Tag Archive | Francisco de Quevedo

La muerte según Francisco de Quevedo

Quevedo

Henry Ettinghaussen precisa que, el último sueño escrito por Quevedo, fue  en 1620, cuando ya no era un brillante diplomático y retornaba a España con el peso de la caída del duque de Osuna- su protector-. Esta es una de las condiciones en las cuales el «Sueño de la muerte»  fue elaborado con un comienzo en donde aparecen versos de Job y cabeceos de loro que conducen a que el narrador se encuentre con ella, es decir, la muerte. El extracto que a continuación les traemos es la presentación que ella hace:

– Yo no veo señas de la muerte, porque a ella la pintan unos huesos descarnados con su guadaña.

Paróse y respondió:

-Eso no es la muerte, sino los muertos, o lo que queda de los vivos. Esos huesos son el dibujo sobre que se labra y forma el cuerpo del hombre. La muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos vuestra muerte. Tiene la cara de cada uno de vosotros, y todos sois muertes de vosotros mismos. La calavera es el muerto, y la cara es la muerte; y lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis nacer es empezar a morir, y lo que llamáis vivir es morir viviendo. Y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte y lo que le sobra a la sepultura. Si esto entendiérades así, cada uno de vosotros estuviera mirando en sí su muerte cada día, y la ajena en el otro, y viérades que todas vuestras casas están llenas de ella y que en vuesto lugar hay tantas muertes como personas; y no la estuviérades aguardando, sino acompañándola y disponiéndola. Pensáis que es huesos la muerte y que hasta que veáis venir la calavera y la guadaña no hay muerte para vosotros: y primero sois calavera y huesos que creáis poder ser.

Tomado de «los sueños»p. 118. Editorial Planeta, 1990.

Francisco de Quevedo y los géneros de hombres y lectores en el mundo

Quevedo

En 1607 Francisco de Quevedo escribió «El alguacil endemoniado», uno de los escritos que habrían de comprender el memorable volumen «Los sueños» que se publicó hasta 1627; este libro comprende todos los juicios, rechazos y aprobaciones del autor de «El desengaño de las mujeres» y se ha constituído en una pieza con visos fantásticos dada la eliminación de una narrativa en donde se le de preponderancia a lo verosímil.

En cada uno de los cinco sueños hay una nota dirigida al lector, la cual siempre varía y contiene algunas de las hebras que conformaron el tapiz de la escritura de Quevedo y su visión del mundillo de las letras. Les presentamos un extracto del escrito dirigido al lector de «El alguacil endemoniado»:

Al pío lector

Y si fuéredes cruel, y no pío, perdona; que este epíteto natural has heredado de Eneas; y en agradecimiento de que te hago cortesía en no llamarte benigno lector, advierte que hay tres géneros de hombres en el mundo: los unos que, por hallarse ignorantes, no escriben, y estos merecen disculpa por haber callado y alabanza por haberse conocido; otros, que no comunican lo que saben, a estos se les ha de tener lástima de la condición y envidia del ingenio, pidiendo Dios que les perdone lo pasado y les enmiende lo por venir; los últimos no escriben de miedo de las malas lenguas; estos merecen represión, pues si la obra llega a manos de hombres sabios, no saben decir mal de nadie, sí de ignorantes, ¿cómo ´puede decir mal, sabiendo que si lo dice de lo malo, lo dicen de sí mismos, y si del bueno, no importa, que ya saben todos que no lo entienden?