Cigarrillos: Farewell Packets of Ten y el contrapunteo cubano de Fernando Ortiz
Los precios de los cigarrillos han subido tanto y ahora ya no se pueden comprar en paquetes pequeños, solo en paquetes de veinte. Este es el tema con el que empieza la conversación entre las damas que parecen ser una madre y una hija fumadoras en el filme corto del director irlandés Ken Wardrop. Las señoras se hacen preguntas y discuten sobre cuestiones de las que probablemente hemos discutido todos los que hemos sido fumadores. A las dos señoras les encantaría dejar de fumar pero no pueden. No conciben ir por el día sin fumarse un cigarrillo después del desayuno porque gracias a él organizan la cabeza.
¿quién, que alguna vez haya sido un fumador, no ha querido dejar de fumar? Mucho más ahora en un momento en que los fumadores se han convertido en el blanco de críticas y de programas de salubridad que parecen influir en todas las personas menos en los mismos fumadores. El consumo del tabaco o del cigarrillo se ha convertido en un mal de salud pública que ha funado a los fumadores y los ha enviado a los balcones y terrazas y los ha mandado lejos de las discotecas, las cafeterías y los restaurantes. Al tabaco se le ha culpado de ser el causante de millones de muertes. Esto no me interesa negarlo. Las cajetillas vienen ahora cubiertas con frases que estresan al fumador al punto de obligarlo a fumar. Read More…
Un cepo de coltan somete a la cultura libre
El cyberactivismo cobra más adeptos a medida que nos adentramos en el siglo XXI, sin embargo, sus discursos están escindidos de la corporeidad; asume a la cultura y al software como una suerte de entidades etéreas despojadas de la fatalidad de lo táctil, continuando con la tradición que escinde a la carne y espíritu, nacida de la conexión entre Jerusalén y Atenas que parió a lo que, con vaguedad, denominamos «Occidente». Esta escisión ha generado que quienes luchan para que haya un control sobre la explotación de Coltan en paises como Congo, se den la espalda con los cyberactivistas y promotores de la cultura libre. Estamos en un momento crucial en el cual podemos comenzar a integrar estas dos luchas y comprender que, por más que nuestros teléfonos móviles semejen algo gaseoso, están hechos de minerales táctiles, extraídos de montañas por manos de gente esclavizada y explotada que jamás en su vida ha visto un teléfono como el que tiene en sus manos un activista del software libre: