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Debut y despedida. El primer y único concierto de una banda punk

Los espejos asesinos

 

Juan Gabriel es el Maradona de los maricas, dice. A unos dos o tres metros de él y de mí, Juan Gabriel flota en la pantalla de la rockola: disgrega su voz en la oscuridad del escenario, vestido de azul, como un abogado que, en los ochenta, defendió a una recién divorciada cuando el divorcio conservaba su misterio.

Al final de la canción, Luis se incorpora, introduce otra moneda en la ranura y canturrea que amaneció completico: una completud que se columpia en los estragos de las noches mal trajinadas, el insomnio, el deseo de soñar y el espanto de cada sueño.

Cada tanto entran jovencitos con chaquetas de cuero. Se parecen, en su vestimenta, al gordo que gerencia una librería autodenominada independiente y que queda a un par de cuadras. Compran dulces, o algo para distraer el hambre antes de entrar al Bbar, donde esta noche hay un concierto de bandas de punk.

En la promoción del evento se ha explicitado su insustancialidad y la perspectiva de un comienzo sincronizado con el final: debut y despedida. El Punk es olvidable, las emanaciones de sus guitarras son ventosidades en los transportes públicos: agrias y pasajeras.

Luis, después de quedar completico, pregunta por la hora.  Son las diez y es tiempo de entrar a Bbar. Mientras nos paramos, me confiesa que está nervioso. Nunca antes me lo dijo, ni siquiera en las presentaciones de nuestros libros, en algún cafetín-librería del centro de Bogotá, donde se sentaron lectores que jamás leyeron algo escrito por nosotros y nos increparon por los títulos de lo recién publicado: los hermanos lectores creyentes en el divino talento.

El talento sólo existe cuando se enferma y hay que extirparlo, como el apéndice.

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Los criptopunks entrevistados por Assange

criptopunks

Sólo hasta este año se ha destapado a nivel general el andamiaje de violación a la privacidad que opera en internet. Sin embargo, la lucha por protegerla, a la privacidad, se remonta a hace dos décadas y sus principales abanderados son los criptopunks quienes, a partir de la encriptación de la información, luchan para que ninguna de sus comunicaciones sean violadas por algún gobierno o agencia de inteligencia. Hay quienes afirman que Brasil habrá de adoptar unas medidas radicales para evitar la intromisión de agencias en la privacidad de sus ciudadanos; quizá estemos frente al primer caso en que la criptografía se convierta en una herramienta de defensa a nivel estatal… son muchas las posibilidades que se abren y, más aún cuando sabemos que la línea que divide a las entidades estatales y las corporaciones se va borrando, entonces ya no sólo las redes de espionaje de los estados contratarían a hacedores de armas informáticas sino que ellos mismos podrían contratar a otras corporaciones para defenderse.

A la literatura no se le puede exigir el poder de la premonición, sin embargo, todo esto ya se había oteado en el horizonte de los cyberpunks hace más de treinta años ( tampoco podemos evitar recordar esos tentaculares poderes supraestatales advertidos por Huxley u Orwell), la razón puede encontrarse en lo afirmado por Bajtin, el teórico ruso de la literatura y estudioso de Dostoievsky, Rabelais y promulgador de la polifonía, quien  propuso que el escritor advierte muchos gérmenes de futuros hechos de escala social y toma como ejemplo los visos de la revolución bolchevique que brillan en ciertos pasajes escritos por el autor de «El idiota» y «Los hermanos Karamazov». A continuación les presentamos una entrevista que Julian Assange le hizo a tres criptopunks:

Julian Assange y el pasito Wikileaks

wikitanz

De los personajes informáticos que han emergido del folclor computacional, Julian Assange es uno de los más cautivantes  y ambiguos. Por una parte algunos lo conciben como la encarnación del héroe cyberpunk – cypherpunk; y por otra hay quienes ven en sus jugadas algo más allá del romanticismo, como una pieza de espionaje central en el dinámico orden mundial y el juego sucio que se esconde detrás de la diplomacia internacional. En realidad, Assange poco se me parece a Herr Case (el protagonista cyberpunk de la novela Neuromante de William Gibson), lo encuentro más parecido a Julius Deane (villano de la misma novela), un anciano con apariencia de joven, involucrado con las redes más oscuras del mercado negro y las redes criminales financieras. Ángel o demonio; genio de la informática o espía oportunista; defensor de las libertades o burlón de las naciones: todas estas definiciones podrían aplicársele a Assange, lo que solo le suma grados al nivel de mitificación alrededor de su figura. Lo cierto es que a veces también estas figuras mundiales necesitan detener por una noche sus planes de conquistar el mundo y  pasar un buen tiempo de dispersión. Assange durante un tiempo seguirá siendo una figura misteriosa, pero lo que no cabe duda es que durante una noche del 2009, en Islandia, su paso dominó las pistas, y no hubo Harlem Shake que valiera ante el rotundo meneo de caderas del pasito Wikileaks.