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Baraja de sombras: un catálogo diferente de la literatura escrita en América

El colectivo Baraja de Sombras ha forjado la colección homónima de escritura latinoamericana. Ha unido sus esfuerzos con la editorial mexicana Entre Tejas -cuya sede está en Chiapas-. Los libros serán de ficción o ensayísticos y comprende a personas de diferentes lugares de nuestro continente hispanoparlante -en sus diferentes variantes-. Al respecto, este ha sido el comunicado que se dio hoy, junto con la publicación del primer volumen: Ensueños desde el hato llanero, escrito por Luis Cermeño:

Entre Tejas inicia con la Colección Baraja de sombras: escritores latinoamericanos la posibilidad de dar a conocer las nuevas voces de los y las creadoras cuyo trabajo permanece inédito pero nos motiva el afán de darlos a conocer y mostrar la poderosa voz literaria que se forja en nuestros distintos países. Esta idea surge a partir de la conjunción de voluntades de jóvenes escritores que desde distintos puntos de nuestra geografía latinoamericana han venido a cursar a Chiapas posgrados en distintas disciplinas humanísticas, con quienes hemos conformado una red que ha tendido puentes y ampliado horizontes que convergen en esta editorial chiapaneca, inmersa no en el pulso capitalista del Norte sino en el ánimo antiglobal del respeto a las identidades regionales, las cuales confluyen en la defensa del arte y, particularmente, de la literatura. Sea éste un proyecto de larga vida que dé aliento e insufle de vitalidad la creatividad de nuestros hermanos y hermanas creadores latinoamericanos.

Acá pueden encontrar el link para la descarga del primer libro

Hipertextos: un libro de Salomón Verhelst para libre descarga

La Corporación Universitaria del Caribe (CECAR) ha editado volúmenes que ahora son de libre descarga . Entre ellos está el trabajo de Salomón Verhelst Montenegro (Acá encontrarán el libro) . A continuación les presentamos el prólogo de su libro «Hipertextos», escrito por Sergio Macías Brevis:

Me enviaron desde Colombia unos relatos que me han sorprendido, tanto por sus contenidos profundos, como por el estilo vigoroso, sin la ornamentación barroca o egregia a la que estamos acostumbrados en Latinoamérica. El autor es el joven poeta Salomón Verhelst Montenegro, nacido en la bella ciudad de Cartagena, en 1981, con estudios en Filosofía y Cooperación Internacional para el Desarrollo y que se desempeña como académico en Sincelejo, Sucre, en la Corporación Universitaria del Caribe —CECAR—. Quien escriba en Colombia tiene una gran responsabilidad, si recordamos solo algunos de sus más notables literatos, como José Eustasio Rivera, José Asunción Silva, Jorge Isaacs, Álvaro Mutis, Juan Gossaín, el extraordinario Gabriel García Márquez, Eduardo Carranza, este último de gran participación creadora en Madrid. Lo mejor es que dejemos estos nombres hasta aquí, porque la lista sería más larga y, además, excelsa. Por ello, no es fácil comentar una obra de actualidad en un país de eminentes creadores. Sin embargo, me atrevo afirmar que la obra Hipertextos de Verhelst es trascendente por ser entretenida, culta, con narraciones como si fueran antiguas, pero expuestas en una curiosa modernidad. Esto es, como si la forma fuese exquisitamente del pasado, sublimando el pensamiento, sin obviar el presente. Por el contrario, los temas producen un interés tal, que no se dejan de leer.

Ya en el primer relato el autor mezcla lo dramático con el humor. A la pobreza la tipifica tan perjudicial como la suerte de ser negro y, además, si la persona es poeta, sobre todo en aquellos años de 1886, mejor es darse por desgraciado. A primera vista, quizá, la narración o las narraciones a reglón seguido producen en el lector un pequeño reparo, por no dar descanso o respiro, pero lo curioso es que no causa cansancio al no dar tregua. También hay que reconocer que se trata de una opinión subjetiva, porque me gustan caprichosamente los textos con espacios. De manera que la impresión de ver páginas llenas me provoca un efecto un poco extenuante. Sin embargo, todo esto queda de lado, porque el hilo conductor es rápido y animado. Critica a una sociedad egoísta y desigual. Por ejemplo, cuando se da el hecho de que reconocen al personaje sus méritos líricos, pero, ya ha pasado el momento oportuno y no tiene sentido homenajearlo. El protagonista ha muerto con el dolor de sentir de que el color de su piel le ha castigado.

El autor no se deja llevar solamente por su imaginario, sino que fustiga a la historia, al medio y al racismo. Aunque abusa un poco de lo histórico y de ciertos personajes, tiene la valía de resaltar las raíces latinoamericanas y de su Colombia. Entra en el contexto indígena y en la civilización o incivilización cristiana, y cuando toca lo bíblico interpreta a su manera ciertos protagonistas y las manifestaciones de estos, a través, por ejemplo, de la risa o del llanto, del dolor o de la miseria. Se adentra en la existencia del ser. Hace metafísica sobre lo que se piensa o se ha pensado históricamente. Sobre la fuerza y la debilidad del individuo.

Digamos que el imaginario no puede prescindir de la memoria histórica. Quizás, el autor se esfuerza en hallar tratados o manuscritos antiguos para encontrar apoyo en el desarrollo de sus temas, a partir de afirmaciones y negaciones, que conducen a la suspensión del juicio. Son contradicciones que en todo caso cautivan al lector. Lo antiguo lo convierte en nuevo. Tampoco escapa el maltrato a la mujer o el crimen de Caín. Son narraciones cultas con mucha imaginación. Aparece un lenguaje, más bien para instruir al lector, sin dejarle mucho para que decida.

No podemos, por razones obvias, referirnos a cada uno de los relatos, aunque muchos nos llaman la atención, por su vehemencia o por colocar un asunto que no desaparece de la memoria como tema central, como por ejemplo en Bartolomé y nosotros. Creemos que está bien señalar la deuda histórica del Imperio español en tiempos de la conquista, pero, como en otros autores, aquí falta la imputación a la indolencia de nuestros regímenes políticos que, una vez lograda la independencia, nada han hecho por los aborígenes, manteniéndolos por cientos de años marginados, y eso ya no es culpa de los españoles, sino de la casta política que ha manejado el poder en Iberoamérica. Da la impresión de que falta completar con ello el veraz y bien escrito texto, que muestra un repertorio poco cristiano y una civilización impuesta por la ambición, no solo religiosa, sino por llevarse el oro.

El autor tiene la ventaja de saber describir lugares y personajes, eso sí, apoyándose, como hemos afirmado, en lo que decían los antiguos o haciéndolos aparecer de esa manera. Son, en definitiva, relatos para lectores cultos, con citas de textos que no aburren, como tampoco las referencias a obras literarias históricas o bíblicas, sino, por el contrario, gustan. Quizás se excede en forzar estampas afines, semejantes, pero que son notables en la descripción y en la trama. Son relatos valiosos. Se nota una cierta influencia de Ricardo Palma y Borges. Las narraciones manifiestan cómo debe ser la vida según tal o cual protagonista y, además, expresa lo fundamentalmente religioso que es el pueblo, todo ello con una gran riqueza de conocimientos.

Hermoso —y no menos gracioso— es el hipertexto sobre los feos, en el que hace resaltar la fealdad física de sus personajes: Rafael Pombo y el Sileno Sócrates. Con el primero, da rienda suelta a sus valoraciones sobre lo corporal, pero más a las virtudes interiores, como si esa gran cualidad de poeta que posee Pombo bastara para quitar, a todo el que lo viere, la repugnancia que provoca, por no haber nacido a imagen y semejanza de Dios. En todo caso, el primer engañado es el autor, pues siempre lo imaginó “angelical y hermoso”. Lo interesante de la narración es que plantea el cómo dilucidar la belleza.

