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Un nuevo muchacho en la congregación de los muertos. Necrológica de Sánchez Dragó

El dragoneante con el gatito que le dio gatillo, justo en su corazón

No hay nada que entender
El investigador V. Fuentes, luego de un ataque de epilepsia, pensó entrar en la bruma de la muerte y lloró. Conforme avanzaba, empezó a ver rostros familiares:  estaba, con su sereno bigote de leyenda del cricket del imperio británico, don Antonio el descogotado; más adelante, apareció un hombre rubio de melena alborotado, semejante a la vocalista de Roxette pero con gigantismo y barba de Wolverine, se trataba nada más y nada menos que de don André Malvavisco Malby; cruzando una esquina estaba un hombre misterioso de abrigo a lo Dick Tracy, con características germánicas y leves coqueteos a muchachos con sida, llamado el Kaiser del VIH; en medio de este paisaje aterrador, un jesuita calvo  de pelo largo, gritaba: no sois más que animales de una granja, por eso dicen que Jesús es el Pastor y de un Impostor y de un Impastor solo hay una letra y esa letra es el alef ¡Jesús es mi impostor!, era n don Salvador Freixedo; inmerso en humo de nicotina apareció, un hombre de mediana estatura y de bemba de Pedro Picapiedras que dijo qué es este sol de medianoche, llevaba un gato en la cabeza y, de la mano, a una japonesita de diez años a la que sencillamente llamaba Puta,  se trataba del Draconiano Sánchez, el hombre de corazón tan grande que se le paró (al viejo sí le cabía el chiste popular del anciano que se pone una mano en el pene y otra en el lado izquierdo del pecho para descubrir cuál se le parará primero).
La niebla se disolvió y se hallaban todos en un set televisivo de los años 80s hablando de temas de gnosis, aunque nunca concluyeran nada, aunque Malby no hiciera más que gritarle en la cara a Don Bigotes, que parecía siempre ansioso de terminar rápido ese programa para irse a fumar un canuto como aquel chiquillo que fue alguna vez y recibió la noticia de un alienígena.
El investigador Fuentes lloró hasta hipar: estar muerto era tan doloroso como estar vivo.
A lo que el gélido Kaiser le replicó:
-Pero vos no estás muerto, estabas de parranda en medio de tus convulsiones. Disfrútalas porque la vida es realidad y todo lo que hicimos en este programa fue una fuerte habladera de mierda. Lo único cierto es que ya muertos, no estamos.  Somos cadáveres y los cadáveres no hablan.
– Entonces ¿qué hacen?- preguntó Chente.
A lo que repuso con una risa socarrona el recién muerto Dragoneante, mientras acariciaba con una mano las nalguitas de la japonesita:
-Nada, como la vida misma.
Fuentes se dirigió a quien consideraba su maestro, el Salvador de los Ovnis.
-¿Algún mensaje para el planeta tierra?
Salvador, acercándose en gesto desafiante dijo:
– Ninguno, pero tengo un poema de Rilke que te diré en secreto:
«Estos que huyen, aún sin aliento
de entre la masacre de los niños:
Oh, cómo habían crecido sin notarlo
mientras tomaban su camino».
Malby gritó como un gorila desesperado. Así Chente supo que debía volver donde la gente, es decir, al moridero que es la Tierra y al matadero que es vivir.
Días después, grababa un video con David Parcerisa. Este último no estaba enterado de nada y de nada se iba a enterar porque ya muerto estaba de causas naturales.
 Así que, descansa en Paz, David Parcerisa.
Pdta: la causa natural de morir es vivir.

Günter Grass entrevistado en España

Gunter-Grass

Pese a la obsecuencia y enternecedora soberbia que exhibe Sánchez Dragó, esta entrevista realizada a Günter Grass evidencia la posición del autor alemán con respecto a temas tabú en su país como la política exterior de Israel. Así mismo, el autor de «El tambor de hojalata», se distancia de los canonizadores de la literatura y afirma que eso que llaman «canon» es la infructuosa contraposición a un torrente incontenible como es el de la escritura. Este encuentro también da cuenta, así sea de forma lateral, de la relación del nobel alemán con la tradición literaria de Hispanoamérica: