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Me han dicho que pintas casas, O de cómo la mafia mueve los hilos de Norteamérica.

Por: Francesco Vitola Rognini.

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Ha regresado a nuestro espacio, Francesco Vitola Rognini (autor de Hambre de Caza y Héroes Decadentes: ambos publicados en Milinviernos) con una serie de artículos que versarán sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”. 

 

Me han dicho que pintas casas, O de cómo la mafia mueve los hilos de Norteamérica.

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—Me han dicho que pintas casas —fue lo que dijo.

 

—Eh, sí, sí, claro, y también hago trabajos de carpintería —me sentí avergonzado porque estaba tartamudeando. (1) 

 

(1) Así dio inicio la primera conversación telefónica entre Jimmy Hoffa y Frank Sheeran. El contacto lo  facilitó Russell Bufalino, amigo cercano de ambos, quien en algún momento controlaría los clanes Magaddino y Genovese. La “pintura” es la sangre que salpica sobre las paredes y el suelo cuando disparas a alguien, la “carpintería” se refiere a la construcción de ataúdes, o deshacerse de los cadáveres. Encontrarán la conversación completa en la página 153, capítulo XII: “Me han dicho que pintas casas”. Hoffa, caso cerrado. Charles Brandt. Ed. Planeta. 2019.

 

 

Black Mass, de Dick Lehr y Gerard O´ Neill, y I Heard You Paint Houses, de Charles Brandt, publicado en español como Jimmy Hoffa, caso cerrado, son trabajos de investigación, y sus representaciones fílmicas hacen un buen trabajo de condensación, al explicar los tejemanejes del crimen organizado de la costa Este. (2)

(2) Si hoy en día el PIB del estado de Nueva York (1.731.910 millones de dólares en el 2019) es superior al 2 (1.518.813 millones de dólares) de toda Rusia, podemos hacernos una idea del tamaño del botín si a eso le sumamos Boston, Filadelfia, Florida y Chicago, que según Sheeran eran también controlados por el clan Genovese. Un mercado con estas características tiene un potencial infinito para todo tipo de fraudes, estafas, lavado de activos y tráfico ilegal de armas, personas y drogas.

 

Black Mass, de Dick Lehr y Gerard O´ Neill, documenta la relación entre Whitey Bulger y el agente del FBI, Jhon Connolly (3). Whitey Bulger, socio de Stevie Flemmi, quien servía de 3puente con la mafia italiana de Boston de los años noventas, encabezada por Ilario Zannino, Donato Angiulo, J.R. Russo, Vincent Ferrara, Frank Salemme, se prestaron como informantes para denunciar a los mafiosos de La Cosa Nostra ante el FBI, y poder así hacerse con el control del sur de Boston. Una de las condiciones que le impusieron los dos gánsters a Connolly fue que solo iban a dar información sobre la mafia italiana, sobre la mafia irlandesa no se hablaría. El corrupto agente Connolly aceptó gustoso. Se regía por el principio que enseñaba a los agentes novatos de Quantico: “Encuentra confidentes y gana prestigio”. El libro Black Mass tiene como epicentro el sur de Boston, lugar de operaciones de la banda de Whitey Bulger y territorio de La Cosa Nostra. Su lectura es indispensable para entender el contexto de lo descrito en el libro sobre Hoffa, cuya historia concluye en los años de mayor actividad de Bulger, época en la que los grandes capos del crimen organizado se vieron obligados a mantener un bajo perfil, acosados permanentemente por el FBI. Dicho de otra forma, el libro en el que se basa El Irlandés relata los años de esplendor de la mafia y su decadencia, mientras que el libro en el que se basa Black 1 Mass captura el período en que grupos criminales capitalizaron la persecución sin cuartel a la que fue sometida La Cosa Nostra, por iniciativa del asesinado fiscal Robert Kennedy.

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  (3) “El duo (Bulger y Flemmi) tenía tablas y sabía que un micrófono en el despacho de Angiulo  proporcionaría, de modo inevitable, pruebas sobre sus propios negocios en el juego ilegal, sus empresas conjuntas de préstamos de usura con Angiulo, y quizás sobre algunos de los asesinatos cometidos por Flemmi en el pasado. Más tarde, Flemmi afirmaría que tanto Bulger como él habían presionado a Morris y Connolly para saber si sería imputados por delitos revelados durante las conversaciones grabadas en la vigilancia del 98 Prince Street. Flemmi llegaría a decir que los agentes << nos aseguraron que no tendríamos ningún problema y que no nos preocupáramos por ello>>. El FBI, les insistieron, haría de la vista gorda con todos los delitos que no fueran asesinatos.” Tomado del séptimo capítulo: “Traición”. Pp. 164. Black Mass. Dick Lehr y Gerard O´Neill. Ed. Stella Maris. 2015.

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