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Luis Fernando Medina sobre el Derecho Máximo en la #semanadelaccesoabierto

Para la ‪#‎SemanaDelAccesoAbierto‬ presentamos parte del  ensayo «El derecho máximo: el espíritu de compartir en una sociedad en red», de Luis Fernando Medina Cardona (luscus9). Este ensayo fue uno de los ganadores del premio de ensayo del concurso “Respeto a los derechos de autor y a la propiedad intelectual” organizado por la Dirección Nacional de Bibliotecas (Sinab).

luscus99

En este ensayo se pone en evidencia las contradicciones del ejercicio académico con las prácticas culturales alrededor del compartir y el libre acceso que favorecen tecnologías ligadas a la informática (como el internet).

No obstante, los dispositivos empleados hoy en día en el ejercicio académico —en particular el computador como máquina universal de medios que sintetiza en una interfaz unificada prensa, radio, televisión, teléfono, entre otros— permiten que las operaciones de copiar y pegar puedan extenderse a otros soportes, como lo puede percibir cualquier usuario informático que navegue en la estructura de menús o iconos, donde podrá encontrar la misma opción de copiar y pegar adaptada a diversidad de tipos de archivos (texto, audio, video, etc.). La cuestión obvia es, si existen las mismas posibilidades para otros contenidos ¿qué pasa entonces con la citación y la referencia cuando se ejerce sobre algo que no sea texto? Aunque la lógica y las facilidades tecnológica podrían hacer fácil la inferencia de una respuesta, la realidad no está clara. Con antecedentes en la imagen con el collage de las vanguardias artísticas, con el tape music en la música contemporánea, o el sampling o muestreo en la música popular como el hip hop, o incluso, en la programación de computadores donde módulos completos son reutilizados, el ejercicio de recombinar pequeñas partes de un medio para generar algo nuevo está ya legitimado como una práctica cultural centenaria. Las preguntas se hacen más pertinentes si se considera que la creación y la investigación tienen de hecho, también en esta actualidad multimedial, otras formas de difusión distintas al privilegiado texto. ¿Qué pasa si un estudiante de música elabora una pieza usando pequeños fragmentos de otras composiciones? ¿o un estudiante de cine realiza una pieza de videoarte a partir de fragmentos de otras producciones audiovisuales? La evidencia muestra que, aunque se siga con juicio un sistema de citación de fuentes, el ordenamiento jurídico no permitiría estos usos. Inclusive, si un audiovisual muestra por accidente, por ejemplo, un afiche de una película podría estar en problemas. La academia, en cuanto espacio que considera la búsqueda del conocimiento como su principal propósito, debería tener garantizadas una serie de excepciones que protejan la creación cuando esta se concibe como herramienta fundamental del aprendizaje. Contrasta con este deseo la evidencia de casos en los que el acceso a la información se ve comprometido por lecturas que desconocen esta salvedad de los entornos universitarios, por ejemplo, el de la Universidad de los Andes, en Colombia, donde las películas adquiridas legalmente no podían ser prestadas a estudiantes (Ospina, 2011); o de bibliotecas en general, donde el libro de Gabriel García Márquez Memoria de mis putas tristes generó una controversia por una nota incluida por la editorial donde se prohibía el préstamo público (Melo, 2005). La comunidad académica debe respetar el derecho de autor pero ¿es siempre justo este cuando se protege de manera terca sin considerar los múltiples contextos?

Los invitamos a leer la integridad del texto  publicado (para descarga libre)  en el repositorio de la Universidad Nacional de Colombia:

 «El derecho máximo: el espíritu de compartir en una sociedad en red»

Un debate entre Chopra y Dawkins

Chopra Dawkins

Como en el clásico «Laura en América», en este evento, el presentador anunció con calurosa picardía el encuentro entre el reconocido biólogo-ateo militante Richard Dawkins y el médico-alternativo-espiritualista Deepak Chopra. Se dictaron las normas de manejo del tiempo en el debate y se instó al público para que abucheara o aplaudiera según sus gustos. Ocurrió en Puebla en 2013 y es un formato que debería imitarse; colocar a cada uno de los científicos y oponentes en espacios donde se salgan de sus calzones, se llenen de molestia y, por qué no, todo termine a los golpes. Estamos frente a un nuevo género de la divulgación científica y espiritual, un escenario donde la religión y las ciencias se divulguen con el contenido de vanidad y morbo suficiente para que los potenciales televidentes no se aburran y se atrevan a tomar algún candoroso partido. Los debates entendidos como peleas de gallos o competencias de caballos no son un patrimonio exclusivo de los analistas del fútbol, borrachos o políticos.

Un punto de inflexión es cuando Chopra le dice a Dawkins que ha firmado un pagaré en blanco en nombre de la ciencia y Dawkins está de acuerdo con ello: los mercachifles y sus metáforas (palabra que utilizan mucho al final del debate). ¿Hasta cuándo nos hipotecará el lenguaje la moral bancaria?

Vargas Llosa y Paz debaten sobre Occidente

En 1987 reunieron en Madrid a Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Manuel Vásquez Montalbán, Jorge Semprún y Fernando Savater en un programa de televisión. El debate giró en torno a occidente y si bien no está disponible en su totalidad, hay apartes como el que a continuación les presentamos donde, pese a las diferencias de postura respecto a un tema concreto, se supone por parte de la mayoría de los invitados al progreso como una verdad y predomina una visión desarrollista de la moral  desde la que se establece que hay tiempos mejores y peores (en definitiva, el debate no se dirigió a un abordaje de dichos supuestos sino a una  refriega como la que suelen sostener los aficionados del fútbol cuando discuten sobre el eterno tema de si fue mejor Pelé, Cruyf, di Stéfano, Maradona o Messi):