Tag Archive | Simónides

Feria madre (decimosexta entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

http://elviajedesimonides.blogspot.com/

En esta entrega Simónides será objeto de los juicios de los más poderosos miembros de la feria y ellos quieren quitarle las manos, los pies, el corazón, la lengua y las orejas. Acá puedes leer la entrega anterior

Feria16

CAPITULO XVI.

DE LA ACCIÓN Y REACCIÓN.

La desazón minaba el ambiente en el gran sínodo. El tiempo corría implacable hacia el límite de la duración de la feria, y el materializar la doctrina de una religión universal era humo apenas, y menos que humo si de armonizarla con el Artículo 77 se trataba. No había siquiera un principio unificado qué ofrecer. La unión esperada en cada templo entre las religiones derivadas de una madre común, en vez de armonía, acentuaba el sectarismo haciendo más improbable la unificación universal de credos. El Artículo 77 era una utopía, estaba más allá del esfuerzo humano, parecía una misión de dioses y para dioses. Esta desesperanza quizá fue una de las razones que llevó a los jerarcas a intuitivamente idear un enemigo común en la personalidad de Simónides, de alguna manera ello contribuiría a la unión aunque fuese irracional el método empleado. Ello o una hecatombe.  

Era costumbre que luego de finalizada la reunión del sínodo del día, por agotamiento del tiempo o por disposición del regente del evento o concilio como gustaban decirle a estas acaloradas reuniones, cuando era aconsejable hacerlo para evitar que desembocasen en reyertas, quedaban en deliberación los seis jerarcas de los templos, redactaban el texto con los acuerdos del día. Preparaban el temario para la siguiente sesión, y a veces intercambiaban impresiones sobre problemas encontrados en sus comunidades. Uno dijo:

Read More…

Feria madre (decimoquinta entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

http://elviajedesimonides.blogspot.com/

Este es un nuevo capítulo sobre la historia de Simónides, si deseas leer en la entrega anterior, acá puedes leerla:

capitulo-feriamadre

CAPITULO   XV.

DEL CONOCIMIENTO.

Reunido el gran sínodo, evitaba tratar el tema de la incertidumbre en la cristalización del objeto primordial de la feria. El espíritu del Artículo 77 se debilitaba, y en los últimos días poca o ninguna alusión se hacía de él. Tuvieron conocimiento de una empresa que además de vender servicios de religión, incluidos dogmas, rituales y asesores sacerdotales, también elaboraba todo ello según especificaciones puntuales del cliente con capacidad financiera suficiente, y esto era intolerable. Y se hacían comentarios en el sínodo de este talante: “¿Cómo hemos permitido que esta actividad proliferante de religión haya sucedido en desmedro de una de nuestras metas capitales que es la integración de credos?”. En consecuencia procedieron a cerrar tal empresa. La verdad, una vergüenza inconfesable era la causa de su mudez para tratar con honestidad y valor los temas para la integración y sin embargo sabían que sin ella no era posible avance alguno en la elaboración del nuevo credo. En su interior cada jerarca consideraba la suya como la suprema verdad e imposturas a las ajenas. Entonces dedicaban su esfuerzo a tratar temas como cuáles eran los enemigos de la religión. Conscientes que la enemistad de siglos y, algunas veces, de miles de años entre credos era el enemigo mayor, por la misma razón aducida antes no lo exponían abiertamente o al menos con sinceridad. Entonces posaban la causa del mal en los acontecimientos recientes que se antojaran contrarios a la armonía dogmática. Entre estos los teatros en parques públicos montados por el reducido número de incondicionales a Simónides y las intervenciones de este fustigándolos con sentencias que no aprobaban las tradiciones sacras en general, y contrariaban según ellos el santo espíritu que acompaña a todo buscador y servidor de Dios. Y como el mal ejemplo es camino fácil a seguir, habían surgido otros grupos teatrales y oradores callejeros convertidos en dudosos contradictores de los dogmas conocidos y en hirientes azotes para sus rectores. Siendo su potestad dictar normas para el correcto manejo de la feria en el espíritu de la ley que la instituía, sus decisiones eran analizadas por la jefatura de la gendarmería y hechas cumplir por ésta si en verdad estaban encaminadas con justeza a tal fin. Propusieron en consecuencia la prohibición de toda presentación teatral y de oradores en todo el ámbito de la ciudad, con excepción de los espacios autorizados del palacio de los templos y previa aceptación de un consejo de censura instituido al efecto por el sínodo. La jefatura de la gendarmería, tras un corto estudio, aceptó la propuesta en lo referente a presentaciones teatrales para reducir la justificación del sínodo cuando tuviesen que rendir cuentas, y negó la prohibición a la actuación pública de oradores por considerarla totalmente contraria a las libertades de hablar y oír cuando no eran motivación para romper el orden  público.

