En la cama con Juan Carlos
Juan Carlos Onetti estuvo en cama la mayor parte de su vida; el cansancio y el tedio le podían. Tan fuerte era su aburrimiento que, hasta en las entrevistas , el mutismo se insertaba entre sus frases, como si se cansara de hablar y recordara que no hay mejor lugar para esperar a la muerte que la cama propia. En la entrevista que hoy les presentamos, Onetti está sentado en su cama pero bebe whiskey y está muy dicharachero, alejado de todos esos discursos literarios que se preguntan por la sustancia del acto de escribir y por lo que es literatura (discusiones que solo interesan a los escritores como a los contadores los libros de contabilidad y a los abogados el régimen de propiedad horizontal y la Sociedad en Comandita Simple):
Andrew Wood: el grunge de la voz de oro
Nucta llega al Templo del Perro ubicado en la cima de la montaña más alta, a cantarle a la memoria de cantantes desaparecidos que recibieron y perdieron por el Espíritu. No existen instrucciones para el ritual pero una profunda tristeza parece haberlo preparado para la ocasión. Como si hubiera estado esperando por el sueño, porque los rápidos siempre viajan gratis. Nucta muerde la manzana y se inunda en lágrimas. Como Sodoma y Gomorra todo está muerto ahora. El futuro estuvo en sus manos hasta que arrasó con él con los mismos ojos que ahora lo consumen.
El último hombre que encontró Nucta sobre el planeta fue Andrew Wood. Andrew Wood llevaba muerto más de dos décadas, antes del furor del grunge que él mismo sin saberlo ayudaría a erigir y volverse un mito, aunque todo el mérito se lo llevara después otra alma tan desgraciada como él, igual de guiada por el espíritu. Era el encuentro con el muchacho de las palabras doradas.