Los poetas son humanos que cagan y la cagan. Por Zeuxis Vargas

La curiosa vida de Li Popó. Por Leandro Alva
A Enrique Pagella, destacado orientalista bonaerense.
He venido desde muy lejos en representación del taller de escritura e investigación literaria que funciona en un establecimiento que no me ha sido dado nombrar.
Vamos a trascender las barreras del tiempo y el espacio para viajar hasta la China de la dinastía Tang (allá por el siglo VIII, más o menos). En esos pagos y en esa época, era costumbre que los funcionarios públicos cultivaran la poesía. De hecho, era un requisito obligatorio para ingresar a los estamentos gubernamentales.
A consecuencia de esta norma, el arte de pergeñar endecasílabos floreció con singular potencia, y China se llenó de trovadores y verseros como nunca había sucedido antes. Ni después.
Los más famosos y recordados son Li Po y Tu Fu. Tal vez, estos nombres resulten familiares a quien frecuenta estas artes del florilegio chamuyero. Y es muy probable que Li Po sea el más renombrado de estos personajes, porque además de ser un gran bardo, era un gran borrachín y un tremendo putañero. Con mucha frecuencia, su lírica está centrada en la exaltación etílica y los placeres sensuales.
Li Po trabajó en la función pública durante un breve lapso de su vida, y terminó abandonando la faena por motivos que no han sido del todo aclarados.
Sin embargo, no es acerca de Li Po que vamos a disertar en esta oportunidad, si no de una figura mucho más evanescente y misteriosa: su medio hermano Li Popó, que también fue poeta.
Hasta hace poco no teníamos la menor idea de la existencia de este juglar, pero nuestro corresponsal en la Universidad de Connecticut nos hizo llegar un informe incontrastable acerca del escurridizo vate.
LA MAYOR CONSPIRACIÓN. Charla en 8va@fliabogota
Mil Inviernos estuvo presente en la 8va feria de libro independiente y autogestionada. Además de poner a disposición del público la novela THE LOLA VERGA’S BIG BAND, a través de dos librerías independientes amigas, también participó en el evento por medio de una charla. La charla fue espontánea pero guiada por un libreto que se puede leer como un ejercicio que se puede reproducir en el futuro, a partir de las preguntas que se sugieren al final.
Introducción por Andrés Felipe Escovar (@eskrraga) :
El divorciado y el abducido incurren en el anhelo del retorno de la visita. No importa que la misma se dé para diseccionarlos, despedazarlos y abrir sus cuerpos en aras de alguna disposición metafísica que los haya hecho comportarse como se comportaron.
El abducido y el divorciado se preguntan si acaso todo fue una alucinación o una treta para hacerlos crédulos. Claman por algún respingo de la realidad que les indique que ella anda por ahí, succionando la vida de sus huesos, y les dicte recuerdos de hechos imposibles.
La realidad les inocula una infección de viajes intergalácticos embarazados de amor.
La sinapsis entre el fenómeno ovni y fenómeno amor es el miedo a la soledad y el abandono. Estos propician nostalgias ajenas a los estatutos dictados por los científicos más acendrados en sus certezas de evidencias, causas y efectos.
Nada volverá a ser igual luego del amor o de un avistamiento Ovni: el firmamento y los genitales cambian para siempre.
Disfruten pues de este entremés en donde Luis Cermeño expuso, con la seguridad de Samael Aun Weor, todo ese entramado que nos deja más que cabezones a los divorciados y abducidos. Sea este el momento propicio para iniciar una nueva navidad de siempre.
LA MAYOR CONSPIRACIÓN DEL UNIVERSO CONOCIDO
Por: Luis Cermeño
Hoy hablaré sobre la mayor conspiración del Universo Conocido, dentro del marco de la Teoría de la Conspiración.
Para las élites culturales, la teoría de conspiración es una histeria colectiva de las clases medias. Para los racionalistas, una forma mítica a la que recurre la gente para tratar de darle sentido a un mundo complejo con unas relaciones de poder insondables y unas epistemologías enrevesadas que urgen una explicación más sencilla, aunque caiga en el terreno de lo fantástico y lo absurdo.
Ambas aproximaciones a la teoría de la conspiración, me temo, son ciertas. Como también son ciertas las palabras de Joseph Heller: “solo porque seas paranoico no significa que no te estén persiguiendo”. Tampoco es falso el mensaje que me salió el otro día en una galleta de la suerte china: “La teoría, en la práctica, es otra”.
Esta será, pues, una conversación en el terreno de la pragmática de la conspiración. Y para el caso, se enfocará en los dos fenómenos más trascendentales de la existencia humana en los límites de esta realidad: El fenómeno OVNI y el concepto universal del AMOR.