Ésta prohibición cayó como hielo fundido en los amigos de Simónides y otras agrupaciones que ponían en ello lo mejor de su esfuerzo creyendo que aportaban así su contribución al éxito de la feria y, a la vez, una forma de sustentación personal en ella. El grupo de LOS CINCO resolvió el problema de manutención, tomando en arriendo y por el resto de duración de la feria las instalaciones donde ofrecieran la cena de los peces. Simónides, que empezaba a sentir un gusto especial por tales espectáculos, sintió por minutos contrariedad, mas luego se repuso. Toda la ciudad estaba a su disposición para oír y disertar.

Read More…

Feria madre (decimocuarta entrega)

Por Pedro Pablo Escobar Escárraga

http://elviajedesimonides.blogspot.com/

Simónides continúa discutiendo en la gran feria de los mundos. Acá podrán leer el capítulo anterior:

cerebro1

CAPITULO  XIV.

DE LOS PREDICADORES Y DE LOS PROFETAS

En los primeros días de la feria la multitud heterogénea se mezclaba, y una sonrisa bienintencionada había en los rostros. Pero a medida que pasaban los días, el ánimo universal fue cediendo a los sentimientos de grupo, y los diálogos que en principio parecían amigables y animados en los jardines se tornaban en intolerantes discusiones, a tal punto que no pocas veces de las amenazas verbales se pasaba a los hechos, y entonces fue necesario declarar de exclusivo uso el parque lindante de la derecha de cada templo para adeptos del mismo, y fueron apostados guardias experimentados antimotines en el primer nivel de la torre, al ser este el acceso a los templos, ascensores y jardines, y lugar más proclive a la reyerta. El nivel superior del zigurat, sitio del sínodo universal, era escenario frecuente de álgidas disputas y muchas veces los jerarcas líderes para no caer en desprestigio y llegar a rompimientos sin retorno, suspendían sus congresos, y postergaban la continuación por dos o tres días, tiempo que dedicarían a apaciguar el enardecido espíritu de la indómita grey.  El desaliento y la desesperanza de estructurar un credo universal, y la quemante noticia de que Simónides estaba mercadeando verdades y medias-verdades en “El zaguán de la verdad” fue la razón para que por segunda vez enviaran una comitiva  numerosa en busca de Simónides con el propósito de arruinar su venta. El que parecía ser el superior del sínodo les encomendó: “No habrá religión sin Dioses. Qué pretende entonces Simónides? ¿De cuál bizarra religión es profeta? ¿De qué culto es sacerdote? No tiene dios, nadie sabe de su culto, mas es muchedumbre quien le escucha y hasta tiene discípulos. Compradle todas sus verdades y medias-verdades, y comprometedlo a venir a rendir cuentas al sínodo. Es intolerable esa anarquía que unida a las que ya tenemos, nos llevará a la ruina. No falléis esta vez, idos en su búsqueda”.

