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Feria Madre (Novela por entregas)

Por Pedro Pablo Escobar

Desde hoy, todos los domingos, habremos de presentarles un capítulo de una novela por entregas escrita por Pedro Pablo Escobar llamada «Feria Madre» e ilustrada por Pedro Pablo Escobar Muñoz. Esperamos que la disfruten y la sigan semanalmente:

 

buda

 

CAPITULO  I.

LIBERACIÓN DE LA SUPREMA PESANTEZ.

El caracol, con movimiento apenas perceptible, se deslizaba en la pared del baño adyacente al jardín de atrás. El ermitaño le vio con sorpresa y dijo en su pensamiento: “Por primera vez encuentro un animalito de su clase en este rincón del mundo y en estación de verano; que aparezca así de repente, es en verdad extraño. Anda a la deriva sin meta alguna o quizá  el calor le ha traído a refugiarse en lugar fresco, hagámosle pues cómoda la estancia a mi querido inocente visitante”. Salió. Regresó con unas hojas frescas de lechuga y las colocó al alcance del pequeño gasterópodo en la base del ventanal de la pared. Olvidado el suceso continuó la rutina diaria: preparar el frugal desayuno, regar el huerto, ordeñar dos cabras, y visitar la gruta atrás de la cabaña, donde disfrutaba la paz que suelen inspirar las soledades pétreas. Era la gruta estancia de su predilección, sitio de lectura y meditación, siendo la cabaña el puente con el mundo exterior.

Pasaban los días y el animalito parecía amoldado a la nueva morada, parsimoniosamente se trasladaba de un sitio a otro en la verticalidad de la pared sin intentar salir. Pensando que este no era el ambiente natural del caracol, Simónides – nombre del ermitaño- le asió con delicadeza y lo depositó entre las hortalizas del huerto. Semanas después, el ermitaño, sorprendido, vio al caracol en la misma pared del baño, próximo al ventanal por donde había penetrado. Y entonces, haciendo conjeturas y tratando de hallar una explicación al extraño comportamiento del animal, concluyó:  “Trata de advertirme de un acontecimiento por suceder, es como si algo ansiado desde hace tiempos esté próximo a su concreción. Aunque en verdad difícil es saber si se trata del mismo animalito, y más difícil aún saber cuál es el suceso tan anhelado”. Pintó una porción de la concha del caracol con laca para madera, esperó que secara y luego tomando al animalito lo depositó en la parte más apartada del huerto, y se dirigió a la gruta bajo un impulso incontenible de encontrar respuesta al tumulto de interrogantes que invadían su mente luego de abandonar al caracol.

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