Juan Rulfo o la polilla del silencio
Juan Rulfo fue tan esquivo como las polillas tristes que aguardan a que alguien o algo las pise y terminan muriendo de vejez. En sus escritos, el silencio augura una caída que avizoramos pero se nos escapa a las palabras. Rulfo fue silencio y hasta cuando se pone más charlador, como en la entrevista que a continuación les presentamos, la ausencia de las palabras, los intersticios de su mirada de señora que solo supo no saber nada jamás, son el narcótico propicio para cabecear como loro enjaulado mientras se lo escucha tan fugivo. Rulfo no fue escritor, no se adscribió a gremio alguno; las palabras de «El llano en llamas» o «Pedro Páramo» son los jirones dejados por esa polilla de los adjetivos llamada Rulfo.
Luvina leído por Juan Rulfo (Vídeo)
Apoltronado en su asiento de notario de desdichas, Juan Rulfo lee el acta de divorcio entre la vida y la felicidad. Está en New York y afuera sopla el viento, un viento tan afilado como el que alude en el texto que lee (Luvina): se dirige al público, quiere hacerlo reír. Y la gente ríe. Pero en el fondo, de quienes lo escuchan y de Rulfo y del ambiente, queda el silencio huérfano de un perro que le aúlle. Disfruten, pues, de este cuento perfecto para las horas que preceden a la larga nochebuena:
Juan Rulfo según su hijo
En el verano español de 2011, Juan Carlos Rulfo, reconocido documentalista mexicano e hijo del autor de «Pedro Páramo», compartió con un auditorio la perspectiva que tuvo de su padre vivo y muerto:
Pedro Páramo, la película
En 1967 Carlos Velo, el director nacido en España, llevó a la pantalla «Pedro Páramo». Uno de los guionistas de la película fue el desaparecido Carlos Fuentes. El protagonista de la historia fue interpretado por Jhon Gavin, un «gringo» de casi dos metros, casi una antípoda de lo que un lector de podía figurar.
La primera parte de la película la puedes ver acá