El magnate valiente (cuento de sci-fi)
EL MAGNATE VALIENTE
Por: Luis Cermeño Y Felipe Escovar
Dedicado a Kero-uac, el perro más tierno y churriento del Bronx.
I
Víctor Florencio Kerofilis se preguntaba cómo, en las costas de una mar tan sucia como la Mediterránea, había quienes decían ser testigos de la más vasta cultura conocida por humano alguno. Claro, eso hasta que llegaron los espectros de Nibiru. Empacó sus maletas de su natal Creta rumbo a la desconocida e ignota ciudad de Bogotá. De esta población sabía que tuvo que ser bombardeada debido a la invasión de enanos que provenían del subsuelo. El canibalismo referido en las crónicas leídas por Kerofilis para mejorar su nivel de español, lo hacía reír a carcajadas y soñaba con el día en que pudiera recorrer esas calles y hacer un asado de pulmón humano.
II
Años después, Kerofilis acumuló una gran fortuna gracias al tráfico de bilis del Oso Media Luna. Se paseaba en su convertible blanco por las calles más prestigiosas de Atenas, ahora capital del protectorado Alemán. Víctor, en su comercio diario, conoció al colombiano Hernando Plazas, viejo cirujano plástico que quebró cuando en el mundo inventaron androides prostitutas mucho más baratas que las prepagos. Hernando convenció a Víctor de asentarse en la próspera ciudad de Bogotá, llamada también la Atenas sudamericana.
III
Cuando pisó suelo colombiano, Víctor confirmó la aseveración de su conocido, diciéndose que efectivamente los maricas bogotanos eran tan proclives al desgarre anal como los Helenos.
-¿Habrá nacido algún Platón por estas tierras?- Le preguntó Víctor a don Gervasio, el dealler chocoano que lo contactó con el comercio de psicoactivos del centro de Bogotá.
-Pues Platones, Platones, no. Pero viejos pedantes y maricas, sí. Ídem: Nicolás Gómez Dávila.
-Quiero darle a probar mi droga a ese tal Nicol.
-Pues, hermano, tenemos que ir hasta el cementerio central. Allá, en la cámara de criogenia, está el viejo haciendo escolios a su texto implícito.
Se dirigieron directamente del aeropuerto al cementerio; querían seguir estando en las nubes, entre muertos, porque estar suspendidos allá arriba es como estar suspendidos acá abajo. Sin dejar las maletas en el hotel, acercáronse al panteón de Nicolai.
El encuentro fue decepcionante a juicio de Víctor; el viejo se ufanaba de saber griego, pero, la verdad, lo hablaba con la fluidez de un tartamudo subnormal. Sus alusiones a autores latinos y griegos estaban llenas de las chapuzas propias de aquellos mequetrefes que, en vista de no poder decir nada, dicen mucho.
-Vamos mejor al hotel y miras tu canal neonazi de History Channel, Victor.
-La verdad es que no hay mucho por ver acá.
-No creas, hay mucho, hace unos días se legalizó el último deporte con vocación de espectáculo masivo: NEVI.
-Ese nombre no me dice nada.
-Exactamente, no te dirá jamás cosa alguna porque cualquier adjetivo desaparece ante lo que vas a ver.
Fueron en la limosina hacia el sector de San Bernardo, en el centro de la ciudad. A medida que se acercaban, el cretense sentía revivir los incendios de la vieja Troya; en cada esquina un sacolero con ojos perdidos lo retrotraía a las miradas de Aquiles herido de muerte.
El viejo poeta marica que hablaba de los viajes a Ítaca no tenía idea que para el desamparo también había un lugar en el mundo, es decir, un cambuche debajo del puente para fumar hasta las cenizas del final de los tiempos.
Entraron a un edificio en ruinas y se escuchó la risa de una mujerzuela que, al percatarse de la figura notable de Víctor, dijo:
-Huy, ese gringo está ojibrotado
Víctor bailó sus pupilas semejantes a un par de bolas de billarpool y, con un rictus de resignación, le explicó:
-La tiroides me jodió, señorita, y estos ojos están que se me salen disparados. Parezco una criatura de la Warner Bross, ¿cierto?
Los drogadictos y las putas (también drogadictas) celebraron el chiste y, sin más ni más, le pusieron el mote de Warner Bross a nuestro héroe. Entonces le propusieron hacer la Tom y Jerry.
-Y eso, ¿qué es?- dijo con excitación Víctor.
-Verás, te pones una docena de bichas de bazuco en la boca, no importa que al principio parezca que no te caben, tienes que ponértelas todas, en seguida, las prendes al tiempo, inhalas el humo y quedas pero listico.
-Listo, ¿para qué…?
-Pues para la rumba, mi amor, y para olvidar a qué sabe el bazuco y por eso tendrás que probar y probar, una y otra vez: para recordar a qué era que sabía esa bicha que te acabaste de fumar.

