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Reseña Diálogos Ilusorios de Jim Campbell

Diálogos Ilusorios de Jim Cambell
Reseña por Wanda Uribe Villa
De la serie   Memory Works de Campbell

De la serie Memory Works de Campbell

Jim Campbell es una artista reconocido por sus trabajos con arte interactivo que incluyen el uso de pantallas LED. En Diálogos Ilusorios, el artista nos introduce a una forma de pensamiento a la que los usuarios recurrentes  de computadoras no estamos acostumbrados. Este modo de pensar los programas que utilizamos diariamente consiste en interactuar con estos de forma más nutrida, hacer que se acomoden a nuestras necesidades y requerimientos como artistas o, incluso,  desarrollar nuevos programas. Recordando a Rembrandt, el reconocido pintor holandés, que fabricaba sus propios pinceles y hacía sus propios óleos, Jim Campbell propone crear nuestros propios lienzos, nuestros propios pinceles y nuestras propias pinturas para crear una atmósfera propicia para el desarrollo de nuestras habilidades como artistas, creando espacios, no buscándolos, valiéndonos de los recursos que tenemos pero utilizando y transformando todo a nuestro favor. Haciendo que las herramientas sean específicas para nosotros  y no que hagamos todo en función de ellas, sino, todo lo contrario, que éstas se acomoden a nuestras búsquedas, intereses y desarrollos.
En Diálogos Ilusorios también se percibe una fuerte influencia de la cibercultura, entendida desde el hackeo de la vida real, es decir, la tecnología ha de estar supeditada a lo que el artista o el programador proponga y determine  y no a lo que el usuario final o espectador de la obra quiera percibir. Se crea una dinámica más rica del pensamiento en la que el usuario final interactúa realmente con la obra y no encuentra una forma de controlarla sino, finalmente el programa de ésta está diseñado para que no tenga unos patrones tan obvios en los que el usuario deba poner más de su parte para que la obra funcione y que no tenga muchas predicciones al momento de accionar una u otra función, que se pueda sorprender, al punto que crea que el programa, la obra, la máquina, tiene vida propia, pero es una vida que está siendo inyectada por el usuario sin que éste así lo perciba.
El texto de Campbell es una invitación a los artistas, sobre todo los artistas relacionales, para que el resultado final de su obra no sea fijo, que fluctúe de acuerdo al público, para crear procesos de comprensión de la tecnología que nos rodea para que ésta no preste un servicio de valor utilitario, que se mezcle también con los sentimientos y con los procesos internos humanos. Para que las máquinas se comuniquen a través de nosotros y viceversa. Para romper la brecha entre la vida natural y la artificial y entre el arte y la ciencia haciendo uso de herramientas nuevas y si no existen éstas, es también una invitación para crearlas.