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Burroughs frente al Monumento a Bolívar y San Martín en Guayaquil

Romance en Guayas. Foto tomada el 10 de agosto de 2013 durante la depresión ecuatorial

Romance en Guayas. Foto tomada el 10 de agosto de 2013 durante la depresión ecuatorial

Como hace 60 años William Burroughs lo hizo, cuando estuve frente a la estatua de Boliviar y San Martín me fue imposible no detenerme en la evidente tensión sexual entre ambas personalidades,  el gesto de cortejo y la atracción sado infundada por las vestiduras militares. ¿Todo el mundo habrá reparado en esta escena romántica como lo hicimos Burroughs y yo? ¿Era la intención explícita del artista hacer aparecer el amor en esta escena histórica? ¿O solamente habrá que estar muy triste y perdido en Guayaquil como para tergiversar de ese modo el momento en que Bolivar y San Martin se reparten Sudamérica y que la historia oficial  nos ha narrado de una manera tan aséptica?

He aquí el fragmento de Burroughs frente al monumento:

Lee caminó hasta un pequeño parque. Había una estatua de Bolivar, a quien Lee llamaba ‹‹El Libertador Tonto›› , estrechando la mano a alguien. Ambos parecían cansados e indignados, y escandalosamente maricas, tan maricas que te escandalizabas. Lee se quedó mirando la estatua. Entonces se sentó en un banco de piedra que daba al río. Todos lo observaron mientras se sentaba. Lee les devolvió la mirada. Él no tenía la resistencia americana de mirar a los ojos de un desconocido. Los otros apartaron la mirada y encendieron cigarrillos y reanudaron la conversación entre ellos. Lee se quedó allí sentado contemplando el río sucio y amarillo. No se veía ni a tres centímetros por debajo de la superficie. De vez en cuando un pez diminuto brincaba delante de un barco. Había pequeños y elegantes veleros del club náutico, con mástiles huecos y hermoso diseño. Había piraguas con motores fuera de borda y camarotes de cañas de bambú. En el centro del río estaban amarrados dos acorazados viejos y oxidados: la armada ecuatoriana. Lee estuvo allí sentado toda una hora; después se levantó y regresó caminando al hotel.

En: Marica
Traducción: Mariano Casas.
Editorial Anagrama.