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Hacia una compresión del cableado misterioso: neurociencia y premonición, dos contrarios que se unen en la Tercera Ley de Clarke

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Por Víctor Rivera

 

Este ensayo breve pretende generar una serie de preguntas a partir de la hipótesis hecha por Arthur C. Clarke en su Tercera Ley, según la cual “cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, en relación con la posibilidad de que futuros estudios del cerebro, logren captar y medir los procesos cerebrales involucrados en situaciones que hoy en día siguen siendo un misterio. Como se sabe, la Tercera Ley de Clarke aparece en un ensayo publicado en un libro de 1973, titulado Perfiles del futuro, en el cual se pretende describir las fronteras o los límites de lo posible en un mundo futuro regido por grandes avances científicos.

Por lo tanto, podría llegar una época en que se sepa lo que ocurre en el campo electromagnético del cerebro en relación con fenómenos experimentados en diversas culturas, y que ancestralmente se han relacionado con hechos mágicos. Esto quiere decir que fenómenos como la clarividencia, la telepatía o la capacidad de premonición ligada con rituales religiosos, tradiciones místicas o viajes chamánicos, serán en su momento comprendidos por la ciencia en una comprobación real de ese campo que hasta ahora los antropólogos han relacionado con el pensamiento simbólico.

Cabe señalar que la hipótesis sólo hace parte de este ensayo y que Clarke, al indagar los límites de lo posible se protege de especulaciones. De esa manera en el capítulo Cuerpo y cerebro, presente en el libro ya mencionado, aclara lo siguiente, ignorando voluntariamente campos en los cuales considera innecesario ensayar hipótesis:

En las especulaciones siguientes voy a ignorar, adrede, todos los fenómenos llamados paranormales y parapsiquicos. Si existen y llegan a ser controlados, podrán dominar el futuro de toda la actividad mental y cambiarán los modelos y normas de la cultura humana de una manera que somos todavía incapaces de predecir. En la situación actual de nuestra ignorancia tales predicciones o elucubraciones nos llevarían a la pesadilla del misticismo. Los poderes ya conocidos de la mente son tan escalofriantes y maravillosos que no hay necesidad de invocar otros nuevos.” (1)

Es evidente el respeto que Clarke tiene por la ciencia, como reputado escritor de ciencia ficción hard, conoce bien las fronteras de las hipótesis científicas. Sin embargo, no niega la posibilidad de que lo que hoy es impensable se de en el futuro, por medio de hallazgos que se adelantarían a lo que hoy conocemos como misticismo. Su Segunda Ley parte precisamente de una aclaración: “la única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un tanto en el terreno de lo imposible.» (2)

En este punto, y en aras de aclarar la propuesta de este ensayo, es oportuno indagar en qué van los estudios neurocientíficos. Si la teoría evolutiva del cerebro, desde su origen y desarrollo biológico, está de acuerdo con que la complejidad neuronal y la capacidad craneana de albergar una masa grande de células, han sido el resultado de una paulatina adaptación del organismo, según se presentaban necesidades frente a entornos cambiantes. Si esta complejidad neuronal alcanzada con el tiempo es tan alta en el ser humano como producir memoria y conocimiento capaz de predecir el futuro a partir de leyes matemáticas, utilizando las mismas capas neuronales que predicen inconscientemente hechos de la vida cotidiana como la piedra que no vemos, pero esquivamos en el camino. Si esto es así, ¿no sería cuestión de tiempo, para que las investigaciones neurocientíficas logren relacionar predicción en el sentido reflejo, con premonición como un tipo de predicción más profunda, generada a partir de capas cerebrales donde opera el subconsciente, y que contrario a las leyes físicas y las predicciones producto de la experiencia y la memoria de hechos factibles, son hasta ahora imposibles de comprender o de medir en términos científicos?

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Memazos del 2014

Como dijo el creador de la Ubuweb: Cuando no estoy haciendo memes, me aburro; podemos inferir entonces que el descenso de memes este año  fue proporcional al aumento de nuestro aburrimiento.

Ahí va pues, un registro de los memazos del 2014 que nos ayudaron a palear los sinsabores y amarguras de un año que pasó como una voladora lenta, sin mayores destellos.

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Filisteos y filisteísmo según Nabokov

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Nabokov- hombre que inspiró a García Márquez para construir  «Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles»- se caracterizó por la ternura de sus apuntes mordaces, siempre adheridos a la creencia en un absoluto estético que le llegaba de sus más variopintas lecturas; Sergéi Dovlatov refirió la ocasión en que el famoso académico Roman Jakobson dijo que, si el criterio para nombrar al autor de «Pnin» como profesor de literatura radicaba en su figura de gran escritor, un elefante debía ser el decano de la facultad de zoología por ser un gran animal. Las peleas de Vladimir, ese ruso aristócrata que despreció a Dostoyevski y Faulkner, han hecho tanta carrera como «Pálido Fuego» o «Lolita»; cuando uno lee apartes de sus cursos, no puede alejarse de la virtual conclusión de que Nabokov consideraba que el único «buen escritor» que existía era él y un puñado más.

En el volumen correspondiente al curso de literatura rusa está la dilucidación del filisteísmo. Ahora podríamos preguntarnos si ese texto no es un compendio de comentarios dignos de un filisteo; la presuposición de un buen gusto, la fe  en una noción implícita de «lo vulgar» y la mordacidad, se han convertido, hoy día, en la moneda corriente de quienes se consideran escritores «de raza» o enfermos de literatura, de sujetos que temen incurrir en el «lugar común» y de perpetuos buscadores de rarezas y fronteras:

 

Filisteo es la persona adulta de intereses materiales y vulgares, y de mentalidad formada en ideas corrientes y los ideales convencionales de su grupo y su época.He dicho «persona adulta» porque el niño o adolescente que puede parecer un filisteo en pequeño no es sino un lorito que remeda los usos de filisteos inveterados, y es más fácil ser loro que ser garza blanca. En inglés, vulgarian viene a ser sinónimo de filisteo: lo que se señala en el vulgarian no es tanto en convencionalismo del filisteo cuanto la vulgaridad de algunas de sus ideas adquiridas. También se puede hablar de lo cursi y lo burgués. Cursi implica esa vulgaridad refinada, de visillos de encaje, que es peor que la simple vulgaridad. Eructar en compañía será de mala educación, pero decir «perdón» después de un eructo es cursi, y por lo tanto peor que vulgar. El término «burgués» lo empleo siguiendo a Flaubert, no a Marx. Burgués en el sentido de Flaubert es un estado del ánimo, no un estado del bolsillo. Un burgués es un filisteo satisfecho, un vulgarian con pretensiones.

No es probable que exista el filisteo en una sociedad muy primitiva, aunque también en ella, qué duda cabe, se puedan encontrar rudimentos de filisteísmo. Podemos imaginarnos, por ejemplo, a un caníbal que, para comer, prefiere la cabeza humana pintada artísticamente, lo mismo que el filisteo norteamericano prefiere las naranjas pintadas de anaranjado, el salmón pintado de rosa y el whisky pintado de amarillo. Pero, hablando en términos generales, filisteísmo supone cierto estadio de la civilización, donde a lo largo del tiempo se han ido acumulando ciertas tradiciones en un montón y han empezado a oler mal.
El filisteísmo es internacional. Se encuentra en todas las naciones y en todas las clases. Un duque inglés puede ser tan filisteo como un Shriner estadounidense, un burócrata francés o un ciudadano soviético. La mentalidad de un Lenin, un Stalin o un Hitler con respecto a las artes y las ciencias era totalmente burguesa. Un jornalero o un minero del carbón puede ser tan burgués como un banquero, un ama de casa o una estrella de Hollywood.

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Saer y su disgusto con García Márquez y los escritores populares

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Juan José Saer denosta del público si se lo entiende como una instancia crítica de un texto determinado; para Saer el público como concepto no le genera otra cosa que rechazo. Esta postura desemboca en su disgusto con escritores como Gabriel García Márquez que piensan en el público como entidad validante de su escritura. Lo curioso es que Juan José menciona a Lacan cuando a este se le recriminó la opacidad de sus discursos (opacidad que, para algunos como Alan Sokal, cuentan con disparates, majaderías e imbecilidades) y contestó que él no se dirigía a los idiotas (es decir, legos en la materia) porque el que no lo fuera habría de ser quien analizaría críticamente su trabajo; ¿eso no es pensar en un público? Limitar a Saer como escritor que escribió para facultades de literatura es empobrecerlo pero, pese a su renuencia, también pensaba en un público como instancia crítica, aunque este fuese reducido. Les presentamos una entrevista hecha a este escritor que va creciendo en su influencia sobre la literatura argentina y latinoamericana:

Diez escritores niños

Hoy que se celebra el día del niño, traemos diez imágenes de escritores en su infancia:

1- Jorge Luis Borges

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