Era cierto. La tarde anterior, en una alcoba de hotel, Simónides miraba imperturbable la caja donde guardaba el dinero destinado para la permanencia en la feria. La caja estaba semivacía. Entre abandonar la feria o continuar en ella un tiempo más, optó por lo segundo, diciendo para sí: “No de palabras vive la especie, sino de sol, aire, agua y pan. Estos nutren al cuerpo, este nutre a la mente y ésta a las palabras. Hasta ahora las palabras han vaciado mi  bolsa, que por siquiera una vez ellas la llenen. Cada cual vive de su aptitud. Es contra  natura aceptar sin lucha la indefensión para vivir”.  Tomó el poco dinero que restaba en la caja y con él compró una resma de fino papel,  cortó en angostas tiras los pliegos, y en cada una escribió alguna frase al estilo de sus sentencias, las clasificó en tres grupos según su extensión, a las más cortas llamó verdades, a las intermedias llamó medias-verdades y desechó a las extensas al considerarlas susceptibles de mentira; introdujo las dos primeras en sendas bolsas, una clara y otra oscura, y con este tesoro en las primeras horas del siguiente día se dirigió a la calle llamada “El Zaguán de la Verdad”. Sentado sobre la barda contrató a un párvulo con expresión de pilluelo para pregonar, y a fe que lo hacía vigorosamente: “¡Medias-verdades a diez, verdades a cien!”. Al rato, una heterogénea multitud hacía fila para adquirir verdades y medias-verdades. Fue una sesión bien rentable para Simónides y su infante pregonero. El método de venta era sencillo: Recibido el dinero, el comprador introducía la mano en la bolsa de verdades o medias-verdades según la cobertura de la adquisición, y llevaba el producto para su pronta lectura, y no pocas veces intercambiaba la papeleta con otros adquirientes multiplicando el fruto de la compra.

Read More…

Feria madre (decimotercera entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

(http://elviajedesimonides.blogspot.com/)

Hoy Simónides habrá de dirigirse a un grupo de personas que asisten a una comida. Si desean leer la anterior entrega, acá lo podrán hacer:

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

CAPITULO  XIII.

DE LA VERDAD.

El sitio de la pesca se hallaba en un lugar apartado, bañado por el río en la porción boscosa de la ciudadela, rodeado de densa vegetación que en partes impedía la visión del cielo. Sus aguas lamían grandes rocas. Una acequia alimentaba la presa de la pesca. El sendero que a ella conducía estaba bordeado de floresta natural. Aves variadas no cesaban en sus trinos. El sendero terminaba en un  espacioso patio. A un costado había una enramada a manera de restaurante al aire, y al frente un pequeño lago creado por la acequia del riachuelo que corría ruidoso a unos cien pasos. Las gentes pagaban en una ventanilla el valor de la cena y recibían a cambio una caña de pescar y aprovisionamiento de carnada. Sobre rocas medianas demarcando la represa, había gentes con sus cañas tiradas al agua. Había paz. Simónides observaba con nostalgia la escena. En su corazón sentía que esto no sería duradero, había rumor de odios crecientes entre practicantes de credos, y aún de muertos no confirmados oficialmente a manos de guardias sinodales oponentes. Sin embargo, el ambiente aunque tenso era de calma exterior. Las personas sencillas eran lejanas a esta situación, el sueño de integración a través de una religión universal aun animaba a muchos corazones. Por un instante Simónides permitió que la tristeza punzara su corazón. Pronto volvió a su habitual serenidad. 

Cada cual tiraba el anzuelo con la caña. Al sacar al pez si no tenía un mensaje colgado tras las agallas era devuelto al agua y el pescador reiniciaba la pesca. Y sonreía triunfante cuando del pez colgaba un frasco conteniendo el mensaje. El pescador entregaba el pez a la cocina para la preparación de su cena y a cambio recibía una papeleta con un número, y luego, era libre de leer y meditar en el mensaje. Podría haber pescas venenosas o de peces que heridos intentarían atacar a su captor, así que un experto vigilaba la pesca para evitar eventos desgraciados. Había un letrero en medio de tan singular paraje: “El pez grande se traga al chico. El pez chico digiere al grande convertido en carroña. Es el ciclo de vida, ley de compensación  a través  de la permanencia. No siempre el pez hermoso contiene bello mensaje, podrá ser apetitosa su carne y amargo el mensaje, podrá ser su carne venenosa y entonces es necesario devolverlo al agua y reintentar la pesca. Debes sopesar la posibilidad de que el pez que ha mordido tu anzuelo, sea tu verdugo. Cuídate entonces, ten paciencia y se afortunado en la pesca de tu cena”.