Siguiendo el largo camino trazado por “escritores malditos” como Andreas Faber-Kaiser y Salvador Freixedo, se considera que el fenómeno OVNI es el suceso más importante en toda la historia de la Humanidad. Pues éste comprende a a cabalidad tanto el origen de las religiones como las tramas políticas y de poder de todos los tiempos; a través del fenómeno OVNI se entiende el magnífico acontecimiento de la vida esparcida en todas las galaxias, se explica tanto el origen –modificación- de la especie Humana como su propósito y hasta el mismo núcleo de la naturaleza de la realidad se pone en cuestión.
Los pensamientos de un mal poeta frente a Pushkin. Por Mijaíl Bulgákov
En un episodio de «El maestro y Margarita», la novela escrita por Mijaíl Bulgákov, el poeta Riujin se hace consciente de su condición de «mal poeta»; esta penosa situación y el monumento de Alexander Pushkin erigido en Moscú, que lo ve desde la nebulosa angustia que lo aprisiona, lo conducen a concluir que este bardo tuvo asegurada su inmortalidad gracias a su muerte en un duelo sostenido con un oficial zarista. De modo que no hay ni calidad, ni buena ni mala literatura, sólo inmortales que alcanzan tal fatalidad, por crapichos y detalles que son entendidos como síntomas de la grandeza:
¡Los versos! Tenía treinta y dos años. Y después ¿qué? Seguiría escribiendo varios poemas al año. ¿Hasta que fuera viejo? Sí, hasta la vejez. ¿Pero qué le aportarían sus versos? ¿ La gloria? “¡Qué tontería! No te engañes. La gloria no es para quien escribe versos malos, pero ¿por qué son malos?… Tiene razón, toda la razón”, hablaba consigo mismo sin compasión alguna.
Intoxicado por aquel ataque de neurastenia, el poeta se tambaleó, el suelo dejó de moverse bajo sus pies. Levantó la cabeza y se dio cuenta de que hacía mucho rato que estaba en Moscú. Había amanecido, se veía una nube dorada y el camión estaba atascado en una larga hilera de coches a la vuelta de un bulevar. Casi ahí mismo, encima de un pedestal, había un hombre metálico con la cabeza un poco inclinada que miraba indiferente el bulevar.
Le invadieron unos extraños pensamientos. Se sentía enfermo. “Este es un ejemplo de lo que es tener suerte- Riujin se incorporó en la caja del camión y levantó la mano amenazando a la figura de hierro fundido que no se metía con nadie-. Cualquier movimiento que hiciera, cualquier cosa que le ocurriera, de todo sacaba provecho, todo contribuyó a su fama. Pero, en realidad ¿qué ha hecho? No lo entiendo… ¿Habrá algo especial en esas palabras: “la tormenta y la niebla…¡No lo entiendo! ¡Suerte es lo que tuvo! ¡Nada más que suerte!”-concluyó mordaz.
Ernesto ¿Uno qué hace?
Por Fernando Suárez-Obando
Cuando camino por la calle real y veo los bolardos, esas masitas de concreto adornados con un anillo de metal pintado de verde, siento una opresión incómoda en el pecho, tengo la sensación de caerme, resbalarme, irme de bruces, derrumbarme, escurrirme como un ser baboso y aterrizar sobre un bolardo y enterrarme el anillo de metal en el pecho. La sensación cesa cuando supero un bolardo, pero regresa con el que se aproxima, así que mi paseíto se vuelve problemático y muy diaforético. Preferiría que quitaran esas cosas y que el espacio público se viera invadido por renoletas rojas y tuviéramos que serpentear por el laberinto de carros en los andenes y así no tener que ver los bolardos y correr el riesgo de enterrarnos anillos en el tórax. Pero cuando me imagino a las renoletas solo veo camionetas rojas alineadas a lo largo de un andén infinito y eso también me incomoda porque avanzo y veo los bolardos y las renoletas y eso es muy incómodo y el paseíto ya se vuelve angustiante y toca ver si hay un taxi por ahí, irse y evitar esos pensamientos intrusivos.
Lo bueno es que la probabilidad de enterrarme un anillo de metal verde en la mitad del esternón es baja y ya no hay muchas renoletas como para hacer una fila infinita sobre el andén, el problema es que existiera un pensamiento intrusivo con mayor probabilidad de ocurrencia y entonces me tocara tomar una decisión, algo así como si yo fuera el Alcalde mayor y tuviera que decidir sí quitar los bolardos para evitar lesiones torácicas, es preferible al costo de permitir que las renoletas se subieran a los andenes. En últimas, como eso no va a pasar, pues me tranquilizo y al cabo de dos días de pensar en los bolardos y las renoletas se me olvida.
Eso le contaba a Ernesto que es psiquíatra, es mi amigo pero no es mi psiquiatra, es un amigo que simplemente estudio psiquiatría. Pero él no puede evitar ser psiquiatra cuando hablamos y cuando le cuento sobre esos pensamientos peregrinos pues hace un esfuerzo involuntario para ubicar mis quejas en algún eje diagnóstico. A veces me dice algo, a veces no me dice nada.