Mucho dicen por ahí, y también por allá, que los escritores son grandes mentirosos y, para confirmarlo, el autor en su relato ¡Por qué no vivir en Bogotá!, mezcla al personaje con la apreciación que hace de la política, la corrupción, la masonería, el cansancio de ver la pobreza, la débil indiada escarnecida, los incultos y el aburrimiento de estar inmerso en la selva. Pero el asunto radica en que pareciera verdad que irse a vivir a Bogotá es como entrar en el infierno debido a una gran cantidad de razones negativas. Será cierto o no, poco generoso e indiferente, pero argumentos no le faltan para desvelar el infortunio. El lector podrá confirmar o desmentir las explicaciones que lo llevarán a tomar una decisión o renunciar a ella.

He elegido, por razones obvias, solo algunos textos que me han parecido tan interesantes como el resto, pero es para explicar que el autor no cambia de estilo. Incluso, el contenido lo mantiene apegado a los antecedentes que da, a través de unos relatos que no escapan a la sabiduría del pasado, buscando, claro está, cualquier pretexto para introducir al lector en su labor del conocimiento. Así, en Un manuscrito en Mompox, plantea el significado de la amistad por medio de tres elementos que son, más que suficientes, para que esta se dé con su protagonista, Manuel Raad, un descendiente libanés. Ambos tienen las mismas aficiones. Por de pronto, el abuelo había impregnado al árabe de sus gustos por el quibbe crudo y la berenjena, y dejado como legado su biblioteca.

La virtud o defecto del personaje árabe es que siempre que entra a debatir un tema, este abunda en numerosas citas. Lo curioso es que esta situación se da en el lejano pueblo de Mompox, donde los cristianos católicos instauraron sus congregaciones, y las familias de nobles españoles obtienen provecho de esas buenas tierras habitadas por indígenas naturales, que son los que las trabajan y que, además, deben pagar impuestos en la Aduana Real. Si existe esta Aduana es porque el pueblo está en una ubicación privilegiada, ya que se conecta con otros lugares con los que puede realizar un gran comercio, a pesar de que, de vez en cuando, sufre de inundaciones, plaga de mosquitos y caimanes que devoran todo lo que encuentran. Estas calamidades producen las huidas de los ciudadanos del pueblo, lo que le permitió al árabe encontrar en un convento, un manuscrito, en el cual se indica cómo armar a un caballero, y que lo utiliza en ese momento para dotar a su amigo de tal categoría. Pero la ceremonia se interrumpe “cortésmente, para matarle un mosquito”, que se posó sobre el oficiante, mientras se oye en el fondo el Ángelus Dómini nuntiávit Maríae. Fue, de esta manera, como empezó la amistad con Manuel Raad. Historia tan íntima como es la devoción por el afecto.

Como hemos afirmado anteriormente, el narrador se sirve de muchos personajes que pertenecen al ámbito político o cultural, pero que, de ninguna manera, desmerecen el ayer y el mañana en sus tramas vitales y animadas, dándole una autenticidad como escritor en un lenguaje sobrio y preciso, y que, sin duda, tenemos para mucho tiempo. En el cultivo de su forma y contenido está su trascendencia.

Sergio Macías Brevis Madrid, primavera, 2019

Hereditas, diversitas et varatio. Aproximación a la historia de la genética humana en Colombia. Reseña.

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Libro escrito por Alberto Gómez Gutiérrez, PhD; Ignacio Briceño Balcázar, MD, PhD; Jaime E. Bernal Villegas, MD, PhD

Editado por el Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana y la Academia Nacional de Medicina.

2007, 231 páginas

Hubo una vez un señor muy moreno y de ojos negros que, cuando su hijo nació rubio y de ojos azules, se alegró al corroborar la fuerza de la imaginación y el deseo de su esposa: la realidad igualaba a los deseos y la imaginación.

Ella, tan morena como él, no ocultaba su admiración para con los ojos azules y el pelo dorado del vecino cuando se lo topaba. Solía referirle la belleza del hombre a su esposo, en la oscuridad de su cuarto, después de intentar concebir a su segundo hijo. Ambos figuraban el futuro de ese niño blanco que saldría de ellos y que habría de hacerlos tan famosos como a los padres de los actores de la televisión.