Sobre otras rocas algunos comensales aguardando la cena, meditaban en el mensaje proveniente del pez, mientras escanciaban bebidas que tomaban libremente de una mesa dispuesta para ello. De vez en cuando una moza tras el mostrador gritaba un número y el poseedor del cartón con el número coincidente iba a ella y recibía una bandeja con el suculento fruto de su pesca ricamente aderezado con otras viandas, y ataviado con el tesoro gastronómico se retiraba hacia las mesas destinada para disfrutar la merienda. Unos y otros intercambiaban comentarios acerca de los mensajes pescados que muchas veces por coincidencia parecían estar relacionados con la inquietud capital del pescador, ocasionando el rumor de que eran testigos de una milagrosa pesca.

Read More…

Feria madre (duodécima entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

En esta entrega Simónides se refiere a los actos públicos donde se queman herejes y se deja a la voluntad de Dios el dilucidar quién cree y quién no mediante el asesinato masivo. Acá podrán leer la entrega anterior:

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

CAPITULO  XII.

CRIMEN, CASTIGO, JUSTICIA Y LIBERTAD.

Las asambleas de los credos aumentaban el fervor de sus fieles y distanciaban a unos y otros en la elaboración del gran código universal. Así que unánimemente acordaron retomar las asambleas poli-religiosas, custodiadas por milicias de cada bando para evitar las agresiones. Mas estas eran cada vez más intransigentes y de carácter verbal ya que las tropas custodias evitaban que llegaran a la agresión física, y en los ojos de cada asambleísta brillaba un creciente anhelo de asesinar a sus contradictores. Este fenómeno era observado con complacencia por el jerarca coordinador del sínodo mayor quien en el fondo, bien oculto, creía que la promiscuidad de credos debilitaría la unión y conduciría a una mutua extinción.

Simónides recibió repetidas visitas de emisarios del Consejo Santo o Supremo Sínodo para participar en los debates y siempre las rechazó, agrandando la distancia con ellos e inspirando una creciente enemistad y animadversión hacia él. No volvieron a invitarle, pero no le olvidaban, y enviaban espías a seguir sus pasos y escuchar sus interlocuciones y aquellos regresaban una vez le escuchaban, con el espíritu inquieto y taciturno, a veces tristes, sin hallar la razón de esto.

Read More…

Feria madre (décima entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

Les presentamos el décimo capítulo de la historia de Simónides en la gran feria mundial. (Acá podrán leer el capítulo anterior)

 

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

http://arteymusicadelaconciencia.blogspot.com/

 

CAPITULO  X.

PARODIA DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.

INCOGNITAS DE DIOS Y LA RELIGIÓN.

Simónides había oído de la comedia que estaba por presenciar. El comentario era unánime en considerarla de grande sabiduría, así que decidió asistir y verificar por sí mismo la veracidad de las habladurías. Mezclado en la multitud de espectadores, se apostó  al abrigo de una palmera y, como era costumbre, sin mostrar alguna emoción, presenció la escena:  

Una carpa simulando una caverna, vacía de luz, tenía escrito en el dintel de la entrada “Gruta de los Dioses”. Unos veinte metros al frente, una caverna similar, translúcida, con el rotulo de “Matriz del Sol” en el dintel de la entrada, irradiaba tenue luminosidad. Enmarcando el fondo, entre la gruta sombría y la translúcida, un coro de artistas de ambos sexos vestidos con trajes de diferentes regiones de la tierra y máscaras blancas, negras, rojas,…  y, detrás de estos, un abigarrado conjunto de músicos con instrumentos de percusión, con rítmicos repiques animaban la escena. De la parte de atrás del coro y de los tamborileros, surgió un número indeterminado de seres en todo semejantes al hombre actual, solo que eran descalzos, vestían trajes confeccionados con hojas y corteza vegetales y pieles de animales, y lucían cabelleras largas y grasientas. Los hombres blandían mazas, varas puntiagudas y piedras. Las mujeres con los senos al aire, izaban teas encendidas y tinajas de barro; mezclados entre ellas niños de ambos sexos, desnudos, caminaban junto con los mayores, todos con cadencia al ritmo de los tambores.  Era difícil saber si su actuación era una marcha o una danza. Las grutas abrieron los portales. Los miembros de la tribu, indistintamente penetraban, salían en menor número  y volvían a penetrar a una gruta o a la otra, hasta todos quedar dentro.  

