¿de quién es la lluvia?
Llueve y llueve en Bogotá y la ciudad se llena de esa atmósfera melancólica que le da a la sabana su aura tan característica. En medio de esa bruma gris me detengo a pensar y me pregunto qué pasaría si le quitaran a uno el derecho a disfrutar de la lluvia o si lo obligaran a uno consumir el agua más cara que le venden a uno las grandes corporaciones embotelladas o si las tarifas de acueducto subieran tanto que no pudiera uno ir mas al médico o enviar a sus hijos a la escuela.
De inquietudes como esas surgió la Guerra del agua de Cochabamba. La guerra del agua fue el nombre que recibieron la serie de protestas protagonizadas por los habitantes de la misma ciudad boliviana con las que entre enero y abril de 2000 exigieron que se terminara el contrato de privatización del abastecimiento de agua potable municipal. Ese contrato de privatización fue impulsado por el Banco Mundial y fue firmado entre el antiguo dictador de Bolivia Hugo Banzer, la multinacional Bechtel, la empresa norteamericana Edison, las empresas bolivianas A. Petricevich y S. Doria Medina y el consorcio español Abengoa S.A. Después de la firma del contrato y de que se diera inicio a la privatización, los habitantes de la ciudad comenzaron a quejarse de las desmesuradas alzas de la tarifa, y de que por ley se les prohibiera acumular el agua de lluvia. Todo esto culminó con las protestas, con la muerte de por lo menos una persona y con 170 participantes heridos. Read More…
Soplan vientos alienígenas
Los indígenas se ganaron la lotería espacial. Hasta pudieron visualizar astronautas marcianos. Alguna vez hubo un Buzz Aldrin que jamás se recuperó del alcoholismo y de la ingesta de hierbas medicinales alucinógenas lo que provocó que se quedara tirado en una duna venucina. «Tengo sed», dijo el marciano y semejó al gran crucificado de los tiempos. Pero estos pueblos no precisaron de mitologías para saber que el tiempo se había ido a la mierda y lo que nos resta es comerla. Por eso ellos, los amados aborígenes, se enfilaron a los conquistadores prestos a ser mancillados y asesinados. Fue el colono, masón, judío y templario Cristobal, no Chinaski, sino Colón, el gran Colón. Ahora, para no embotarlos os dejamos con los rastros celestes impresos en la selva colombiana.
Poema a Charles Bukowski por Julián Marsella
Este poema de corte amoroso de La Marsellota pertenece a una colección de cartas nunca enviadas llamada: EVANGELIO SEGÚN MARSELLA o primera carta a los colosenses (Marsella entiende que Colosenses son aquellos que padecen de colon irritable) Este libro pronto verá la luz en la editorial Mil Inviernos.
La última conquista de Cristobal Chinaski