La alegría del padre, risible para muchos que vieron en él a un cornudo redomado, tiene raíces europeas, aunque él lo ignorara y no le interesara saberlo: en el capítulo IX de la obra del cirujano y barbero Paré, escrita en el siglo XVI, aparece que muchos monstruos nacen con ocasión de la “imaginación ardiente y obstinada que puede tener la mujer mientras concibe, por algún objeto o sueño fantástico, o por algunas visiones nocturnas que tienen el hombre o la mujer a la hora de concebir”.

No dista mucho esa forma de transmisión de caracteres por vía de la imaginación de la propuesta de los memes, hecha por el señor Richard Dawkins, en las postrimerías del siglo veinte, para explicar la dominancia y pervivencia de ciertas ideas en una sociedad humana. No es una casualidad que en El gen egoísta, uno de los libros más leídos por quienes no somos biólogos ni  genetistas en alguna de sus especialidades, tenga una relación directa con el trabajo de Paré; este último es considerado por Gomez-Briceño-Bernal como el primer rudimento de la genética humana, como se evidencia en el apartado Monstruos que se originan por enfermedades hereditarias donde se concluye que “nacen niños monstruosos y deformes debido a las malformaciones o complexiones hereditarias de sus padres y madres”.

La herencia y las maneras como opera es un asunto cuyas respuestas se han indagado desde mucho antes de la aparición de la genética como disciplina, es decir, como una “acumulación de conceptos y vocabulario específicos” (2007:1); los cálculos y mecanismos para discernirla se han parcelado a medida que surgen nuevos léxicos y conceptos: en el Derecho se manejan criterios inaplicables en la genética y la “angustia de la influencia”, puesta en evidencia por Bloom en el campo de la crítica literaria, no es permutable con los mecanismos planteados por antropólogos.

En este libro, por lo tanto, el espectro de estudio no se limita a los trabajos hechos por los genetistas colombianos sino que se abre un panorama que se remonta a periodos anteriores a la llegada de Colón a América, sin que se incurra en la creencia de que dichas comunidades eran colombianas (error frecuente cuando, por ejemplo, se anuncia la aparición de un dinosaurio “colombiano”, conjugando el chauvinismo de los partidos de fútbol y premios literarios obtenidos por connacionales con el anacronismo).

En el capítulo llamado La genética humana en Colombia: de sus orígenes al siglo XIX, Gómez-Briceño-Bernal toman a la comunidad Tumaco-La Tolita, que exaltó malformaciones del cuerpo humano por medio de la escultura o la pintura. Los autores se basan en la investigación hecha por el antropólogo Ronald Duncan:

“Dados los intereses chamánicos y curativos de Tumaco- La Tolita, se le dio gran importancia a la representación de enfermedades y estados genéticos inusuales. Las figuras están representadas con detalles que podrían haber sido usadas como modelos de entrenamiento de los chamanes jóvenes, ya sea consciente o inconscientemente, para reconocer estados patológicos importantes.” (2007:37)

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Co·Operaciones: libro para descarga de Labsurlab

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Labsurlab es una red de iniciativas independientes que conforman: hacklabs, hackerspaces, medialabs y todo tipo de laboratorios y colectivos biopolíticos operando desde y hacia territorios de Sudamérica  buscando desde la experimentación y creación lograr  espacios de acción y representación. Co•Operaciones es una Sub-Red creada para dar continuidad al labSurlab de Medellín. Actualmente la conforman diferentes colectivos de la ciudad.

Este libro de libre descarga cuenta con  una selección de textos que conforman la  memoria del primer encuentro labSurlab en abril de 2011; seguidos de las memorias del proyecto,  llamado Co•Operaciones, realizado en Medellín durante el segundo semestre de 2012.

Puedes descargarlo acá:

Co.operaciones 

Mayor información:

http://cooperaciones.mdelibre.co/