Read More…

Feria Madre (cuarta entrega)

Por Pedro Pablo Escobar

Hoy hacemos entrega del cuarto capítulo de la novela «Feria madre» escrita por Pedro Pablo Escobar y con ilustraciones de Pedro Pablo Escobar Muñoz. Si desean leer alguna de las entregas anteriores, basta con oprimir en el número correspondiente: 1, 2, 3

Feria4

CAPITULO  IV.

DE LA LIBERTAD Y LA LIBERACION.

Transcurrían los días y la caravana que acompañaba a Simónides crecía. Algunos acompañantes encontraban estériles la marcha y la prédica, y la abandonaban para sumarse a una igualmente creciente procesión de vehículos en dirección a la ciudad de Feria Madre. Otros se apeaban de los vehículos para indagar sobre aquella extraña caravana de gentes a pie cargando en la espalda avituallamientos y enseres para la larga marcha, y al escuchar a Simónides, dejaban los vehículos al cuidado de algún propietario de posada en el camino y se unían a la caravana.

No siempre Simónides departía con las gentes. Tras encomendar a sus dos seguidores favoritos –Aristos y Tulcano, acompañantes desde el comienzo de la gran marcha – que las gentes no le importunasen, cerraba la tienda y se sumía en largos silencios, a veces de  días, o se alejaba por un tiempo solitario o acompañado por uno o ambos seguidores o por personas señaladas por él, retornando al atardecer, en la noche o al amanecer del siguiente día. En ocasiones, al regresar, gentes cansadas por la espera se alejaban continuando el viaje, unas a pie y otras en automotores. En ocasiones el campamento quedaba vacío y él continuaba imperturbable su camino, luego, adelante, se reencontraba con algunos que, anhelosos de su prédica, retardaban el paso o, simplemente, se detenían a su espera.

Read More…

Feria Madre (Novela por entregas)

Por Pedro Pablo Escobar

Desde hoy, todos los domingos, habremos de presentarles un capítulo de una novela por entregas escrita por Pedro Pablo Escobar llamada «Feria Madre» e ilustrada por Pedro Pablo Escobar Muñoz. Esperamos que la disfruten y la sigan semanalmente:

 

buda

 

CAPITULO  I.

LIBERACIÓN DE LA SUPREMA PESANTEZ.

El caracol, con movimiento apenas perceptible, se deslizaba en la pared del baño adyacente al jardín de atrás. El ermitaño le vio con sorpresa y dijo en su pensamiento: “Por primera vez encuentro un animalito de su clase en este rincón del mundo y en estación de verano; que aparezca así de repente, es en verdad extraño. Anda a la deriva sin meta alguna o quizá  el calor le ha traído a refugiarse en lugar fresco, hagámosle pues cómoda la estancia a mi querido inocente visitante”. Salió. Regresó con unas hojas frescas de lechuga y las colocó al alcance del pequeño gasterópodo en la base del ventanal de la pared. Olvidado el suceso continuó la rutina diaria: preparar el frugal desayuno, regar el huerto, ordeñar dos cabras, y visitar la gruta atrás de la cabaña, donde disfrutaba la paz que suelen inspirar las soledades pétreas. Era la gruta estancia de su predilección, sitio de lectura y meditación, siendo la cabaña el puente con el mundo exterior.

Pasaban los días y el animalito parecía amoldado a la nueva morada, parsimoniosamente se trasladaba de un sitio a otro en la verticalidad de la pared sin intentar salir. Pensando que este no era el ambiente natural del caracol, Simónides – nombre del ermitaño- le asió con delicadeza y lo depositó entre las hortalizas del huerto. Semanas después, el ermitaño, sorprendido, vio al caracol en la misma pared del baño, próximo al ventanal por donde había penetrado. Y entonces, haciendo conjeturas y tratando de hallar una explicación al extraño comportamiento del animal, concluyó:  “Trata de advertirme de un acontecimiento por suceder, es como si algo ansiado desde hace tiempos esté próximo a su concreción. Aunque en verdad difícil es saber si se trata del mismo animalito, y más difícil aún saber cuál es el suceso tan anhelado”. Pintó una porción de la concha del caracol con laca para madera, esperó que secara y luego tomando al animalito lo depositó en la parte más apartada del huerto, y se dirigió a la gruta bajo un impulso incontenible de encontrar respuesta al tumulto de interrogantes que invadían su mente luego de abandonar al caracol.

Read More…