La guerra de Troya según Alejo Carpentier
El célebre Alejo Carpentier, también hizo una versión de la guerra de Troya. La narra en su relato «Semejante a la noche», a través de un soldado que se apresta a ir a la lucha. Este es el extracto preciso en el que surge otra historia con respecto a las causas de dicha refriega cantada por los fundadores de lo que ha terminado llamándose literatura occidental:
Un soldado viejo que iba a la guerra por oficio, sin más entusiasmo que el trasquilador de ovejas que camina hacia el establo, andaba contando ya, a quien quisiera escucharlo, que Elena de Esparta vivía muy gustosa en Troya, y que cuando se refocilaba en el lecho de Paris sus estertores de gozo encendían las mejillas de las vírgenes que moraban en el palacio de Príamo. Se decía que toda la historia del doloroso cautiverio de la hija de Leda, ofendida y humillada por los troyanos, era mera propaganda de guerra, alentada por Agamemnón, con el asentimiento de Menelao. En realidad, detrás de la empresa que se escudaba con tan elevados propósitos, había muchos negocios que en nada beneficiarían a los combatientes de poco más o menos. Se trataba sobre todo- afirmaba el viejo soldado- de vender más alfarería, más telas, más vasos con escenas de carreras de carros, y de abrirse nuevos caminos hacia las gentes asiáticas, amantes de trueques, acabándose de una vez con la competencia troyana. La nave, demasiado cargada de harina y de hombres, bogaba despacio. Contemplé largamente las casas de mi pueblo, a las que el sol daba de frente. Tenía ganas de llorar. Me quité el casco y oculté mis ojos tras de las crines enhiestas de la cimera que tanto trabajo me hubiera costado redondear- a semejanza de las cimeras magníficas de quienes podían encargar sus equipos de guerra a los artesanos de gran estilo, y que, por cierto, viajaban en la nave más velera y de mayor eslora.
Tomado de «Guerra del tiempo», P. 44-45, editorial Alianza.
El amor cyborg del rock
La capacidad de este superhéroe, homónimo de la banda californiana Y&T, es la de que sus sueños intervienen en el mundo de la vigilia de los demás: un muchacho de anteojos gruesos se tira en su cama a escuchar música en su walkman y queda dormido de la depresión, entonces se convierte en un cyborg preñado de sentimientos cyborgs. Decide rescatar del peligro a la furcia que lo ha enamorado y despreciado por ser un hombre poco atractivo; la salva de los embates de los pillos que juegan con ella y su noviecito lindo. El superhéroe la lleva en sus brazos pero ella también rechaza a ese cyborg salvador y surgen las lágrimas de la máquina onírica que ha sido condenada a otear la felicidad como una opción inalcanzable. Este vídeo de 1984 renueva la pregunta por la identidad humana y su condición y es, quizá, uno de los efectos colaterales menos considerados de «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», compartiendo, también, muchos aspectos de la gran película «Brazil» de Terry Gilliam.
El cyborg superhéroe le dice a su amor presuntamente humano: «¡Corre, corre hasta el éxtasis!» y ella correrá y se correrá con otros y él seguirá emprendiendo vuelos transatlánticos y escuchando a Y&T:
El ángel pistolero
La segunda mitad de la década de los sesenta y la primera de los setenta estuvo perfumada con el Spaghetti Western, una puesta en escena del» far west» de los Estados Unidos en los paisajes de Almería. Aparecieron los cowboys que hablaban italiano y debían imitar un tono muy lejano al de su natal Mediterráneo. Uno de los pistoleros más famosos de esa época fulgurante fue «Ringo» y el actor que mejor lo interpretó en Europa fue Giuliano Gemma. En «Una pistola para Ringo» el protagonista era apodado como cara de ángel y, pese a que Gemma fuera un hombre atractivo para las mujeres, tenía algo en su rostro, una tragedia silenciosa y tierna que lo alejó de los diablos conquistadores del cine de aquél entonces. El Spaghetti Western un género angelical y la sonrisa de Giuliano, uno de sus iconos, da fe de ello. El frenesí generado a partir de «Una pistola para Ringo» y «El retorno de Ringo», ambas realizadas en 1965 y dirigidas por Duccio Tessari, condujo a que Giuliano Gemma, en 1967, fuera invitado a un show emitido por la cadena Italia RAI; ese día el pistolero bailó con la cantante Rita Pavone, lució su estatura colosal y se vistió con un traje inglés que hizo desmayar a las furcias que querían sentarse encima de sus genitales pero él, como buen ángel, no se dio por aludido.
La última entrevista de Marilyn Monroe
Marilyn, dos días antes de matarse, concedió una entrevista en donde osciló entre el hastío, la decepción, la melancolía, el engreimiento y el frenesí, como si colocara todo lo que fue su vida en esa charla: