mi papá nos fuimos a conocer el mar; pero si las montañas me fascinaron, el mar no; el mar me asustó, porque pensaba que si el río Arauca, con lo pequeño que es, tiene caimanes, rayas, pirañas, remolinos y corrientes bravas en los que a cada rato se ahoga la gente, en esa inmensidad de agua tendrían que haber monstruos inmensos y furiosas tempestades; entonces me metí al agua con un recelo que me ha durado toda la vida.
Conocí el mar por la parte arriba de nuestro mapa, por el Atlántico; apenas me metí en el agua, que estaba tragándome el primer sorbo para comprobar que de verdad era salada y empecé a recordar las palabras del profesor “al país lo bañaban dos mares”, entonces me entró la necesidad de conocer el Océano Pacífico, y para allá me fui, pero esta vez no con la intención de asolearme en la playa, meterme un ratico al mar, y salir en pantaloneta para el hotel a comer pescado frito; sino que esta vez, mi intención era embarcarme y navegarlo, y muchos años después lo logré.
El pacífico colombiano empieza en Cali, con su cultura niche. Los caleños llevan el mar pacífico y la música afrocolombiana en cada folículo piloso, y de la misma manera que Brasil tienen estatuas de Pelé, en un centro comercial de Cali, está la estatua de Celia Cruz; diez metros de alta, con un vestido fucsia y su bemba colorá. Qué alegría para los ojos viajeros, mirar el buen gusto de los vallunos. Subiendo la cordillera occidental, por la carretera que conduce de Cali al mar, cruzando apenas el último barrio: Terrón Colorado, aparece el Saladito y La Cumbre; y siente uno que está viajando por lugares hermosos. Entonces llega el fin del afán y el comienzo de las casas bellas; es algo así como para los Bogotanos visitar La Calera, pero las casas de campo vallunas son más espaciosas y con mejor arquitectura, en otras palabras, mucho más bonitas, más espaciosas, con mejores jardines y menos frío.
LAS VALIENTES TAMBIÉN ME GUSTAN — Umberto Amaya L.
LAS VALIENTES TAMBIEN ME GUSTAN
Umberto Amaya Luzardo
Arauca, octubre 16 con calor de medio día.
Carajita: Deja que te llame carajita para que así, con un poco de intimidad pueda contarte mejor las cosas. Contarte por ejemplo que el lunes al caer la tarde te vi por primera vez, y el miércoles en la mañana se formó el mierdero. Ese lunes lo tengo claro, pasaste rozando el puesto de las empanadas pequeñitas que venden a solo trescientos pesos. Yo estaba ahí parado mirándote y en la alegría de ver una catira bonita, te sonreí y tú, con una sencillez que casi me congela, me devolviste en lazo abierto tu sonrisa.
–Prueba una, yo invito– te dije, y me respondiste que no. Pero insistí pidiendo que por favor la aceptaras para no sentirme despreciado –Si quieres mejor llévate diez, que yo con gusto las pago. –Llévaselas a los presos, que ahí no más queda la cárcel– te dije, casi que con autoridad. ¿Te acuerdas?
–El miércoles entendí por qué te gustó la idea y por qué me aceptaste las empanadas que te dieron en una bolsa de papel con la parte de abajo transparente de manteca. Te las entregaron, sacaste una y la mordiste comprobando que son pequeñitas pero deliciosas. Unos segundos no más te vi a los ojos y quedé sorprendido, porque las catiras de estos lados son marmoleñas y de ojos claros y otras más escasas todavía, tienen ojos de candela en marzo, pero los tuyos son diferentes, tienen un verde intenso color retoño.
Te vi las tetas mal escondidas en la camisa y se convirtieron en un imán para mis ojos; tú lo notaste y poniendo el semáforo en verde, me dijiste con picardía de cómplice: -las tengo un poco grandes, pero con una plata que voy a recibir les voy a disminuir una talla. Lo dijiste por mamar gallo y mamando gallo te respondí: –No, yo te pago la operación, pero no para que te las disminuyan sino para que te las agranden, que a mí no me gusta acariciar sino amasar con furia- te dije, feliz de encontrar una mujer como tú, sin escrúpulos de monja ni vergüenza genital, pero sentí en tus palabras la necesidad que tiene todo recién llegado de poder comentar con alguien afín sus emociones, y vi también en el fondo de tu alma el vaso de angustia que debías beber. Quiero decir con esto, lo que el olfato me dijo, que no habías llegado al pueblo a turis-vagabundear sino que en algún cruce serio te movías. Por eso, no te pregunté el número telefónico, además, no cargabas celular, yo me di cuenta. Te pedí el correo y en un pedacito de la bolsa que no estaba enmantecado lo apuntaste y todo sucedió como en esos amores ridículos, en que los acercamientos jamás pasan de besito en la mejilla, y es verdad, entre nosotros no ha pasado nada todavía, pero en el pueblo sí, en el pueblo se formó el mierdero y fuiste tú la protagonista.
Antes que todo eso sucediera yo tenía ya tu dirección electrónica, que escribir por internet es mi fiebre, porque en la escritura tiene uno la intimidad y el encanto de rumiar las palabras, en cambio con el teléfono debes ser más repentista y estás siempre peleando con los minutos y cuando no estás acostumbrado te atoras, y como en el amor, hasta las palabras se acaban. Pero mi vicio es intercambiar mensajes largos con mis amigas cibernautas y las que por pereza empiezan mandando frases de Pablo Cohelo, o grupos de oración en cadena, les doy el preaviso y si insisten en sus pendejadas y en su contaminación visual, les cierro los vidrios. Y en esta vida de peregrino que me ha tocado, cuando paso por los pueblos busco las peladas que se escriben conmigo y les hago la visita.