Una conferencia de Jameson, ahora que está muerto
Tenía en la boca una paja y dije abulia
Saul Goodman
Murió el tocayo grande de nuestro James: Jameson, el Jameson de la utopía.
La chica mecánica. Ficción climática monumental. (Reseña)
Esta novela,ambientada en la Tailandia del siglo XXII, contiene todos la variedad de subgéneros «punk» que se puedan imaginar: steampunk (tecnologías futurísticas a base de carbón y vapor), dieselpunk (artefactos pesados impulsados por motores diesel), biopunk (hackeos biológicos, manipulación de ADN, bancos de semillas) y cyberpunk (grandes sistemas de datos informáticos). Si es por nuevos géneros, también se puede afirmar indubitablemente que se acopla a lo que Dan Bloom entiende como Cli-Fi, o Climate Fiction, es decir, una historia en donde el cambio climático cumple una función protagónica. Y, finalmente, cumple todas las prerrogativas necesarias para considerarse una clara distopía política.
Además, La Chica Mecánica, ópera prima de Paolo Bacigalupi, ha sido merecedora de los principales premios del género: Hugo, Nebula, Locus, Campbell e Ignotus (en España). Arrasadora serie de reconocimientos que ipso facto obliga a detenerse en el análisis de la obra.
La historia está contada en un estilo polifónico, muy al estilo de Philip K. Dick, en el que a través de varias líneas paralelas se va desarrollando y entretejiendo una trama más compleja hasta que se cruzan cada una de estas realidades modificando finalmente la inicial para desembocar en un escenario completamente nuevo.
Entonces tenemos la historia de Anderson Lake, ciudadano extranjero que tiene una empresa fachada de desarrollo de muelles percutores cuando en realidad es un agente de una industria de proteínas con intereses en Tailandia; Hock Seng, es su secretario personal, un chino malasio refugiado viviendo al borde de la extradición; está la historia de Emiko, la chica mecánica, que es un neoser, una humanoide modificada genéticamente creada en Japón pero abandonada en Tailandia en donde se le da un uso exclusivamente sexual, pero con una consciencia existencialista de universitaria occidental que no puede con ella; y un oscuro héroe nacionalista, ex campeón de peleas muay thai, llamado Jaidee junto a su malhumorada compañera Kanya.
La posibilidad de una utopía desde la ciencia ficción
En un mundo que ha devenido unidimensional y se ufana de no tener una contraparte, ni como alternativa económica ni social, parece ilógico acudir en busca de las utopías, aún más cuando en su propia etimología se anuncia su presunta imposibilidad: utopía es el ningún lugar.
Fredric Jameson divide la utopía, desde Moro, quien fuera el escritor de Utopía, texto inaugural de las utopías, en dos líneas: “una centrada en la realización del programa utópico; la otra un impulso utópico pero omnipresente que aflora en diversas expresiones y prácticas encubiertas.”[1] Read More…