Silvestre en el Bronx
Una vez terminado el ritual, Víctor sintió en su cabeza el sonido que hace un interruptor de la luz al encenderse, pensó que la tierra había sido deshabitada y que el último cohete se marchaba sin él, el gran magnate de las islas griegas.
Más quel mundo, cortometraje
El cortometraje que a continuación les presentamos, dirigido por Lautaro Nuñez De Arco, tiene las resonancias de los silbidos que, en el cine argentino, ya retumbaron en «Santos Vega», ahora, estos se desvanecen en la relación entre dos ejemplares de especies diferentes y todo lo que les ocurre està mediado por un crimen y el amor. Es el saludo a todos esos canes cuya progenie de melancolía nos recuerda a Sirio y desemboca en un par de ojos húmedos que nos miran desde el silencio profundo de sus pensamientos:
Luvina leído por Juan Rulfo (Vídeo)
Apoltronado en su asiento de notario de desdichas, Juan Rulfo lee el acta de divorcio entre la vida y la felicidad. Está en New York y afuera sopla el viento, un viento tan afilado como el que alude en el texto que lee (Luvina): se dirige al público, quiere hacerlo reír. Y la gente ríe. Pero en el fondo, de quienes lo escuchan y de Rulfo y del ambiente, queda el silencio huérfano de un perro que le aúlle. Disfruten, pues, de este cuento perfecto para las horas que preceden a la larga nochebuena:
Tardes sin parques (Héroes Decadentes – FVR)
Héroes decadentes
Francesco Giuseppe Vitola Rognini
Hoy presentamos:
Tardes sin parques
Don Fulgencio Martínez declara frente a los jueces encargados de su caso. La señora Magali Rodríguez es su vecina y demandante.
Don Fulgencio es sentenciado a dos meses de cárcel, pero por ser de la tercera edad se le cambia el tiempo por una multa severa. El caso se basa en un hecho observado: el señor dejó que su perro defecara en el antejardín de la señora, quien desde una de las ventanas del segundo piso de su casa, llamó la atención del señor. Él la ignoró. Después rectificó diciendo tener mal oído. La señora Magali llamó a los policías y estos lo arrestaron. El perro es llevado a la perrera, esa noche fue sentenciado a muerte lenta.
Un corto de ciencia ficción sobre un juego de fútbol mortal
Everything I Can See From Here es un corto dirigido por Sam Taylor y Bjorn Aschim, realizado en animación 3d y dispuesto para disfrutarlo verticalmente. En un paisaje post-industrial dos amigos, junto a su perro, juegan a la pelota; entonces son visitados por un extraño y estrambótico ser venido de otra dimensión, una dimensión cuadrada, que quiere participar en el juego; este ser no solo quiere que lo inviten a jugar sino que tiene una manera particular de imponer sus reglas.
Everything I Can See From Here from The Line on Vimeo.
Fuente: SF SIGNAL
El primer trasplante de cabeza: Una historia de ostracismo científico
A las carreras armamentísticas y espaciales de la guerra fría hay que sumar la médica. Durante las décadas de los cincuenta y sesenta, tanto en la Unión Soviética como en los Estados Unidos, surgieron equipos de trabajo que buscaron dar a conocer sus avances y demostrar su poderío. Una de las estrellas del período stalinista fue Sergei S. Brukhonenko (1890-1960)quien se encumbró por haber construido un autoeyector que hacía las funciones del corazón y los pulmones, como lo dio a conocer en el documental «Experiments in the revival organisms» donde se mata a un perro, y, después de haber estado muerto por diez minutos, es revivido y tiene una vida feliz llena de hijos. Este mismo documental contiene una imagen que ha servido para generar escándalo, morbo y la reputación de monstruo del investigador soviético: La cabeza de un perro decapitado que, conectada a la maquinaria, obedece a estímulos físicos:
Días de perro en Bogotá
Alec Soth es un fotógrafo nacido y criado en Minesota; su trabajo ha sido evaluado y valorado por un público bastante variado: Sao Paulo, París, Suiza, entre otros. Pero una de sus obras, Dog Days, fue concebida en Bogotá, Colombia y en situaciones bastante extraordinarias: Soth visitó Bogotá con la intención de adoptar una niña y, durante los dos meses que duró el papeleo y todo lo que implica la adopción de un niño, Soth aprovechó la estadía para hacerle un lindo regalo a la nueva integrante de la familia: un libro de 64 fotos sobre el lugar donde nació con una perspectiva algo intimista y bastante subjetivada por el motivo de su visita a la ciudad. Una de sus estudiantes de la Universidad de Artes Visuales en St. Paul, Minesota, le hizo una entrevista donde explica la obra y hace afirmaciones sobre Bogotá y sobre cómo esta permeó su trabajo. La entrevista la puedes leer, en inglés, aquí.
- Copyright © 2010 Alec Soth