Soledad OVNI: telegramas del pasado
El año 2011 fue un año excepcional en la geopolítica, en la que las agencias de espionaje e inteligencia de todo el orbe se dieron gusto desmantelando las tramas y conspiraciones de los enemigos de las patrias de toda índole. Por supuesto, la literatura no se quedó atrás en esta tendencia global. Se entiende que la literatura no puede abstraerse de la realidad y siempre da cuenta del orden de las cosas en el mundo y ¿por qué no? comprometerse a la mejora de los países y sus sueños sociales.
Es así que hoy reproducimos una serie de telegramas que sostuvo el honorable Doctor Joseph Landaruzi con ese execrable vendepatrias, escritor entrecomillas, Vicente Landines. Este fragmento hace parte de todo un libro en el que el Doctor Landaruzi, demostrando un sofisticado aparato hermenéutico, da cuenta cómo a partir de un cuento de ese género yanqui llamado science fiction, el criminal Landines ocultaba toda una solapada trama para desprestigiar la política de su noble patria La Calera.
Disfruten esta muestra de heroísmo y compromiso social de nuestro gran camarada Landaruzi y tengan en cuenta que los estamos observando, siempre:
(Nota: en negrilla de labor resaltable: Doctor Landaruzo. En rojo de traición y deshonra: Vicente Landines.)
Recibí su cuento, estimado escritor Vicente Landines
Espero sea de su agrado, Doctor Landazuri. Estaré atento a sus comentarios.
Interesante, en especial lo que respecta el tema político
¿Tema político?
Asi es
toda la trama que usted ha construído
en torno a las transformaciones
de los Sitchins en Parcerisas
Permítame felicitarlo y confesarle mi cariño, respetado Doctor
ha descubierto lo que nadie en La Calera ha visto.
Caro amigo, poder ver en su cuento las presiones de aparatos paraestatales que diluyen la conciencia de clase es algo sin parangón
Temo por mi vida, y su descubrimiento puede resultarme costoso.
Pero sé que usted se manejará con la discreción propia del talante de un hombre culto como es usted.
Agradezco sus palabras, y no se preocupe, mis ensayos no los lee nadie que gobierne en La Calera
¿Ensayos?
Así es. He hecho un libro en el que analizo, palabra por palabra, el desmantelamiento del aparato ideológico que oprime a su querida patria.
Solitario en Transición, de Luis Bolaños
Solitario en Transición o el Imperio no las tiene todas consigo
Por: Luis Bolaños*
Este relato funciona como un alegato antibélico y conector entre varios de los ya publicados (o por publicarse) de la Saga del Imperio Decadente (cualquier semejanza con USA es deliberada), así uno de los reclutados conocerá a un discípulo del piloto poeta con que se inicia la serie, y además se dibujarán las pautas que conectan a “Inconquistable” con “El canto del androide” o a “Pilgors o Rancors” con “El Ültimo Czarniano”; es evidente que siembro referencias a Iain Banks, que mezcló el ciberpunk con la Hard SF, que trató de mantener un andamiaje humanista y le colocó pegatinas con eslóganes políticas, en fin que ejerzo un sincero strip tease a fin de recuperar esa piel desnuda del género que lo identifica, pero culminó hesitando y creyendo que las huellas deben bastarnos para persistir.
El viento arroja partículas de sílice contra mis campos aislantes, los microtúbulos cerebrales aún no se recuperan de la conmoción, es cierto que la ráfaga de energía apenas si rozó el yelmo, pero los efectos se sienten acumulados contra la ola de fatiga que amenaza sumergirme.
Atrás en la memoria temporal, quedan los pantallazos que muestran a/de los miembros de la patrulla caídos, ahora subsisto como su representante de misión y no se me ocurre como coronarla, en ocasiones el camuflaje de mi loriga de escamas ganoideas vibra y centellea por los desperfectos, propiciando que cualquier cazareflejos sobrevolando el campo de enfrentamiento me ubique y advierta a un tiroteador que enfile su batería automática -o peor aún a un trooper- contra las coordenadas topadas en su visor.
Esfera Nelso. Entrevista.
La lluvia corroía las calles apagadas de una ciudad anegada en cortocircuitos nerviosos. Nuestros pasos chapoteaban, acelerados, los charcos en las aceras, fulminadas de escombros, mientras vagabundos y oficinistas del centro se abalanzaban sobre los últimos refugios en donde escampar el fin de una semana de sueños amordazados.
Íbamos en búsqueda de la única entrevista que hasta la fecha Nelso ha concedido. No sabíamos a ciencia cierta qué encontraríamos. Aventurábamos en cada respuesta una revelación o una bofetada de marica. Sin embargo, a la intemperie de una lluvia despectiva como la saliva de un idiota, apurábamos nuestro paso y, como golosos tras un manjar, nos restregábamos las palmas de las manos con una emoción exuberante.
Lo esperamos en un bar anegado de la juventud universitaria que se proyectaba como la próxima generación habitante de cubículos que preñaban los edificios de oficinas de la ciudad plateada. Nelso llegó dando pasos levitantes, de su escuálida y morena mano derecha colgaba un paraguas que parecía extraído de las ruinas del bogotazo. Su cabello negro, largo y liso parecía explotar en tímidos bucles ocasionados por el agua que, incesante, continuaba despreciando a toda la especie que se apostaba bajo los techos desiguales. La camisa azul que le apretaba sus muñequitas, brillaba en la penumbra del recinto y una sonrisa nerviosa, que le hacía brotar sus dientes perfectamente alineados, llenó de melancolía el trago de cerveza que en ese momento consumíamos. Apenas se sentó, lo primero que exclamó fue “Qué más da”.
Todo esto pasó hace un siglo. Ahora Nelso vive con Carlo y filman una película que se llama «Nelso y Carlo o Carlo y Nelso».
Un humanismo para los simios y cyborgs que somos
En el libro Imperio, Michael Hardt y Antonio Negri, se detienen a analizar los orígenes revolucionarios de la idea de Modernidad y cómo ésta se caracterizó ante todo como un proceso seculador que atacaba las ideas de trascendencia (Dios como organizador del orden social) para descubrir un plano de inmanencia en el que los hombres eran responsables de los asuntos de su propio mundo. Este descubrimiento, el de la inmanencia, provocó en los primeros pensadores modernos una visión dualista del universo, de la ciencia y el ser: el Hombre adoptó características divinas para organizar el mundo y disociarse de él. No obstante, también fue esta misma revolución, ocurrida entre los años 1200 y 1600, la que llevó a Spinoza a formular un proyecto filosófico de la inmanencia (Deus sive Natura) hoy retomado por el pensamiento llamado post-moderno y que hoy es fundamental para preguntarnos sobre el humanismo en una época que atraviesa grandes retos respecto su relación con la naturaleza y los avances científicos que nos hacen posthumanos.
El humanismo después de la muerte del hombre
Los trabajos finales de Foucault sobre la historia de la sexualidad dieron nueva vida a aquel mismo impulso revolucionario que animó al humanismo del Renacimiento. El cuidado ético del sí mismo reaparece como un poder constitutivo de la autocreación. ¿Cómo es posible que el autor que tanto se esforzó por convencernos de la muerte del Hombre, el pensador que alzó la bandera del antihumanismo a lo largo de toda su carrera, termine por defender estos principios centrales de la tradición humanista? No queremos sugerir aquí que Foucault se contradice o que ha invertido su posición inicial; justamente él que tanto insistió sobre la coherencia de su discurso. Antes bien, lo que hace Foucault en su obra final es formular una pregunta paradójica y apremiante: ¿qué es el humanismo después de la muerte del Hombre? O, más precisamente, ¿qué es un humanismo antihumanista (o posthumano)? Read More…