Tag Archive | Juan Cruz Bordoy

Sibilancias imperiales en Punto de Convergencia

16754023_10154297614706546_1288727387_n

Ser serio no es ceremonioso, todo lo contrario, es darle paso a los silbidos en lo profundo del tórax y del alma a esas contracciones de la existencia humana y sobrehumana y posthumana.

Los cyborgs están asmásticos como los fantasmas, y uno en su cuarto tose consecutivamente hasta que el aire semeja una lluvia de dardos sobre los alveolos, lo que provoca que se cree un portal y en ese portal aparecen los gestores culturales para promover los frutos del paraíso asmático.

De modo que el día viernes 24 del año en corriente, el editor y matemático Mario Torres Duarte, organizador de los Puntos de Convergencia, en donde discurren los mayores poetas y escritores de la movida actual cultural, ha tenido a bien invitarnos a su espacio con ocasión de charlar en torno a los vericuetos y laberintos de laya homérica que trasuntan la nouvelle The Lola Verga’s Big Band.

En este orden de ideas, se abordará la temática de la conspiración propia de los crononautas paridos por el señor Dante Alighieri, tampoco se evitará abordar el espinoso tema de los periplos que cobijan a historias tan disímiles como las de Simbad o RiverWorld.

En consecuencia, están todos invitados a este convite de letras en donde no faltarán viandas ateridas de ternura, desolación y prístinas sonrisas.

Fecha: 24 de marzo. 

Hora: 6:30

Postdata: se recomienda llegar con anticipación pues el recinto estará abarrotado de ángeles. 

A modo de epílogo, los tentamos con las reconfortantes palabras del joven poeta doctor Juan Cruz Bordoy, y aprovechamos la ocasión para desearle la mayor de las suertes en su nueva aventura cinematográfica.

LA SALUD

Sirve el ser a su salud cual tan primordial deber.

Mil beldades en alud, no lo harían desfallecer.

Más encauza en el sentido que da luz al florecer,

de ser vida y ser vivido presagiando amanecer.
Aquella tenue existencia es la gota que pasible
perla ese mundo de ausencia y lo lleva al mar temible.
Allí el equilibrio muere, lo tan buscado se olvida.
Y la pena que allí fuere se descalza de la vida.
¿Para qué enterrar sus huellas si no se camina a un cielo?
¿Quién se encargará de ellas cuando estemos bajo el suelo?


Juan Cruz Bordoy

 

Al poeta Juan Cruz Bordoy de Sánchez Merlano

UNA ETERNA CRUCIFIXIÓN

DE PEDRO SÁNCHEZ MERLANO A JUAN CRUZ BORDOY, motivo de onomástico

sanchezmerlano

Hijo del milenio,  poeta del milenio, muerto del milenio

Los milenaristas anunciaron la muerte de las estrellas, pero hay una estrella brillante que asciende toda lógica mágica. La estrella del verso y la palabra correcta.

Porque tú Bordoy, has bordado las flores más preciosas de la poesía con la palabra justa, en el momento justo, con la tristeza justas, dejándonos en las justas.

Tu voz de niño sin edad edulcora mis desdichas al punto de no saber si estoy enamorado de mis depresiones.

Suelo preguntarme, ¿será que de mi tristeza salió un espectro llamado Juan Cruz?

¿Cargo tu cruz Juan?

¿Me clavarás en ella con tus formas poéticas tan equilibradas y lascerantes como cualquier atardecer en cualquier lugar del mundo?

Atemporal atraviesas las tinieblas de mi alcoholismo terminal, a veces leyéndote puedo verte cerca a mí, como un niño que hala mis bolsillos y me ofrece un hacha para que termine de una vez con mis muñecas, entonces yo no sé si eres un ángel o un demonio. Desde que conocí tus versos me colgué del chamberlaine, acaso porque una buena rima es tan poderosa como una buena dosis de alcohol metilico.

De mi boca salen llamas y yo me fulguro un dragón de los poemas, pero entonces tu presencia lumínica opaca cualquier tentativa de incendio voraz mía, que quiero devorar el mundo con mis llamas, pero entonces hay un niño que apacigua mis deseos de venganza, y me dice al oído, no te mates porque ya los siglos están muertos. Más bien tomo otro poco de chamber, sabiendo que tengo un álma gemela en otras coordenadas lejanas pero que me enseñó  a amar don Macedonio Fernández, el de los  billetes de lotería en falso.

Hay algo que nos aleja, nuestra tristeza, pues aunque dicen los doctos que tristeza es solo una, es falso, tristezas hay tantas como niños en la superficie del orbe. En Alepo decapitan gente, ojalá no vieras eso, ojalá estuvieras ausente de tanto horror. Dios permita que no te dediques a beber y nunca jamás te internes en los conciliábulos literarios de los postmodernos que dominan tu país. El hachís no es buen consejero, si acaso uno o dos matrimonios fortalecerán tu impulso, como conmigo lo ha hecho el pegante y el maldito chamberlaine que fue mi peor esposa.

Nos conoceremos en la muerte, la mía próxima, y la tuya, inmortal, porque la muerte de un poeta inmortal es el nacimiento de una estrella. Fundaré de ahora en más la constelación Juan Cruz Bordoy. Y cuando fume base, lo prometo, cerraré los ojos y la veré como el norte que guía mi naufragio.

Homenaje de un niño poeta muerto vivo a un viejo muerto muerto

Tristísimo y desamparado, Quiroga escucha al niño poeta muerto Bordoy, con tanta ternura, que le provoca volver a matarse ya muerto.

Juan Cruz Bordoy será el santo que besará las flores que queden cuando el mundo se acabe de volver mierda.  El dramaturgo Nefertiti Supelano en su monólogo «Mi escopeta la hurtó Horacio» ha afirmado que el homenaje de don Juan Cruz Bordoy a don Horacio Quiroga, sobrepasa los límites de la ternura que puede tener cualquier suicida.  Ahí está el diálogo entre dos generaciones de muertos: Uno representa el pasado muerto, y otro el futuro que está muriendo.  Encarnado en la vigorosa voz del niño que se va descubriendo poeta muerto. Y  revelando a ese muerto, bien muerto,  que jamás volverá salvo por los versos del bardo joven.

Traer a los muertos en boca  de otros muertos que aún no mueren del todo será:

  • a -¿ crimen pasional?
  • b – ¿humildad desenfrenada proclive a un frenesí casi erótico?
  • c- no sabe / no responde

Tengan el honor de disfrutar de este conjuro. Sus flores emanarán el rocío de un paraíso perdido y ya  no habrán días suficientes para calcular cada uno de estos versos tan profundos como el Sefer Yetzirá  de alguien que no quiere más que humildad y júbilo de muerte.