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El día en que Bela Lugosi fue Jesucristo

Transcurría el año de 1909 cuando el joven Bela Lugosi fue seleccionado para interpretar al joven Jesucristo. El actor conservó para siempre las fotos en este rol. Tal vez las llevaba en un bolsillo interior del frac de Drácula, cuando se acostaba cada noche en su ataúd preferido. Y en los sueños, las personalidades de sus personajes se refundían. Ya no sabía hasta qué punto era el vampiro y hasta qué otro el Mesías. Bela Lugosi no ha muerto, tampoco Jesucristo, ni Drácula.

Fotografía vía: The Macabre and The Beautifully Grotesque  (página de facebook)

La casa que botaba sangre sobre Alex con Tommy Wiseau

Tommy Wiseau vuelve a ofrecer una magnífica interpretación, en este caso de Alex, un joven emprendedor al que le regalan una casa sin saber que esta esconde un sangriento secreto. A través de él Alex se encontrará y al tiempo, revelará un terrible secreto a la humanidad. Todo esto sin salir de 3 Blood Street, que el joven cree que se pronuncia Blud.

Este es un corto imperdible para los seguidores de Tommy Wiseau y su mítica película The room.

Oprimiendo el enlace  podrás verla:

The house that drips blood on Alex

yba nab¡gbufuca actyacuib eb est ciertim eb ek qyubit  a LEX, QUIEB DSAIDFSAISDFS

Algo raro: Fogwill, la masturbación y el arte de la guerra

– Discúlpenme un par de minutos, chicas…- y ya iba rumbo al mostrador cuando su arquitecta le tomó un brazo, y haciendo con la otra mano una señal que imitaba la amenaza dirigida a un niño, dijo:
-¡No vayas a hacer nada raro!

Raro, pensó en el baño. Algo raro es lo que haría un hombre de verdad: una paja brevísima en el baño, para poder pensar en otra cosa, que aunque se trate de su fracaso, siempre será algo mejor que la conciencia de haber sido juguete del snobismo de una mujer, dirigido al mismo objetivo ancestral de la especie: reducir al macho a una posición de la necesidad.
Arte de la guerra, capítulo cuarto: poner al enemigo en una posición de necesidad, pensó.
Pero, pensó, primer capítulo: llevar al enemigo a una guerra no deseada es el primer paso hacia la victoria perfecta.
Ganan ellas: lo sintió sin palabras. Estaba imaginando que los tres estaban en los sillones del estudio, mirándose y masturbándose durante un juego cuya única regla era que ninguno podía tocar el cuerpo del otro.
Pero, pensaba volviendo a la mesa, basta suponer que esto es una guerra para haber perdido el primer combate, que es el definitivo. Ahora sólo me faltaría que ella vuelva a su relación con aquel amante y sentir celos para hacerla feliz.

Extracto de En otro orden de cosas. RODOLFO FOGWILL. Mondadori, 2002

El retrato del sueño en la película de culto «Las cartas del gordo»

El joven manos de tijera colombiano.

Alguna vez todos soñamos con el fútbol, con  ser estrellas del rock, con ser grandes escritores o empresarios perfumados de gloria pero Diosito nos dijo que nuestro camino era la ignominia del anonimato: algunos llegaron a ser escritores, pero de columna de opinión; otros, se tornaron en serenateros; los más afortunados, ganaron un torneo barrial de microfútbol; y los otrora empresarios son dueños de barbería donde rasuran los sueños de los chiquilines. Como decía la canción de Los Tupamaros: «todo el mundo necesita afecto, todo el mundo necesita eso, todo el mundo necesita alguien» y Dios necesitó colocarnos en nuestro sitio, para él seguir siendo Dios y nosotros sus más bellos siervos.

Esta película, que sí es de culto, por más que le duela al filiteísmo criollo, se constituirá en el comienzo de una gran historia, una historia donde el homosexualismo se viste de padres de familia, y donde cada uno sabe que todo se está yendo al carajo. Por más que los catedráticos se burlen atricherándose en David Lynch (porque alguien les dijo que era «bizarro»), el gordo y sus cartas volarán como los ángeles bajo una lluvia de tierra caliente.

Hitchcock, los 113 años del maestro jupiteriano

Alfred buscando a mami para comer cucas

– ¿A dónde vas, Alfred? ¿Por qué vas resoplando esos cacheticos? ¿Acaso vas tras una despampanante rubia de Hollywood? No tienes remedio, Alfred. Tienes que aprender que los gordos están hechos para comer comida, no rubias.

– Quiero a mi mami

– No repitas esa frase, no eres Dennis Hopper, gordo

– Pero es verdad, la quiero porque los pájaros me siguen picoteando las pesadillas

Porque más que amor es frenesí, Alfred.

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