Chan Chun Chin, el poeta chino que hizo versos en español
Chan Chun Chin fue el primer poeta chino que versificó en el español intrincado que hablan los inmigrantes de su país cuando llegan a fundar supermercados, lavanderías o restaurantes en alguna ciudad sudamericana.
Chan Chun Chin decía «chévele» cuando observaba a alguna mujer atractiva con la que no cabía la más mínima posibilidad de tener algún escarceo. «Míle y mílese», se decía el poeta y a continuación narraba el momento en que él se desdoblaba y su doble aparecía con un espejo que lo reflejaba de cuerpo entero y así le mostraba su precaria corporalidad para poder satisfacer algún apetito de la mujer deseada.
Chan Chun Chin se dio a conocer gracias a la interpretación que de él hizo Hernando Casanova, ese gran actor colombiano que encarnó a personajes inquietantes hasta las cachas.
Chan Chun Chin está muerto. Hernando Casanova, también. Pero, tanto los versos de uno como los poemas actorales del otro, perviven y en este vídeo podrán corroborarlo:
Hepático Bolaño/Parkinson Zurita
Esta semana ha cumplido Roberto Bolaño diez años de muerto y ello ha ocasionado jolgorio entre sus seguidores pues suplementos culturales de distintas latitudes no han hecho otra cosa que convocar a escritores para que hagan textos sobre el autor de «Los detectives salvajes»: todo un patadón en el hígado de los pocos que se abstraen de esos enfebrecidos homenajes. El entusiasmo por este autor se equipara al profesado por los del llamado «boom», pese a que los cultores de Bolaño afirmen distanciarse de ese otro fenómeno y que se refieran con desprecio a Vargas Llosa o a García Márquez por no ser poetas salvajes. Uno de los escritores con mirada más crítica del trabajo de Bolaño es su compatriota Raúl Zurita quien, incluso, fue inspiración de una novela de Roberto («Estrlla distante»). Les presentamos una entrevista que el autor de «Zurita» le concedió a Chiara Bolognese y que forma parte de un trabajo titulado Roberto Bolaño y Raúl Zurita: Referencias cruzadas:
– ¿Cómo hay que leer Cuadernos de guerra dentro de su corpus poético?
– Cuadernos de guerra, como Las ciudades de agua, Sueños a Kurosawa, Los países muertos o In Memoriam son páginas que he extraído de algo que acabo de concluir, un libro que bordea las 800 páginas, que se llama Zurita. Se llama así no porque crea que yo o lo que sea mi vida tenga algo de especial, al contrario, sino porque es mi dato básico, el hecho básico de estar vivo, si puedes llegar al fondo de ese dato concreto que es tu vida, sin autocompasión ni falsa solidaridad, estarás posiblemente vislumbrando el fondo de todas las vidas; los seres humanos no somos mucho más que distintas metáforas de lo mismo y todos, más o menos, somos semejantes en nuestras angustias y miedos, en nuestra necesidad de amor, en nuestra perplejidad frente a la muerte. Pero me he desviado, te decía que Cuadernos de guerra lo extraje de esas ochocientas páginas al igual que los otros libros. Cada uno de ellos no me tomó más de veinte minutos en armarlo, digamos el tiempo que ocupé en copiar, trasladar y pegar partes muy parciales de una totalidad mucho mayor y que ya estaba en gran parte escrita. Y los armé porque me divertía hacerlo, porque es divertido jugar veinte minutos, no más, a ser Dios. Dispones de los materiales, puedes armarlo y desarmarlo como quieras. Porque efectivamente cada uno de esos libros es autosuficiente, pero en ese Zurita no hay ningún libro que se llame Cuadernos de guerra, por ejemplo, su estructura es completamente otra. Es absolutamente otro.
La furiosa piedra de Chile
La mayoría de los hijos de Job y Sor Juana Inés de la Cruz morirían chicos, los otros se suicidarían o accidentarían. Sólo quedarían los suficientes para recordar que sus padre fue un santo furioso y que su madre se acercó a Papá Lindo y sintió sus susurros incendiaros de tantos corazones. Esto se puede concluir de la fortaleza que el libro de Job insufló a los versos y la vida del poeta Pablo de Rokha. Su esposa también escribía poemas y los dos se enamoraron cuando ella se puso el pseudónimo de Juana Inés de la Cruz. Al viejo macho- siempre fue un viejo macho, incluso cuando era un niño al que sus compañeros molestaban y ya le decían «el amigo piedra» porque su rostro parecía detenido en in rictus de acidez estomacal- la vida lo apaleó, no sólo con tantos muertos y la pobreza, también apareció Neruda, un gordo bonachón que decía ser comunista y poeta y se codeaba con políticos y diplomáticos; ni siquiera pudo exorcizar su desencanto el amigo piedra cuando escribió «Neruda y yo». Pablo de Rokha contó con una gran sabiduría para cuando la tierra se remeciera bajo nuestros pies:: agarrarse, abrazado, a una palmera. Les presentamos el documental «Pablo de Rokha, el amigo piedra» que tiene licencia Creative Commons desde que salió a la vida pública en 2010: